No encuentro palabras para explicarles lo que soy. Porque sí, existo, aunque no me puedan ver, ni tocar o percibir de ninguna manera con sus cinco sentidos. Oh, cierto. Los seres como yo tenemos sentimientos, y esa es, quizá, mi mayor desdicha y, al mismo tiempo, la única razón de mi existir.
Verán, ustedes saben que si lo que sienten por alguien no da frutos es porque no hicieron lo suficiente o, porque lo suficiente no fue, bueno, suficiente. Los estoy enredando, mis disculpas. Iré directo al punto.
Está esta chica hermosamente humana. Su cabello largo siempre revuelto, sus ojos oscuros con una chispa de vitalidad, sus rosados labios en medio de su dulce rostro...
Siempre había considerado inútil entretenerse demasiado tiempo observando mujeres humanas. Jamás podrían vernos, y solo nos quedábamos con un corazón roto. Pero estaba ese día caminando distraídamente por sus calles, cuando esta chica pasó corriendo junto a mí para no perderse el colectivo. Aprovechando mi inconsistencia física a sus ojos, me dediqué a detallarla. Era hermosa, en una forma que solo a ella le quedaría bien. Desordenada, relajada y sencilla. Parecía que no tenía que hacer nada para cautivar a un hombre, y no me equivocaba.
Desde donde estaba pude observar cómo se sentaba del lado de la ventana, y clavaba sus ojos en mí. Bueno, no en mí, sino en el lugar vacío en el espacio que yo ocupaba. Me reprendí mentalmente por desear que me hubiera visto, y sonreído con esa preciosa sonrisa que yo sabía que ella debía de tener.
De forma lenta, y sin percatarme, me fui obsesionando con ella. La seguía a todas partes. Me gustaba observar la pasión en sus ojos mientras tocaba su violín, o de alegría cuando cantaba sus canciones favoritas. Me gustaba ver sus facciones cuando leía un libro, sus sonrisas cuando pintaba al óleo.
Deseaba de forma ferviente y secreta secar sus lágrimas y ser el dueño se sus alegrías. Quería hacerla reír, que se sintiera amada y mostrarle lo hermosa que era sin necesidad de quererlo.
Me volví un loco, mi corazón se volvió desquiciado y estaba tan enamorado que dolía. Dolía no poder ser parte de su vida.
Teníamos un límite de tiempo que podíamos gastar en el mundo terrenal, y no me avergonzaba afirmar que ya había excedido ese límite con creces.
Aunque debí esperarlo, me tomó por sorpresa que me llamaran del gobierno. En ese momento tenía mi mente llena de pensamientos sobre ella, tanto, que había bloqueado completamente lo que me rodeaba.
Quise morirme en el instante en que escuché la sentencia por infringir las normas durante tanto tiempo. Debía dejar el mundo mortal para siempre.
Esa misma noche me encerré en mi habitación a escribir. Estaba furioso, y destrozado. Quitarme a Ella de mis ojos sería como quedarme ciego. Aun no la había visto por última vez, y ya sentía la opresión en mi pecho.
Escribí como un desaforado. Sobre Ella. Sobre el nosotros que jamás existió, y que jamás existiría. Escribí sobre el amor. Escribí sobre el odio. Escribí sobre el dolor.
En la madrugada de esa misma noche, me escabullí por última vez. Debía verla una vez más, grabarla en mi mente.
Entré por la ventana de su habitación, y me senté en el suelo junto a ella. La observé detenidamente, allí tendida, parecía un ángel. Mi ángel.
Lágrimas bañaban mis mejillas. Entonces me decidí. Después de todo, si jamás volvería a verla, por lo menos me iría con el sabor de su boquita en la mía.
Me incliné, y presioné suavemente mis labios sobre los de ella. Ese simple contacto, como el de dos niños inexpertos jugando a ser adultos, hizo que algo dentro de mí se revolviera. Fue como si un estante repleto de libros se callera. Pero no contaba con que ella se despertara sobresaltada y se cayera de la cama.
Me miraba atemorizada, mientras su pecho subía y bajaba violentamente. Y sí, me observaba. Podía verme. Lo que significaba que había sentido el beso.
-Lo-lo sabía-murmuró ella.
Entonces, mi corazón se detuvo.
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A veces Canto (y otras susurro himnos de guerra)
General FictionA veces canto, y otras susurro himnos de guerra. A veces, juego a ser pájaro y doy vueltas por los cielos. Me enredo en las brisas, me zambullo en las nubes, aleteo con todas mis fuerzas para ver si alcanzo el sol, me dejo caer de espaldas y agarro...