XXIII capítulo

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Nicholas Miller

Hace tiempo que había dejado de escribir en este diario. Tengo que contarte varias cosas. Vlad Drăculea es el hombre más inteligente que puede existir. Después de salir por aquella ventana, me había llevado a rastras hacia un pequeño helicóptero a las afueras de Terni. ¡Joder!, me dijo que nos dirigíamos a China, ¡China!

No podía protestar. Sólo lo seguía para proteger a mi familia. No sabía bien a dónde llegamos, creo que era un museo. Me dejaron en una oscura bodega llena de cajas y tuve que esperar por largas horas hasta que Sabana, la mejor amiga de Rebeca, me trajo una bandeja con una botella. Se sentó en el piso junto a mí.

-¿Qué es esto?-le pregunté, mirando la botella.

-Sangre.

-Tenía entendido que no había mutado bien.

-Estás a prueba. Si tu cuerpo logra sobrevivir a base de sangre por esta semana, serás recibido en el clan.

-¿Y si no?

-Bye-hizo un gesto con la mano.

-¿Me matarán?

-No lo sé. ¿Cómo está Rebeca?

Imágenes cruzaron mi mente. Aquella chica de pelo castaño que parecía estar desesperada, pasó volando como un viejo recuerdo.

-¿Cómo crees?, la policía Carnal la busca, los brujos y los vampiros también. Ahora es una mutante y el mundo está al borde de la guerra. ¡La pobre se está volviendo loca!

-Se nota. La estamos vigilando y lo único que ha hecho hasta ahora es planes sin sentido. Quería crear un nuevo bando, pero luego se arrepintió. Ahora está pensando en capturar a un ángel.

-¿Se puede hacer eso?-dije abriendo los ojos, incrédulo.

-¿Te sorprende?, ¿A estas alturas algo te sorprende?

Tenía razón. ¿Qué era imposible ahora?, después de ser engañado por una bruja, ser capturado por una organización demente, enterarme de que existen los vampiros, brujos y que se va a desatar una guerra en la cual estoy metido hasta el fondo, ¿Algo podía sorprenderme?

Una duda floreció en mi cabeza. O más bien muchas.

-¿Por qué estás aquí?, ¿Dónde está James?

Cerró los ojos por un largo tiempo. Parecía querer olvidar su pasado. No…

-James…

-Murió.

-¿Disculpa?

-Vlad lo hizo. Necesitaba un cuerpo para que los demás pensaras que estabas muerto. Lo mató y desfiguró su cara. Le arrancó el cabello y lo tiró. Valeria y Bruno lo encontraron y pensaron que eras tú.

-Pero si no nos parecíamos en nada.

-Estaba desfigurado y llevaba tu misma ropa, Nicholas. Quedaron impactados y tiraron el cuerpo.

Sabana lloraba en silencio y yo también. Aunque fuera el peor compañero de trabajo, un alcohólico y siempre me echaba la culpa de todo, era mi mejor amigo y casi hermano. Era.

-¿Cómo acabaste aquí, Sabana?, ¿Él lo hizo?

-Si te refieres a Vlad, no. Yo me lo hice a mí misma.

-¿Cómo?

-No sabía que estaba muerto y lo empecé a buscar. Al inicio pensé que tal vez el Sr. Moore me podría ayudar, así que fui a la casa de Beca y allí estaba su primo, Robert. Fue tan tierno y bueno conmigo que… que… empecé a sentir algo. No quiero que pienses que todavía no amo a James pero… estaba tan desesperada y triste que necesitaba que alguien me consolase y Beca no estaba allí para darme apoyo y no podía contarle a mi familia nada, así que…

-Te refugiaste en el cariño de Robert-finalicé la frase.

-Sí-ahora lloraba aún más- Me ama y vine aquí con él. Me explicó todo y me dijo que se sentía muy solo y que yo era la única chica la cual podría cambiar eso. Que no le importaba si yo era Carnal, quería que lo acompañara en su duro viaje. Nicholas… es el único chico en el cual me ama.

-No te ama. Si te trajo aquí y te metió en este lío, no te ama. Si en verdad lo hiciera te hubiera protegido- no sabía cuándo había empezado a confiar tanto en Sabana, pero ahora sentía que podíamos ser excelentes amigos. Tal vez las pérdidas unían a la gente…

-¿Qué te hace pensar que puedes hablar sobre mis sentimientos?-preguntó una voz grave. De las sombras salió un joven alto y de pelo castaño. Robert.

-Amor-dijo con un nuevo brillo en sus ojos Sabana- ¡Volviste!

Se lanzó a sus brazos y se dieron baboso beso. ¿Tan rápido se había olvidado de James?

Se veía como si en verdad hubiera amor, pero mis antiguas experiencias con Robert me hacían pensar lo contrario.

El chico caminó hacia mí, agarrando a Sabana de la cintura. Tenía esa mirada Moore que te decía: Soy mucho mejor que tú, así que obedéceme. Tal vez todas las personas que vivían en esa casa tuvieran la mirada.

-Carnal, debes estar listo para jurar tu lealtad hacia el líder, Vlad.

-¿Y si no me apetece?

-Tu familia y amigos morirán.

-Vale, vale, cálmate, Brother. ¿Dónde firmo?

Me tendió un cuchillo, claramente molesto.

-Córtate la yugular.

-¿Qué?

-Hazlo. Si eres un verdadero mutante no morirás. Con la sangre que salga sellaremos el juramento.

-¿Y si no soy un verdadero mutante?

-Te arrojaremos al  río.

-Robert…-se quejó Sabana.

-Soy sincero.

Con un poco de nerviosismo alcé el cuchillo. ¿Qué más podía hacer?, de todas formas iba a morir.

Corté teniendo muy claro que mi mutación no había salido bien y que mi destino no era muy bonito.

Dolió. ¡Mierda, sí que dolió!

Esperaba una muerte instantánea, pero en vez de eso me quedé allí, medio arrodillado y agonizante.

-Está sangrando demasiado…-escuché.

-Ahora, repite después de mí: “Juro serle fiel a mi creador, a mi salvador, a mi líder Vlad, quien hará con mi cuerpo y mente lo que quiera, quien me guiará y me protegerá. Así será por el resto de mi vida”

Dije algo parecido, aunque estaba casi inconsciente.

-Juro ser fiel a mi creador y líder Vladimir, quien hará con mi cuerpo y mente lo que quiera, quien me guiará y me protegerá. Así será por el resto de mi vida-luego, Robert untó su mano en mi sangre y me obligó a estrecharla. No recuerdo nada más.

Verás, no te preocupes, no soy un esclavo de Vlad. En mi juramento  dije: Juro ser fiel a mi creador, y bueno, Vlad no me creó, me transformó. Luego dicté: “…líder Vladimir”, y Vlad lidera con solo su seudónimo Vlad, más no Vladimir, así que solo debo seguir las órdenes de un Vladimir que me haya creado, así que es imposible.

Estoy orgulloso de mí mismo.

En ese momento llevaba a Rebeca en brazos. Ésta gritaba mientras estaba inconsciente. Hasta ese momento no me había dado cuenta de que hay cosas peores que la muerte.

-Cállala-me ordenó Vlad- Yo buscaré a sus amigos, sube al avión, nos vemos.

-Sí, mi amo.

Así no fuera su esclavo, debía actuar como si lo fuera. Era muy difícil evitar que se enterase, ya que leía las mentes. Llevé a Rebeca al avión y la dejé en una silla. A Vlad le gustaba viajar cómodo y por ello siempre nos transportábamos en coas muy lujosas.

Le avisé al conductor que Vlad no nos acompañaba en este viaje y acomodé la cabeza de Beca en mis piernas. Después de un rato intentando calmar sus gritos me quedé dormido.

Las Crónicas de Rebeca.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora