DIEZ

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Ya sola en la habitación, se desvistió, pero se dejó puesta la camisa a modo de camisón. Sus ojos, aún irritados por el humo y el hollín, le escocían a rabiar.

Pero no podía dormirse.

Aún no.

Se apoyó contra el gran cabecero de madera, con la caja de Galizur sobre su regazo.

Pasó sus dedos por los bordes toscamente tallados, trataba de convencerse de que sería mejor, más prudente, esperar a mañana para ver detenidamente su contenido, para leer la carta que le había dejado su padre.

Era un argumento inútil. El amanecer ya estaba iluminando el mundo tras las ventanas cubiertas de cortinas, y había cosas que sencillamente no podían esperar.

Deslizó poco a poco la tapa, contemplando cómo el contenido de la caja iba haciéndose visible.

Primero sacó el camafeo de su abuela. Lo examinó, preguntándose si la llave de la que hablaba Galizur estaría escondida dentro del guardapelo. Lo abrió y lo cerró, lo giró en su mano y lo miró desde todos los ángulos posibles. Pero no. No era más que un recuerdo de familia, y lo depositó con cuidado sobre la cama.

No contó el dinero al sacarlo de la caja, aunque en el fondo de su mente, estaba agradecida. Tenerlo significaba que no tendría que depender para siempre de Harry y Edward. Aunque ahora mismo, mientras aún trataba de comprender las pérdidas de las últimas horas, el dinero carecía de importancia.

Al mirar de nuevo dentro de la caja, solo se veía la carta, pero cuando sacó el voluminoso sobre, descubrió que debajo había algo: una fotografía. La reconoció de inmediato. Había sido tomada durante las vacaciones en la casa de campo. Padre las había sorprendido con la visita del fotógrafo, y ella y su madre se habían puesto sus mejores vestidos de verano para sentarse con él en el césped, mientras el fotógrafo desaparecía bajo una cortina de terciopelo pegada a su máquina. Desde entonces la fotografía siempre había estado en el salón. _______ no sabía que se hubiera hecho un duplicado, pero ahora, contemplando la vívida sonrisa de su padre, la luz en los ojos de su madre, visible incluso en los tonos blanco y negro de la foto, _______ se alegró de ello. La puso junto al camafeo y cogió la carta.

Vio un abrecartas plateado encima del escritorio que estaba bajo la ventana, pero no le apetecía abandonar la comodidad del colchón. Notaba cada vez más pesados los párpados. Deslizó un dedo bajo la solapa del sobre, y titubeó un instante antes de romper el familiar sello de lacre.

La carta no era extensa. Solo una página. Una página con la letra estilizada de su padre. Inclinó su cabeza sobre ella y leyó.

Mi queridísima _______.

A estas horas ya habrás visto a Galizur. Si estás leyendo esto, es que él te ha dado la caja, y con ella todo lo que nos atrevimos a guardar. No me imagino lo perdida que debes de sentirte en un lugar extraño, con tan pocas pertenencias, pero dado el poco espacio disponible, pensamos que el dinero sería la herencia más provechosa. Siempre supimos que tendrías que huir, que habría poco tiempo para reunir tus cosas.

Galizur y los Guardianes que quedan te habrán contado mucho de cuanto necesitas saber. Estoy seguro de que habrá sido una sorpresa, pero si vuelves la vista al pasado, te darás cuenta de que estás mejor preparada de lo que puedas pensar para los desafíos que te esperan. Va en contra de los decretos de los Dictata hablarle a un Guardián sobre su función en el mundo hasta que no haya llegado a la edad de la Iluminación, aunque todos y cada uno de nosotros veíamos venir esto. Es por eso por lo que aumenté la frecuencia e intensidad de nuestras lecciones en los últimos meses. Necesitarás de todos tus recursos para enfrentarte a lo que te espera. Revisa en tu memoria cada juego, cada explicación. Ahí encontrarás las lecciones que necesitas.

Voy a pedirte una sola cosa más. Será la más difícil de todas.

No llores por tu madre y por mí. Hemos vivido mucho tiempo y plenamente. Ha sido un honor y un privilegio tenerte como hija. Más que eso, ha sido una alegría para nosotros ver cómo te convertías en la joven fuerte que eres hoy y quererte como lo hemos hecho. El tiempo -y todos los acontecimientos que en él se suceden- pasa, como debe pasar. No podemos imponerle nuestra voluntad. La verdadera medida de nuestra fuerza está en nuestra capacidad de sobrellevar lo que el tiempo nos demande. Y no eres nadie si no eres fuerte.

No debes mirar atrás. Solo debes mirar hacia delante. Mirar hacia delante y poner de nuevo a salvo al mundo y a sus Guardianes.

Te paso a ti el cometido. Sé que te harás cargo de él con gusto y honor.

Te quiere,

Padre.

_______ sostuvo el grueso papel entre sus dedos. En ese momento sintió como si su

padre estuviera allí, sentado a su lado, diciéndole con voz firme que todo saldría bien.

Pero pronto la voz de su padre se desvaneció. Le pesaban los párpados. Colocó de

vuelta en la caja el camafeo y la carta. Solo dejó fuera la fotografía. La mantuvo sobre su pecho mientras dejaba que su cabeza se hundiese entre las almohadas. Quiso llorar, pues ¿no es eso lo que cualquier persona normal haría? ¿No lloraría una chica normal por la pérdida de sus padres? ¿De su hogar? ¿De todo cuanto conocía hasta ahora?

Al final daba lo mismo. Ya había quedado claro que ella estaba muy lejos de ser normal. La ausencia de lágrimas solo parecía probar ese hecho. Agarró firmemente la fotografía y se quedó dormida.

Tentación de Ángeles (Harry y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora