CINCO

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Le llevó pocos minutos vestirse y encontrar la escalera que llevaba a la planta principal.

En la casa reinaba un inquietante silencio mientras ella caminaba por los pasillos. Estaba acostumbrada a las voces atropelladas de sus padres, al tictac del reloj de pie, a las riñas de los criados arriba y abajo. Incluso de noche, rara vez había silencio su casa.

No oyó nada hasta que llego al vestíbulo. Un murmullo parecía salir de la biblioteca. Bajo sus pies el mármol se sentía frío, aunque se alegraba de haberse dejado los zapatos. Habrían hecho demasiado ruido.

Las voces subían de volumen según se iba acercando a la biblioteca. Se detuvo justo antes de llegar al umbral de la puerta. El vestíbulo, espacioso y sin muebles ni ornamentos, no procuraba muchos sitios donde esconderse. Tras mirar a su alrededor, se decidió por una profunda sombra en un rincón donde se encontraba la entrada de lo que parecía ser la cocina.

Con ayuda del silencio absoluto de la casa, pudo captar fragmentos de la conversación.

-Ella tiene el colgante. Es de los nuestros, Edward. ¿Por qué niegas lo que es obvio?

-Porque no quiero que sea verdad. No será más que un estorbo. Ni siquiera ha alcanzado el estado de Iluminación. -Se percibía la frustración en el tono de voz de Edward, incluso desde lejos.

-Eso no importa. Debemos protegerla.

-Además debemos protegernos a nosotros mismos, Harry. Será mejor que permanezca oculta, hasta que averigüemos quién es el responsable. -Se escucharon pasos cansados en el interior de la sala y ella retrocedió aún más entre las sombras, aguzando el oído mientras Edward seguía hablando-. Vayamos a ver a Galizur. Probablemente ya lo sepa, aunque deberíamos asegurarnos.

Oyó pisadas sobre la alfombra y se acurrucó cuanto pudo, conteniendo la respiración.

Los hermanos traspasaron el umbral y pasaron ante ella sin mirar siquiera. No se dirigieron a la puerta principal sino a la parte trasera de la casa. Aguardó unos segundos antes de seguir sus pasos. Nunca antes había seguido a nadie, pero supuso que lo más prudente sería mantener cierta distancia.

Escuchó el chasquido de una puerta en algún lugar más allá de su campo de visión, avanzó con prudencia. Efectivamente, había una puerta abierta. La cruzo y comprobó que conducía a una lóbrega cocina. No había más que una salida. Se dirigió a ella tan deprisa como pudo.

La puerta se abría hacia la parte trasera de la casa. Creyó ver un jardín o un solar más allá, pero estaba demasiado oscuro, solo podía distinguir unos cuantos escalones. Los bajó lo más sigilosamente que pudo y continuó caminando por un sendero pegado al edificio. No sabía si era la dirección que habían tomado Harry y Edward, puesto que ya no los tenía a la vista. Pero la única alternativa era el jardín, y estaba bastante segura de que los hermanos no estarían tomando el té allí.

El camino la condujo a la fachada principal. Vio la farola bajo la que se había parado hacía ya un buen rato, tratando de decidir si llamar o no al timbre, y se detuvo a unos metros de ella, para evitar ser vista. Tuvo un momento de pánico al inspeccionar las calles, iluminadas apenas. ¿Y si se había demorado demasiado? ¿Y si ya los había perdido?

Pero no. Cuando miró a la derecha, alcanzó a ver cómo los hermanos avanzaban por
el paseo envuelto en niebla, y sintió un repentino alivio. Los siguió calle abajo, tratando de mantener la suficiente distancia como para que no pudiesen ver su sombra o escuchar sus pasos, aunque aquella precaución era innecesaria: notó con satisfacción que sus pies descalzos no hacían el más mínimo ruido sobre las piedras.

No resultaba fácil mantener el ritmo de las largas zancadas de los dos hombres al tiempo que trataba de memorizar puntos de referencia para no perderse al regresar. Estaba evitando una farola cuando una figura oscura apareció de la nada, y se colocó bajo la luz.

-¡Oh, Dios mío! -Se llevó una mano a la boca incluso antes de haber dejado escapar las palabras.

-No puede ser.

El susto que se había llevado por la súbita aparición de la figura solo fue superado por su sorpresa ante la seca -y ya casi familiar- voz proveniente de aquella dirección.

Apenas se veía nada a través de la niebla.

-¿Edward?

Él suspiró e inclinó su cabeza para que ella pudiese ver sus facciones.

-No deberías estar tan sorprendida, dado que nos estabas siguiendo.

Ella sacudió la cabeza.

-Pero tú... yo... Quiero decir, que sí que os estaba siguiendo, pero...

-Me parece que eso ha quedado bien claro -la voz venía de detrás de ella. Supo
que pertenecía a Harry sin necesidad de darse la vuelta.

Parpadeó un par de veces, intentando despejar la niebla que parecía haberse filtrado
de la calle a su mente.

-Yo os estaba siguiendo. Eso significa que vosotros ibais delante de mí.

Edward cruzó los brazos por encima de su pecho, su expresión era tan sombría como
las calles que los rodeaban.

-Generalmente así es como suele funcionar. -Su mirada se posó en Harry-.
Qué lista, ¿verdad, hermano?

-No tienes por qué burlarte -soltó ella, bruscamente-. Ya sabes a lo que me
refiero.

Miró hacia la calle, por donde ellos habían caminando hacía apenas unos instantes.
Estaba segura de haberlos visto. Y sin embargo, ahora Edward estaba justo a su lado, como si hubiese aparecido de la nada.

Harry suspiró.

-Escucha, te lo explicaremos todo más tarde. Lo cierto es que no deberías habernos seguido. No es seguro.

Ella puso los brazos en jarras y se mostró desafiante:

-No pienso volver. Sea lo que sea lo que vayáis a hacer o adónde vayáis, también me concierne a mí. No soy una cría y no quiero que me ignoréis como si lo fuera.

-En otro momento, me habría gustado discutir ese punto. -Edward se apartó de la luz de la farola-. El caso es que no disponemos de tiempo. Tendrás que venirte con nosotros, aunque dentro de un rato puede que desees no haberlo hecho.

Abrió la marcha sin añadir una palabra más, mientras Harry le hacía señas para que los siguiera.

-Vamos, y mantente cerca. Son tiempos peligrosos para los de nuestra clase.


Según avanzaban por las oscuras calles, empezó a desorientarse. No sabía por qué tendría que confiar en los Styles, conociéndolos desde hacía tan poco tiempo, pero por lo menos ya no tendría que preocuparse de encontrar sola el camino de vuelta. Sabía que al final de la noche, regresaría con los hermanos a su casa grande y silenciosa.

Cruzaron el barrio de los ricos que rodeaba el Claridge y entraron en la parte más indeseable de la ciudad. No estaba asustada, aunque el rostro de Harry estaba tenso y llevaba la mano en un extraño objeto que colgaba de su cinturón. No consiguió ver la expresión de Edward, ya que continuaba a su ritmo bastante por delante de ellos. En cualquier caso, seguro que mantenía su gesto airado.

Estaba empezando a preguntarse a dónde iban cuando Edward se detuvo. Ella levantó la cabeza y se fijó en el destartalado almacén que tenían delante, segura de que el joven se había confundido. Pero cuando miró a Harry, este no parecía sorprendido.

-¿Qué hacemos aquí? -la voz de _______ sonó demasiado fuerte en medio de la oscuridad.

Edward, que se dirigía hacia el portón metálico de la fachada del edificio, ni siquiera la miró cuando habló:

-Visitar a una de las pocas personas en Londres que puede ayudarnos.

Tentación de Ángeles (Harry y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora