Las Crónicas de Rebeca.

Capítulo XXIV

Rebeca  Moore

Solo podía soñar con mi padre. Lo oía gritar. Oía gritar a todos los que quería.

Estaba una habitación oscura. Había un bulto en el suelo que convulsionaba y susurraba mi nombre.

Me acerqué corriendo y vi que era mi padre.

-Papi…

-Detenlo… hazlo por el mundo, Beca. Te necesitan. Arregla esto.

-Lo vamos a hacer juntos.

Él empezó a toser sangre. Un gran hueco se expandía en su garganta y a los pocos segundos ya estaba muerto.

-¡NO!- escuché gritar a Kat.

-¡AMOR!-mi madre.

-¡TÍO!-Robert

-¡MI HIJO, MI HIJO, ALGUIEN HAGA ALGO!-la abuela.

Todos gritaban excepto yo. Cuando todos se callaron y lloraron en silencio, yo susurré:

-Lo haré… ¿Por qué me dejaste sola?, no quiero que me dejes. Mi madre no está bien… papi…

Y entonces sí empecé a gritar. Grité porque sabía que las pesadillas me iban a visitar todas las noches. Grité por toda la sangre que se iba a regar por mi culpa.

 Mis gritos eran agonizantes y no podía detenerlos. Sabía que estaba loca, que no podría hacer nada si no me calmaba, pero entonces vi cómo le clavaban cuchillos a mi familia y todos caían muertos. La habitación se iluminó y allí estaba Nicholas lleno de sangre. Sangre de mi familia.

-NO-grité y lloré. Sentía como se me partía el corazón. No, era algo peor que eso. Sentía como si hubieran agarrado al pobre órgano que bombea sangre, lo hubieran utilizado como pelota de tenis y luego lo hubieran echado en ácido. Sí, esa era la expresión.

-¿Por qué?- pregunté

-Porque te amo.

Cuando desperté estaba en un avión. Me senté rápidamente y me peiné. Nicholas estaba a mi lado.

<<Porque te amo>>

<<Fue solo un sueño, Beca>> me dije <<No>>

Me levanté mirando con odio a Nicholas. Inspeccioné el avión que era bastante lujoso. Todo era beige y caro. Estaba pensando en saltar cuando escuché a Nicholas decir:

-Te voy a explicar todo, ¿Vale?, pero no me dejes.

Me volteé.

- ¿No quieres que te deje como lo hiciste tú conmigo?

- Beca, yo no quise dejarte. Quería proteger a mi familia y… a ti.

-No necesito tu protección.

-Pues si estás aquí debe ser por algo.

-¿Así que insinúas que no soy capaz de valerme  por mí misma y que he sobrevivido estos 300 años por “suerte”?

-¿Cuándo dije eso?

Lo miré fijamente. En realidad su cabello no era cobrizo. Ahora que lo veía bien sin la luz del sol, su cabello era castaño claro, pero cuando se acercaba a la luz unos rayitos rubios y rojos aparecían. ¿Qué color se supone que era ese?

-Escucha, Nick, no debes preocuparte por mí… te perdono por irte- ¿Le estaba reclamando por no estar conmigo?, ok, eso era nuevo en mí- Pero… no sé si lo entiendas… ¡MATASTE A MI PADRE Y A MIS TÍOS!, ¡TENGO DERECHO A QUERERTE GOLPEAR!