Capitulo 3

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Al día siguiente, Albus parecía tan destruido como lo había estado el día anterior, con la diferencia de que hoy múltiples moratones cubrían cada centímetro de su rostro. 

Le dolía todo; no podía ni siquiera levantar el brazo sin que un intenso ardor le cruzara la zona de las costillas. Jackson lo había pateado en el estomago y el pecho, había dado puñetazos en el rostro e incluso le había tirado del cabello. En un momento, Albus recordaba haber sentido su cabeza estrellarse contra el suelo, aunque no estaba muy seguro de ello. Los ojos se le volvieron borrosos después del cuarto golpe, por lo que Albus no lo había visto todo con claridad. Con algo de inseguridad, aunque era algo totalmente normal en el, comenzó a tocar la zona de su cabello y quito su mano rápidamente al sentir algo liquido chorrear por su nuca. Si, le habían dado la cabeza contra el suelo. 

Penso en que quizá debería ir a ver a madame Promfey, pero luego se imagino la paliza que le darían si Malfoy enterara de que Albus los había delatado y se conformo con un simple hechizo para el dolor que no hizo mucho efecto. Se vistió en el baño, lejos de sus curiosos compañeros de habitación. Paso la túnica con lentitud extrema por sobre su cabeza, gimiendo silenciosamente cuando rozo uno de los hematomas del rostro. Se limpio la sangre del cabello antes de salir, poniéndose completamente rojo cuando las miradas se enfocaron en el. Busco a tientas su mochila (resulto que Jackson había logrado escapar de clase dando la excusa de que me encontraba descompuesto y me alcanzaría la mochila para que después no volviera por ella y pudiera ir directamente a la enfermería. Como es de esperarse, el profesor quedo encantado ante la gentileza del muchacho y le permitió salir del aula. O al menos así se lo redacto uno de mis compañeros de habitación, Smith Jorge, al resto, mientras que yo fingía dormir escondida detrás de las cortinas verdes ) y la encuentro sobre la cama. Me apresuro a tomarla, revisando que no me falte nada, antes de salir a paso rápido de la habitación. 

La sala común esta ocupada por algunos alumnos de primero, los cuales aun no han adquirido las ganas de asesinarme que suelen compartir los otros miembros de la casa Slytherin. Me encojo ante sus miradas y los grititos de algunas niñas mientras salgo de allí lo mas rápido que puedo. No puedo correr mucho, lo que no me facilita escape para nada, por lo que me limito a rezar a quien sea que este allá arriba por que Malfoy tenga algo de compasión y me deje, al menos por hoy, en paz. 

Entro al comedor sintiéndome casi triunfante. Es la primera vez en años que camino al Gran Comedor sin ningún altercado en el camino. Si el resto del día sera así, con todos ignorándome, sin burlas ni empujones, estaría dispuesto a que me den mas golpes para que el día siguiente sea igual. Suena masoquista incluso a mis oídos, pero es la primera vez que todo parece calmarse, aunque sea un poco. O al menos eso es lo que pienso hasta que entro al Gran Comedor y las miradas se vuelven hacia mi tan pronto cruzo la puerta. 

Apretó las manos en puños, sintiendo el sudor acomulandose en ellas. Ayer por la noche no cene, ni tampoco almorcé, así que ahora debo comer algo si o si, a menos que quiera sumarle el desmayarse a la lista de dolores y problemas. 

La mesa de Slytherin esta en completo silencio cuando tomo asiento en una punta, lo mas apartado posible de la multitud. Veo a Jackson riéndose, pero no le doy mucho atención. Estoy mas nervioso y preocupado por la mirada que mi hermana y James me dan desde el otro lado del comedor. Como con lentitud, suspirando internamente de alivio cuando la atención comienza a aflojarse. Los huevos revueltos son como la gloria para mi estomago hambriento, pero decido dejarlos a la mitad para poder irme lo mas rápido posible de allí, aunque tome una manzana verde para ir comiendo en el camino.

Camine a lo largo de la mesa de Slytherin esperando que Malfoy o Jackson se pusieran de pie en cualquier momento o metieran su pie en mi camino con el propósito de tropezarme, pero volví a quedar atónito cuando nada sucedió. 

Debían de estar planeado algo realmente malo, seria mejor que me mantuviera lo mas alejado posible. 

Suspire cuando me encontré fuera del alcance de la vista de los demás estudiantes. Mire a mi alrededor, para asegurarme de estar completamente solo, antes de comenzar a devorar mi manzana. Mi primera clase era a las doce del medio día, por lo que faltaba mas de una hora para que comenzase. Pense en sentarme en la soledad del baño del segundo piso cuando una voz me llamo desde detrás, tirando mi idea de soledad por el caño, así como mi tranquilidad.

--Albus--volvió a decir James, deteniéndose en frente de mi. Parecía haber corrido para alcanzarme. Mi corazón se desboco ante la idea de hablar con alguien mas, a pesar de que solo se trataba de mi hermano. Hace tiempo que no hablamos y la simple perspectiva de hacerlo me puso tan nervioso que se me hiso casi imposible tragar el pedazo de manzana que tenia en la boca.

--J...am...-cerré la boca. Casi nunca se me complicaba tanto hablar cuando estaba con alguien de la familia, pero ahora si lo hacia. Me sentí realmente mal por James, ya que había corrido para alcanzarme y poder hablar conmigo y yo no podía decir palabra. 

--¿Tienes los apuntes de Transformaciones?--pregunto, justo cuando creí que iba a soltarme algún reconfortante pensamiento filosófico sobre como debía ignorar a los matones y lo fuerte que era y bla bla bla.

Estaba a punto de asentir, cuando caí en la cuenta de que James iba un año adelantado que yo.

--No vas a mi clase--conseguí decir con mucho esfuerzo y tartamudeo. 

James tardo unos segundos en entender--Si, ya se. Son para mi novia.

Genial, pensé. Saque bruscamente el cuaderno de la mochila y se lo tendí. No tenia Transformaciones hoy, de todas formas. James ni siquiera me dio las gracias antes de volver  a trote al Gran Comedor, aunque tampoco me las esperaba, no después de que me viera todo magullado y me pidiera la tarea para su novia, en vez de preguntarme que me había sucedido.

 Decidí que me mantendría encerrado en mi habitación, revisando libros en busca de algún hechizo que me ayude a desaparecer las hematomas o el dolor. No tenia ganas de estar en sitios donde alguien pudiera encontrarme fácilmente; ya había tenido suficiente por hoy y ni siquiera era media mañana. 

Entro al baño tan pronto se encontró en su habitación, suspirando de placer ante la oscuridad y soledad que lo rodeaba. Los nervios parecieron esfumarse y la tranquilidad lo invadió a olas. Se miro al espejo, cerrando los ojos al ver los hematomas surgir por todo su rostro.

 Celebro demasiado tarde: los nervios, la ansiedad, el miedo, la desesperación, todo volvió a oprimir su pecho. 

¿Cuando pararían? pensó abriendo el cajón del lavamanos, de donde saco el botiquín de primeros auxilios. Estuvo a punto de cerrarlo cuando la luz del baño se reflejo en una cuchilla de afeitar le llamo la atención. Se debía dolorosamente inocente. 

Albus levanto la cabeza, estudiando los golpes y rasguños de su rostro, antes de volver a bajarla. Algo se alzo dentro de el, una voz que no había estado allí antes, ni siquiera en los peores momentos. Una voz que le asusto terriblemente, pero que obedeció sin pensárselo dos veces.

"A nadie le importara si lo haces"




No hay razón-- SCORBUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora