Lunasticio de dos Lunas

Capítulo 26 - Una loca pero apasionada luna de miel

A ojos de EdwJake

Toda la recepción se había terminado, sin saber si debía alegrarme o sentirme aún más asustado de lo que ya estaba, intentando despedir a todos los invitados en el muelle, ya que tía Alice había hecho reservaciones en uno de los hoteles de Brasil, para dejarnos a Klaus y a mí a solas.

—Ustedes solo dejen todo tal cual, que yo vendré mañana después del mediodía a limpiar todo con Rosalie y Emmett... ¿Está claro? —Tanto Klaus como yo asentimos, escuchándole decir a Francesca.

—Espero que no vengan a levantar los escombros del desastre que estos dos ocasionaran. —Jacob se aclaró la garganta, señalando disimuladamente a Charlie para que la vampiresa no hablara más de la cuenta. —Pppffsh... —Bufó Francesca por la nariz, alegando que no entendía por qué los Cullen nos empeñábamos en hacer vida social con el ganado, subiendo al yate, mirando al abuelo de mala gana.

Todos abordaron el yate, despidiéndose entre bromas y mamaderas de gallo, exigiéndonos que no fuésemos a destrozarles la casita a los abuelos, consiguiendo hacerme sentir aun peor.

Entramos a la casa después de que el yate zarpó, sintiendo el efusivo abrazo de Klaus, correspondiéndole con una sonrisa de medio lado, para que el chico no se diera cuenta de mis nervios.

—¿Klaus?... ¿Por qué no limpiamos nosotros y le enviamos un mensaje a tía Alice para que no vengan mañana? —El chico se separó de mí, mirándome un poco extrañado, argumentando a mis palabras. —Es que así es mejor, ¿no te parece? —Klaus asintió, comenzando a limpiar la casa a velocidad vampírica mientras yo lo hacía como cualquier humano para tardarme más de la cuenta, pero el chico termino todo en menos de media hora.

"¡Maldita sea!" Alegué mentalmente, observando la mesa de los regalos. —¡Aaammm!... ¿Por qué no abrimos los regalos? —Klaus asintió por demás encantado, trasladando todos los obsequios desde la mesa hasta el sofá, comenzando por uno grande de moño rojo.

—No creas que no sé lo que estás tratando de hacer, pero... te daré gusto. —Alegó el chico sin tan siquiera mirarme a la cara, pasándome el obsequio que le había señalado, mientras que yo sonreía haciéndome el tonto, buscando la tarjeta del regalo para ver de quien era.

—Este es el de la abuela Esme. —le notifiqué a Klaus, quien alegó que había sido más que suficiente el que nos prestara la casa para realizar la boda y pasar nuestra luna de miel.

Abrí el enorme paquete encontrándome con un par de suéteres de lana, al parecer, hechos por la misma abuela, ya que uno era en blanco y rojo con las iníciales E.C. y otro en azul con las iníciales K.T.

—¡Vaya!... creo que eso de tejer y hacer suéteres cursis son manías de abuelitas, ¿no?... —Comencé a quitarme la chaqueta y la camisa militar, colocándome el suéter, percatándome de que Klaus hacia lo mismo.

—Veamos este. —Exigió Klaus tomando un pequeño paquete, el cual decía. —Para: EdwJake y Klaus, de: Emmett. —El joven alemán abrió el regalo, asomándose al interior de la pequeña bolsa de regalo, soltando una estruendosa carcajada, imaginándome que el muy desgraciado había hecho nuevamente de las suyas.

Me cubrí el rostro, preguntándole que era el regalo, a lo que Klaus sacó de la bolsa un tubo de lubricante anal y un spray de anestésico local, tomando el cojín del sofá, tapándome la cara completamente muerto de las risas ante aquello.

—De seguro mi suegra Rosalie se los compra a él por cantidades industriales. —Yo no pude dejar de reír, intentando controlar mis carcajadas, tomando otro obsequio.

—Oh, Dios mío... no puedo con este tío Emmett, tan coño de su madre. —Leí mentalmente de quien era el próximo obsequio, alzando una de mis cejas al ver de quién era, mostrándole a Klaus la tarjeta, consiguiendo que el chico sonriera, notificándome que ya sabía lo que era, sacándole de la caja, sin saber qué demonios era, hasta que Klaus me explicó.