-Cuando llegaste? Por que no me has buscado? Como te ha ido? -Seguían en en el suelo pero la rubia sonreía y atacaba al chico de preguntas. -Por que has venido?
-Me gustaría responder, pero me quitas el aliento, bombón, en serio, estas arribas arriba.
Con la cara roja se levantó rápido avergonzada, miro nuevamente a su amigo y sonrió feliz.
-SEIYA. -Un grito detrás de ella y un moño rojo paso de lado de Usagi, viendo como Minako abrazaba a el moreno feliz. -Qué felicidad, qué te trae a la Tierra?
-Con estas bienvenidas, me iré más seguido. -Guiño el ojo coquetamente y miro a Usagi. -Aunque temo decir que no es por algo bueno que volvimos.
-Volvieron, entonces también vino Yaten... - Miro nerviosa a los lados y detrás del chico y al no verlo suspiro feliz, para sus otros dos compañeros la miraron extrañados.
-Vamos a hablar de lo que vimos, que tal si vamos a Crown. -Inocentemente sugirió el lugar que sabía que le gustaba a las sailors, las dos se miraron y gritaron un no nerviosas, no queriendo regresar después de ese incidente y más por que estaban todos ahí.
-Vamos a mi departamento, son dos cuadras. -Empezó a andar Aino junto con los otros dos.
La platica se tornaba en la reconstrucción de Kinmonku y detalles de la nueva vida de las sailors. Con toda naturalidad hablo de cada detalle y sobre los avances en esos 5 años.
-Qué alegría que tu planeta reconstruido, les deseo lo mejor. -La princesa de la Luna miro el cielo estrellado, esperando que sus buenos deseos llegarán hasta la reina de aquel planeta, a su lado Seiya miraba ese gesto tan inocente y lleno de pureza y entendía como había llegado a amarla tanto.
-Llegamos, vamos. -Era una casa de dos pisos, cada uno era una pequeña casa, al entrar quedaron sorprendidas por la limpieza y sobriedad. Solo tres sillones en medio de la sala, una repita con libros y películas, un mueble grande para la televisión, las paredes estaban de un color amarillo claro, como el amanecer, dando un toque de armonía, fotos en las paredes de Minako con sus papas, con sus amigos extranjeros, con sus amigas y una que no vio Kou por ver todas donde salia Usagi, una donde venia con su novio la sailor del amor.
-Acaso creían que vivía en un chiquero? - Se burló al ver las caras de sus amigos -iré por algo de tomar, que quieren?
-Un café. -Respondieron a la par y se rieron.
-Dime, hay alguien, una amiga nueva? -En cuanto vio a su amiga salir pregunto algo que le tenía ansiosa. Mientras que Seiya se reia internamente por que veía algo de nerviosismo y celos, quería jugar decirle que si para saber su reacción pero las palabras de su reina retumbaron en su cabeza, la esperanza se apagaba y no arriesgaría lastimarla más de lo que ya este, sería un estúpido.
-Eres la única, daría mi vida por ti. -Se acercó lentamente y susurro cerca de sus labios, mientras la miraba. -No hay nadie más.
-Yo... Yo... Decía, amigas, yo -hiperventilando y tratando de no moverse en falso empezó a colorear de rojo, mientras que el mirada zafiro escuchaba los pasos de su anfitriona, regreso a su lugar disimuladamente y vio como su bombón roja dándose aire con la mano.
-Esta bien, estrellita, habla. Sabemos que Rei lo detecta pero no lo ve, Michiru y su espejo no saben nada o ya hubieran cambiado todo para proteger a Usa.
-Ya les dije que eso no pasará. -Serenamente pero reacia hablo la aludida.
El ambiente se torno algo pesado y sus semblantes se volvieron serios.
-La reina dijo que era algo más antiguo que el mismo Caos, fuerte y que gobierna corazones débiles. No entendí bien eso pero lo vimos y Taiki descubrió que vendría aquí y pedimos el permiso a venir a ayudarles, al entrar a la atmósfera perdimos el rastro. -Resignado tomo café y una galleta de las que había traído previamente. -Estamos aquí, se los debemos, chicas.
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Cómo rayos se había equivocado y decir que era un deber? Camino por todo el departamento mientras se reprochaba lo tonto que había sido.
Pero es que en realidad salio tan natural, no lo podía creer, cuando dejo de sentir algo por aquella chica?
Su otra vida era dedicada para ella y ahora, simplemente le era indiferente. No sabía si decirle algo a la chica o simplemente quedarse igual, sabía que tendrían una hija hermosa y que la amaba tanto, la extrañaba cada que recordaba que no estaba con él, también un futuro próspero no sólo para ellos, también para el mundo entero, Mamoru Chiba no quería ser egoísta y no cumplir su destino, además Usagi era frágil y no quería herir sus sentimientos, odiaran verla sufrir por arruinar lo que la había ilusionado entonces recordó el nuevo problema, camino lentamente por el departamento hasta su armario y vio su esmoquin, su traje de Tuxedo Mask.
-Rayos.
No le gustaba pelear, en realidad a pesar de siempre llegar a tiempo y ayudarlas y parecer el héroe, era el que siempre había tenido desventaja por la falta de poderes y el que llevaba la peor parte. Tampoco se creía inútil ya sabía que sin intervenir las chicas no hubieran ganado muchas batallas. Miro el celular y noto que aun no contestaba Setsuna, le extrañaba un poco ya que desde hacía un tiempo los dos eran Unidos y los mensajes eran contestados rápidos, ella siendo tan buena en biología le ayudo tantas cosas a su carrera ya que desde el ataque de galaxia no volvió a irse a Estados Unidos ya que su beca se perdió, no quería retrasar más su carrera y también por su novia, todos decían que había estado tan mal cuando el se fue y no quiso repetir ese calvario para todos, aún que ahora sentía que su novia era suficientemente fuerte para esas situaciones. La puerta sonó y abrió dejando ver a la morena, guardiana del tiempo.
-Las puertas se cerraron cuando llego tu mensaje.
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-Creo que es hora de salir. -Una sombra tiro una esfera en medio de una plaza, sin mas desapareció y la esfera se adherio a un joven, un grito desgarrador salio y se volvió oscuro, sus dedos se alargaron hasta el suelo y al tocarlo el pasto se fue secando y la gente volviéndose piedra.
-Todos... Todos... -Una doble voz se oía del joven.
El inicio de algo desconocido empezaba y las sailors aun no estaban preparadas.
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No más
Любовные романыQuería sentirse libre y amar sin ninguna restricción, no tener un destino que cumplir.