VIII Capítulo

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Nicholas Miller

Largos tubos se extienden a lo largo de mi cuerpo. Todo es blanco y brillante. No sé dónde estoy.

No recuerdo mucho, ¿Qué pasó?

Hotel, Roma, Italia, Rebeca, Elena, brujas, ayuda, muerte, vampiros, consejo, Morris, locos, experimento, maldad, miedo, peligro, secretos, chica, castaño, Moore, Williams, James.

Mi mente vagaba por todos los recuerdos, ninguno era claro, ni siquiera podía recordar bien mi nombre… ¿Quién soy?

¿Tengo amnesia?, no sabía mucho  de ello, ¿Acaso un amnésico sabía que tenía amnesia?, no lo creo… pero no podía recordar mi nombre, ni la fecha de mi cumpleaños, ¿Tenía familia?, ¿Esposa, hijos, amigos muy cercanos?

Solo había palabras…

Rebeca, James, amigos, novia, Elena, guapa, muerte, sangre, recuerdos.

Rebeca… ¿Quién era ella?, ¿Mi novia?, era lo más posible, digo, mi mente insistía en ponerla como una chica guapa y era el nombre que más recordaba.

Elena… ¿Podía ser alguien de mi familia?

Y James… acaso… ¿Un hermano, amigo, primo, padre, novio de alguna amiga?

Tal vez Rebeca podía estar aquí… si era así podría ayudarme a recordar.

-¡Rebeca!-grité, era la única forma de llamarla, y algo me decía que era lo correcto, estaba convencido de que ella me podría ayudar-¡Rebeca!, ¡Ayuda!, ¡¿Estás ahí?!

No hubo respuesta, pero una chica  entró en la habitación. Tenía un largo cabello negro y era delgada. Al borde de la anorexia, diría yo, pero con algunas posibilidades de no caer en ella. ¿Era Rebeca?

-Hola-dijo.

-¿Ere Rebeca?

-¿Rebeca?, ¿Acaso lo conoces?

-Es… es mi novia, creo.

-Estas confundido, Nicholas. Beca no es tu novia… si hablamos de la misma persona.

-Es… es… es una bruja.

-Estas confundido. Son los medicamentos, no vas a recordar las cosas bien por un tiempo, mientras la mutación se complete.

-¿Mutación?

-Vas a ser el primer humano que pase por esto, es emocionante. Ah, soy Valeria, trabajo para el CIV, soy un vampiro sin genes fuera de lo común, eso significa que no he sido mutada.

-Vaya… eh… ¿Qué es todo eso de los genes y la mutación?-insistí con la pregunta.

-Te lo explicaré mientras procedemos con la mezcla de genes. Tú solo relájate y déjate llevar por la anestesia.

-No voy a dejar que me hagas nada… no es seguro para mi integridad.

-Cálmate, solo vamos a mejorar tu vida.

-Pero…

Valeria se acercó a mí con una aguja. La insertó en mi cuello y bajó el émbolo. Todo se fue volviendo borroso e iba perdiendo la conciencia de nuevo.

Pronto deje de sentir, y no podía moverme. Entré en una marea de sueños, recuerdos, pesadillas, sucesos imposibles…

Era la primera, en años, que me sentía en paz. No era consiente de nada y mi cerebro se encargaba de crear la realidad que más le gustara.

Ojalá hubiera durado un poco más.

De un momento a otro volví a ser consiente. Sentía una intensa picazón en la pierna. Unos tarros se rompieron en algún lugar. No podía ver nada por la luz que estaba directamente dirigida hacia mi cara.

-¡Corre, Nicholas!-dijo una voz a mi espalda, era una mujer… ¿Pero quién?-¡Corre, ya estas desconectado!, ¡Despierta!, ¡Huye, no te quedes, corre, busca a Rebeca y corre!, ¡Corre!

¿A dónde quería que fuera?

Me levanté de la camilla de hospital e ignorando el fuerte dolor en mi cabeza corrí hacia las únicas puertas que veía. Eran de un azul claro y tenían unas pequeñas ventanitas en medio.

Alguien me agarró del brazo. Era Elena… parecía loca.

-No te vayas… Nicholas, por favor, quédate aquí- me imploró, mi vista se iba aclarando cada vez más.

El piso, que alguna vez fue blanco, ahora era rojo por la sangre regada, un montón de chicos que no superaban los 17 estaban golpeando a unos hombres con batas de científicos. Frascos de medicina iban rodando por el piso. Valeria, la chica que  me había hablado, estaba mordiendo a un chico. Sus ojos eran totalmente negros… no había ni una mancha de blanco… parecía un demonio y tal vez lo era.

-Déjame-solté mi brazo de su agarre y salí corriendo.

Al llegar a la puerta me di cuenta de que estaba cerrada.

¿Y ahora qué?¨

-¡Nicholas, arriba!-volvió a gritar la chica de antes-¡Encuentra a Rebeca!, ¡Ella sabrá que hacer!, ¡Síguela, te sacará de aquí!, ¡Bruno está esperando fuera!

-¡¿Quién demonios es Bruno?!-grité en respuesta, buscando a la chica con la mirada. Cuando por fin la encontré Valeria se iba acercando a ella.

Tenía un cabello rubio, casi blanco, y unos ojos grises que reflejaban preocupación. Era guapa… era.

-¡Es una chico…!-no pudo completar la frase, Valeria ya se había abalanzado sobre ella y buscaba su cuello.

Me voltee y busqué una salida.

En el techo había un ducto de ventilación.

Tal vez…

Me subí en una mesa que había cerca e intenté alcanzar el borde del hueco. Lo logré. Pude subir al ducto y allí empecé a gatear. Después de unos segundos había una pequeña intersección. Volteé a la izquierda. Allí otro hueco estaba esperando por mí.

Quité la tapa que, por suerte, no estaba ajustada. Me deslicé.

Con un duro golpe contra el suelo, ya estaba fuera de la habitación. Me ubiqué un poco. Como había prometido la chica, un joven estaba esperando. Tenía la espalda recostada en la pared y una sonrisa burlona.

-¿Qué?-le pregunté, parándome del piso.

-Nada-dijo con voz grave-Solo me sorprende tu gran habilidad para recorrer ductos en batas de… ¿Qué son esos?, ¿Ositos?

-Hay un montón de gente muriendo allí dentro… ¿Y a ti lo único que te preocupa es si me veo guapo o no saltando con batas de osos?

-Me parece un aspecto importante.

Así no conociera a este tipo… creía que podía confiar en él.

-¿Bruno?

-El mismo.

-¿Qué pasa?, ¿Por qué hay tanta gente muerta?

-Responderé tus preguntas después… ahora tenemos que encontrar a Rebeca, y hacer algo con esa pierna tuya.

Bajé la mirada, un largo corte se extendía por mi muslo izquierdo. Parecía infectado.

-No me había dado cuenta.

-Vamos-dijo él y empezó a caminar por el largo pasillo que se extendía en frente.

¿Tenía que seguirlo?, ¿Podía confiar en él?, ¿En Rebeca?

-Mira, tío-parecía apurado-Tienes dos opciones, te quedas aquí y esperas que Elena y sus secuaces vengan por ti o vienes conmigo, encontramos a Rebeca, ella te sana la pierna y salimos de aquí.

Me lo pensé unos segundos y lo seguí por el iluminado lugar de baldosas blancas.

Las Crónicas de Rebeca.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora