XI Capítulo

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Rebeca Moore

Bruno corría desesperadamente hacia la sede del CIV. No era muy rápido. Podía superarlo en velocidad muy fácilmente. Ser vampiro era… para ser sincera genial. Podíamos correr extremadamente rápido. Teníamos fuerza sobrehumana y…, bueno, ahora yo era casi imposible de matar.

Sentía la energía extenderse por cada fibra de mi cuerpo. La fuerza de mis piernas que me impulsaban hacia delante. Las calles eran solo un borrón, pero al mismo tiempo estaba segura de que no podía estrellarme.

Mis reflejos eran excelentes. Podría esquivar una bala sin ningún problema. Se podría decir que éramos más rápidos  que el sonido si queríamos.

No nos llevó ni un mito regresar a la sede, y no estábamos cansados.

-¿Crees que siga adentro?-le pregunto.

-Estoy seguro de que no ha salido. Cree plenamente de que el CIV es la solución a los problemas.

Bruno se acercó a una pequeña puerta de metal que estaba abierta. Adentro todo era un caos. La gente corría de un lado al otro. Gritaban nombres. Buscaban a otras personas y comentaban la muerte de Elena.

Nos camuflamos con los otros.

-No puedo creer que la muerte de Elena se haya producido por una estúpida que trataba huir-Oí comentar a alguien. Me puse las gafas de lentes oscuros y me tape la cara con el cabello, tratando de esconderme.

Eso era imposible. Los dos destacábamos. Éramos lo únicos que no  llevábamos unas batas de científico y no comentábamos el sádico episodio.

Bruno me jaló hacia un cuarto. Estaba lleno te batas. Cada uno se puso una.

-Quiero que me sigas el juego en todo, ¿Vale?-me pidió.

-Vale.

Volvimos a salir y nos apretujamos con los demás.

-¿Cómo es que nuestra querida Elena pudo haber muerto de un modo tan horrible?-me preguntó.

-No lo sé, simplemente tenemos que afrontar esta cruel realidad. ¿Quién podrá reemplazarla?, no creo que sea posible, Elena era la perfecta líder.

-Tal vez Jonathan esa una buena opción, era el segundo al mando. Elena lo debió haber entrenado muy bien.

Llegamos a un pasillo que al fin estaba solo. Al fondo había una sala de operaciones.

Bruno marcó un código en el pequeño teclado que había a la izquierda.

La puerta se abrió. Estaban en una pequeña reunión. Todos eran rostros irreconocibles. Excepto el de Valeria. La sala estaba hecha un desastre. Sangre y cristales rotos en el piso. Una cama estaba tirada por allí.

-Disculpen por interrumpir de este modo-se disculpó Bruno-Pero se necesita a la señorita Valeria con urgencia en la sala de incrementación genética.

Ninguno dijo nada. Valeria se paró y nos siguió fuera de la habitación.

-Beca…-empezó ella-Pensé que te habían encontrado…

-No hay tiempo, Valeria. Tenemos que salir de aquí.

-¿Por qué?, ya nos estamos organizando de nuevo. Pronto podremos seguir con la investigación. Tenemos avances que seguramente nos vayan a ayudar…

-¿Crees en ello?

-Sí, esta es la solución, Beca. Tú has vivido desde antes de que los Carnales existieran. Sabes que ellos son el problema.

Las Crónicas de Rebeca.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora