Lunasticio de dos Lunas

Capítulo 21 Perdiendo también se ganas

A ojos del lector

Paul se paseó por los alrededores del bosque de Forks, sumergido entre los pensamientos de todo lo que había ocurrido con su tribu "Los Quinault", los cuales Aro había masacrado dejándolo solo en el mundo. Entre sus divagaciones no se percató que había llegado al acantilado que daba a la playa, observando detenidamente una larga y hermosa cabellera negra, aquella que danzaba con el viento.

Desde aquel lugar se podían escuchar las risas provenientes de la parte baja de aquel acantilado, el cual daba a una enorme playa de oleaje constante, acercándose sigilosamente a la orilla, pero aunque la hermosa chica de cabellos oscuros parecía estar sumergida en sus pensamientos, llamó de repente, volteando su rostro.

—¿EdwJake? —El chico quedó completamente inerte en aquel lugar, observando los dulces ojos de aquella chica, aquellos que denotaron cierta tristeza al ver que se había equivocado en su suposición.

—Lo... lo siento. —Ella lo miró de arriba hacia abajo, volteando de nuevo su consternado rostro, mientras le preguntaba. —¿Quién eres? —El chico se imaginó que la hermosa joven era la prometida del hibrido que le había salvado la vida en Francia, respondiendo su interrogante.

—Soy, Soy Paul... Paul Mélawe, lamento el que te hayas ilusionado en vano. —A lo que la chica le interrumpió.

—Es que hueles a alguien que...

—Si, a EdwJake... escuché perfectamente como me llamastes. —Ella le dio una mirada furtiva al joven, volteándole el rostro de mala gana, tratando de acomodar su cabellera, la cual siguió moviéndose gracias al fuerte viento, consiguiendo que el joven percibiera su efluvio.

—¿Eres una Quileutes no? —Idalí asintió, preguntándole de donde conocía a EdwJake y porque traía su chaqueta.

—Soy el último de los Quinault, mi... tribu fue devastada por los Vulturis, muchos fueron asesinados y los pocos que fueron tomados como rehenes y usados como conejillos de india, murieron en los experimentos de un vampiro demente y cruel que acabó con todos y... —Tragó grueso. —El teniente me trajo hasta acá, sin duda es un extraordinario muchacho. —Ella asintió sin dejar de darle miradas furtivas al joven, enfocando nuevamente su mirada hacia el horizonte.

—¿Sabes por qué no ha venido? —A lo que el joven respondió que el chico y su familia tenían problemas con una vampira fugitiva, quien al parecer, había infringido la ley.

Idalí asintió, alegando que sabía perfectamente de quien se trataba, mientras Paul se acercó a la orilla del acantilado, observando a los demás Quileutes en la playa.

—¿Puedo preguntar por qué no estás con tu familia? —A lo que la joven respondió, que no deseaba inundar a sus familiares de malas energías. —No creo que una chica como tú pueda poseer mala vibra... es más, me sentía realmente mal mientras caminaba hasta que percibí tu aura tan pura y dulce, la cual me trajo hasta aquí, haciéndome sentir mejor. —La joven volvió a verle, sonriendo con cierto desgano para tornar nuevamente el rostro serio.

—Tu padre te enseñó bien como abordar a una mujer. —Fue la dura respuesta de Idalí, a lo que Paul respondió, acercándose aun más a ella, agachándose para sentarse a orillas del acantilado.

—Mi madre fue la que me crió, mi padre murió antes de que yo naciera y solo tuve un tío, el cual no era muy diestro en eso de la paternidad, en nuestra tribu poco se usaban las buenas palabras por eso yo estudié en la capital, pero lamentablemente toda aquella tragedia sucedió cuando yo los visitaba. —Idalí se sentó a su lado, preguntándole porque no seguía su carrera, a lo que Paul respondió. —Porque mis únicos dos motivos para ello ya están muertos.