-Usagi, despierta. -Ser sacudida era fácil de ignorar pero esas pequeñas cachetadas la hizo abrir los ojos. Miro sus ojos azules, fríos y sintió lastima. -Al fin.
-Mamoru.
-Levántate. Tenemos que hablar con Caos. -Este había salido minutos antes diciendo que no quería perder tiempo.
-No, por favor regresemos con los demás. Tenemos que huir Mamoru.
-No me hagas enojar, eres demasiado ingenua, nadie se irá, él necesita el cristal para apoderarse de este sistema solar, nuestros poderes lo ayudarán, podremos gobernar juntos, sabes que significa que estaremos los dos otra vez, tendremos a Chibi-Usa y nuestro palacio, como ya estaba destinado.
El joven hablaba rápido y con algo de desesperación esperando que viera lo bueno del plan y la rubia lo veía con miedo.
-No. No te amo, no me amas. -Le retiro las manos que estaba tocando anteriormente.
-Serenity me amaba.
-Pero Usagi Tsukino no. Tienes a tu novia. Regresemos.
-NO. No lo entiendes, debemos cumplir nuestro destino.
-Por favor, recapacita.
-Chibi-Usa, mi pequeña dama. -La miro con lágrimas en los ojos. Entonces Usagi entendió que el también sufría. Le tomó la cara y junto sus frentes.
-Te entiendo Mamo-chan pero... No podemos forzar al corazón. Nosotros no podemos estar juntos por solo querer cumplir. Debemos seguir al corazón.
-Mi corazón está con mi hija. -La voz estaba determinada y entonces Usagi sontio un agarre en su muñeca muy fuerte, soltó un quejido y lo vio.
-Mamoru por favor.
-Callate, veremos a Caos.
En los pasillos de al pareces un departamento fue arrastrada mientras veía a su compañero. No podía creer que no funcionará hablar con él pero no se rendiria.
-Yo también amo a Chibi-Usa...
-Tú no la amas, solo piensas en ti, maldita egoísta.
-No, no entiendes, no es justo que seamos infelices, ella también sufriría por vernos así, crees que no llore pero si tuve muchos conflictos internos por esto. Entiende...
-No, entiende tú, mi hija es lo que amo. No la perderé por una princesa caprichosa.
El pasillo término y entraron a un lobby, vio al hombre de espaldas, era una cabeza más grande que el príncipe de la Tierra y traía un traje de vestir color negro. Al voltear solo pudo notar esos ojos vacíos y sentir un escalofrío.
-Hola princesa. -Se burló. La miro un largo tiempo y posteriormente vio por la ventana. -Sabes que las civilizaciones mueren por cosas absurdas, codicia, celos, poder, por ganar el poder para otros -eso lo decía con sorna -y aquí no es la excepción, princesa queremos que este lugar sea Pacífico, que vivan los seres inteligentes, que vivan las flores, fauna y empezar de nuevo con las civilizaciones, dejar un par de individuos y ser nosotros su Dios. Entiendes? Guiarlos a una existencia pacífica.
Lo escuchaba sin creerlo, quería jugar a ser Dios. Apuntar y matar, retrocedió un paso y topo con el pecho de Endimyon, lo miro horrorizada negando, tratando de que entendiera que todo eso estaba mal, pero el joven simplemente la ignoro. No podía creerlo, estaba diciendo que ellos serían los primero habitantes de la Tierra para empezar de nuevo.
-El detalle mi querida princesa es que el gobernante de aqui y su poder me ayudarán a rápidamente quitar los estorbos, ya lo viste, mi poder combinado con el dw Endimyon es grandioso, aquí es cuando entras tú. -Camino lentamente a la chica y tomo su mano delicadamente. -El legendario cristal de plata y mi poder serán más que perfectos para hacer hacer todo más rápido en todos los planetas.
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No más
RomanceQuería sentirse libre y amar sin ninguna restricción, no tener un destino que cumplir.