La primera escapada a Seattle

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A ojos de Klaus

El pasado   

Después de dejar a Rajky como siempre lo hacía en las fronteras de Seattle y Forks decidí quedarme unos días en aquel lugar a sabiendas de que tan solo Agnes era quien me esperaba en Alemania, y ella bien podía esperarse unos días más mi regreso, mientras yo me paseaba por el lugar, esperando conocer a alguien más de mi raza por aquella zona, ya que solo sabía sobre los Cullen y eso solo por boca del teniente.


El efluvio de la gente se entremezcló en mi garganta, dificultándome el controlar mi sed, ya que yo si bebía sangre humana, y el estar cerca de ellos era bastante perturbador.

Comencé a seguir a una chica, la cual olía por demás apetecible; se encontraba sola así que sería un blanco fácil, bajó rápidamente por unas cuantas veredas, volteando de vez en cuando hacia atrás, como si percibiera mi presencia, mientras yo trataba de ocultarme.

Al cabo de unos cuantos segundos decidí atacar, pero justo cuando me dispuse a arrojarme sobre la presa, algo o alguien me tacleó con todas sus fuerzas, arrojándome a un callejón sin salida, golpeando mi cuerpo en contra de la pared y un montón de basura aglomerada en aquel lugar.

Me levanté rápidamente del suelo, observando a un joven apuesto de unos veintiocho años de edad más o menos, el cual me contempló desde la salida del callejón, sin poder divisar bien su rostro, hasta que el serio e imperturbable hombre salió hacía la luz, admirando sus ojos color carmesí, justo cuando el viento me trajo su efluvio, percatándome de que se trataba de uno de los míos.

—No puedes cazar aquí. —Alegó el caballero, mientras yo inclinaba la cabeza, respondiéndole en un tono de voz amable, demostrándole que no tenía intención alguna de molestar ni mucho menos causar problemas.

—Lo siento, no sabía que Seattle ya tenía un clan. —El hombre asintió, preguntándome que hacía en aquel lugar. —Solo acompañaba a alguien, pero ya me iba. —Me dispuse a marcharme justo cuando la voz seductora de una mujer me hizo voltear a ver nuevamente hacia aquel lugar

—¿Por qué siempre eres tan sobreprotector mi Sebas?... el caballero solo quiere alimentarse, ¿no es así?... ¿Señor?...

—Klaus... Klaus Tombstone, my lady. —Ella estiró su mano hacia mí, para que se la besara, acercándome rápidamente hacía ella, tomándosela entre las mías y así poder depositar un pequeño beso en el dorso, alzando el rostro para ver mejor a la hermosa vampiresa, quien soltó rauda mi mano, comenzando a caminar a mi alrededor, mientras yo observaba el rostro de aquel vampiro, el cual me miraba con cierto desdén.

—Mmm... ese acento... ¿De dónde es Sr. Tombstone? —A lo que respondí rápidamente.

—Soy norteamericano señora... pero vivo en Alemania, mis padres eran de allá y mi hermana vive aún en el pueblo de... —Ella me hizo callar con un ademán de fastidio y total aburrimiento, como si lo que le estuviese diciendo le importase en lo más mínimo.

—Sí, si... que lindo... ¿Y qué le trae por acá señor Tombstone? —A lo que respondí con un tono de voz altanero.

—Sargento mayor Tombstone, señora... —Ella alzó sorprendida una de sus cejas, escuchándole rugir a su acompañante, observando como la vampiresa palmeó su cabeza, como si él fuese un perro, exigiéndole al vampiro, ignorándome por completo.

—Ya Sebastián, calma esas malas pulgas o no habrá doble ración para ti hoy mi hermoso pulgoso. —No supe si reír o no ante aquello, pensándomelo por unos segundos, prefiriendo mantener mi rostro inmutable, mientras la mujer preguntó en un tono divertido. —¿Y qué le trae por aquí, Sargento Tombstone?

Lunasticio de dos LunasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora