TRECE

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Se dirigieron a un enorme edificio de ladrillo deteriorado. Dos noches antes, ______ no podía imaginar que sería huérfana, que viviría en la casa de dos hermanos a los que apenas conocía, que cruzaría calles desiertas en mitad de la noche y que se sentiría más segura entre la sombras que a la luz.

Verdaderamente, las cosas se habían vuelto muy extrañas.

Harry se agachó y susurró:

-Quédate cerca de mí.

_______ asintió.

Los ojos de él buscaron los de ella.

-Lo digo en serio, _______.

-¡Lo sé! -susurró ella tajante, preguntándose si pensaba que era idiota perdida.

Cuando alcanzaron el otro lado de la calle, alzó la vista y se percató de la oscuridad

que los rodeaba. Había cuatro farolas apagadas delante del edificio. Tenían las pantallas de cristal rotas. _______ pensó que no era casualidad.

Tal vez la calle estuviese descuidada, pero las del otro lado funcionaban bastante bien.

Tocó el brazo de Harry para llamar su atención. Él se detuvo y ella señaló hacia las farolas. Él siguió con la mirada la dirección que ella le indicaba.

Edward se detuvo y se volvió hacia ellos, enarcando las cejas a modo de interrogante. Harry señaló las farolas y Edward asintió.

Siguieron avanzando. _______ no tuvo que preguntar por qué se dirigían al lateral del edificio en lugar de entrar por la fachada principal. Estaba claro que quien residía allí dentro esperaba pasar inadvertido, tal como sugerían las farolas rotas.

Estaban dando la vuelta a la esquina para entrar en un callejón lateral cuando notó que algo frío le rozaba las manos. A punto estuvo de chillar pero se dio cuenta de que se trataba de Harry, que trataba de mantenerla pegada a él. Ella se agarró, agradecida, sin importarle que en cualquier otra situación aquello se habría considerado indecoroso.

Después de todo, no era una situación normal.

Continuaron por el callejón con Edward en cabeza.

_______ sintió cómo el sucio dobladillo de su falda le rozaba las piernas, y pensó en

las ratas que correteaban alrededor. Qué ganas tenía de disponer de sus nuevas ropas, que probablemente en aquel mismo momento estaban siendo confeccionadas en la pequeña tienda de Andrew Lancaster.

Se estiró para asomarse por encima del hombro de Harry, pero no podía ver nada. Él debió de percatarse de su decepción, y la dejó pasar delante, entre él y su hermano.

Se encontraban ante una gran ventana. Se alzaba varios pies del suelo y llegaba casi hasta el tejado. Incluso a oscuras _______ pudo ver que los cristales estaban rotos.

-Aquí hay cajones para embalaje -dijo Edward en un susurro. Sus ojos refulgían en la oscuridad casi total del callejón-. Podemos usarlos para entrar.

Harry le hizo un gesto afirmativo a su hermano.

-Yo iré primero. Tú puedes ayudar a _______ a subir, y yo la cogeré desde el otro lado.

-Estoy aquí -susurró _______ airada-. Y estoy segura de que sabré arreglármelas para pasar por la ventana.

A pesar de haber dicho aquello, estaba agradecida por tenerlos cerca. Lo cierto era que no podría pasar por la ventana sin su colaboración. Trepar con esas voluminosas faldas por encima del alféizar no resultaría fácil. Si no fuera por ellos, tendría que quedarse en el callejón con las ratas.

Tentación de Ángeles (Harry y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora