Todo su trayectoria a casa fue rápida, corrió lo más rápido que pudo y al llegar estaba solo Taiki sentado en la sala, ignorando a su hermano entro directo a su habitación, antes de tirarse a la cama y hundirse en su miseria vio a la pequeña Chibi-chibi ya acostada.
-Casi te olvido. -La cargo y esta solo se acuno en él. -Lo sé, sin ella no soy tan genial.
Le acomodo su cama y el fue a un sofá para dormirse, pronto escucho a la niña caminar junto a él y acomodarse en el sillón junto a él.
-Se supone que toda la cama es para ti, pequeña. -La tomo en brazos y la acostó en la cama, al darse media vuelta vio como se paro rápidamente para seguirlo. -Calma, voy por mi almohada. -Cuando la vio quedarse quieta sonrió y pronto se acomodaron los dos en la gran cama. -Gracias.
Chibi-chibi solo se acurruco con el joven y sonrió. La luna en su frente empezó a brillar pero no lo notaron.
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-Deja ahí, suelta. -Gritaba Taiki al borde de la histeria, mientras una pequeña pelirroja traía en sus manos un montón de papeles que los hacia volar. -No. -Corría detrás de ella por la casa. -Mi papelería escolar.
Yaten reia por la escena mientras tomaba su café, Seiya estaba viendo todo pero dentro de su mundo, era indiferente y todos lo botaron, 7lseis pares de ojos se posaron en él.
-Estas bien? -el mayor de los chicos hablo, tal vez siempre fuera alguien huraño y gruñón pero siempre estaba al pendiente de sus hermanos, el más jovial de los tres estaba mal y no lo dejaría solo.
-Chibi-chibi? -La pelirroja se paro frente a Kou haciendo al mismo gesto de Yaten con los brazos cruzados.
-Nada, solo... Solo soy un masoquista. -Resoplo mientras Taiki juntaba sus papeles, ahora que el pequeño torbellino se había detenido.
-La niña...
-Si, ella ya tiene una vida, llegue demasiado tarde. -Quería irse pero su nueva compañera le tomó la mano y lo intento sacar de la casa. -Vamos, lo se, necesito aire fresco. -Se escuchaba resignado mientras salia del departamento. Sus hermanos lo vieron con algo de pena salir de la casa.
-No la podemos culpar. Él ya lo sabia y aun así se acercó. -Dijo por fin Taiki mientras el otro chico asentia.
-Me voy. Tengo que ir a un entrena. -Al tocar el picaporte de la puerta su hermano lo detuvo.
-Tú también deberías de alejarte de ella, tiene novio. -Sabía a quien se refería, pero no era igual, ella lo amaba a él, solo que lo ignoraba a propósito.
-No es lo mismo. -Salio sin ver a su hermano y emprendió su caminata al polivalente.
Un Taiki resignado se quedó en el comedor limpiando, sabían que sería difícil regresar a la Tierra pero para sus hermanos era algo más que complicado, afortunadamente para él no lo fue, una sonrisa le iluminó la cara y rápido mando un texto a su dulce Amy para verla en la tarde. Nunca creyó que al verla se sentiría tan tonto como un puberto y cuando sus miradas sw encontraron supo cuanto la había extrañado.
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La noche anterior fue un completo caos y ahora estaba aun tirada en cama, sus ojos estaban hinchados de tanto llorar y Luna estaba ahí con ella, a pesar de haber sido reprendida brutalmente por la felina, llego el consuelo de ella y mejor aún llego su comprensión, tal vez no la apoyaba pero decía que si eso es lo que pensaba que era lo mejor estaba bien.
-Vamos, tienes que levantarte. -Escucho a su gran amiga pero hundió más la cabeza en la almohada. -Ya no eres una niña Usagi.
-Luna, me duele la cabeza, no puedo salir con los ojos así, parece que me dio una alergia.
-Esta bien, iré por una de las chicas...
-NO. -Estamos bien. La casa esta sola, puedo estar tirada en cama y nadie me molestara.
-Debes comer y tomar algo para la cabeza. -La gatita se sentía impotente de no ser de ayuda con ese cuerpo tan limitado, Usagi había pasado toda la noche llorando como una adolescente, pero se había pasado ella también de la raya con sus reclamos.
-Esta bien. Voy a dormir un poco. -Sin mas se dio la vuelta para fingir dormir pero todo estaba en su cerebro grabado, una y otra vez la misma cinta.
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-Adiós. -Lo miraba sin ningún sentimiento negativo, solo con un cariño de amigos, dejó ir tal vez a la persona que mas la apoyo en su momento y que muchas veces arriesgó su vida por ella, no podía saber si se arrepentiria o si simplemente sería feliz.
Tomo aire y sonrió de la manera más tranquila viendo a Mamoru. -Espero y podamos ser amigos. -Lo miro y noto su mirada detrás de ella y entonces noto la ausencia de su amigo. Iba a correr detrás de él pero fue sujetada de la muñeca.
-Vas a dejar todo, por él? Sabes que somos de la realeza.
-Sé que mi nombre es Usagi Tsukino y soy una licenciada en educación. Sé que soy torpe y llorona. Eso soy.
-Chibi-Usa... La estas olvidando. -Vio un atisbo de sufrimiento en esos ojos azules y ella también lo hacia, sus lágrimas rápidamente rodaron por sus mejillas.
-Ella... -No podía dejar de doler, imaginar que ya no estaría.
-Es nuestra hija.
-No... Mamoru, no podemos ser todo eso si nosotros no sentimos algo el uno por el otro. Dime, cuando amaste a Usagi Tsukino? Tu me ves como la Princesa Serenity o la Neo Reina no como esta chica tonta. -Se soltó del agarre -No nos amamos. Esa es la verdad.
Sin mas tiempo que perder entro a su casa, era oficial, estaba devastada al recordar a esa pequeña pelirrosa.
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No sabia que hacer ahora que caía en cuenta que todo se había acabado, se miro el dedo anular y se quito el anillo, psicologicamente se sintió más liviana y feliz. Se miro al espejo y ya no tenía los ojos hinchados pero si rojos, no importaba, Seiya no le.dieria nada. Por que eso era lo primero que haría, buscarlo. Tenía que hablar con él.
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-Despierta. Debes irte, Hotaru vendrá con las demás pronto. -Un quejido a lado de Setsuna la hizo reír.
-Te veré luego y gracias. -El príncipe de la Tierra se empezó a vestir mientras que la joven mujer lo veía feliz.
-Nos veremos después? -Lo miro con algo de incertidumbre mientras que el joven sonrió algo triste.
-Claro. -Se despidió con beso en la frente de la guerrera del tiempo y salió del lugar.
Hola otra vez! Obvio no puedo hacer sufrir a mi Seiya con una Usagi que no sabe lo que quiere!!!
Besos
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No más
RomanceQuería sentirse libre y amar sin ninguna restricción, no tener un destino que cumplir.