SIETE

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Galizur cruzó la sala y se dirigió al enorme escritorio. Se colocó tras él frente a una de las estanterías que se levantaban desde el suelo hasta el altísimo techo. Extendió la mano hacia los estantes de caoba bruñida y extrajo un volumen con una encuadernación de color burdeos. _______ pensó que se lo entregaría, que contendría algún secreto que le explicaría lo sucedido a sus padres. Pero él se limitó a dejar el libro a un lado, y se metió la mano dentro del bolsillo del pantalón.

Sacó una argolla con llaves, idéntica a la que había usado Anna. El hueco dejado por el libro estaba en sombras, aunque _______ supuso que debía de esconder una cerradura, pues Galizur sacó una llave decorada con espirales y volutas de la argolla y la levantó hacia el hueco oscuro protegido de la vista por los libros que quedaban en el estante. Un instante después, el suelo tembló ligeramente y los flecos de las pantallas de las lámparas de mesa se balancearon, toda la estantería vibraba.

Debatiéndose entre la fascinación y un creciente pánico, contempló cómo la librería retrocedía, y se deslizaba detrás de los estantes contiguos hasta dejar a la vista un panel lleno de lengüetas metálicas empotrado en la pared. Notó cómo se precipitaba aún más en el abismo de la perplejidad más absoluta.

Galizur examino detenidamente cada una de las lengüetas. Movió sus ojos de una a otra hasta que por fin los posó en lo alto de la segunda fila. Extendiendo la mano, tiró de una de ellas y un largo cajón de madera emergió de la pared.

Se lo presentó a _______ con reverencia. Sus ojos oscuros hablaban de cosas que ella no deseaba saber.

Tomó la caja.

-Es tuya. -Las pupilas de Galizur se encontraron con las suyas-. Puedes abrirla cuando quieras.

Sostuvo su mirada hasta que ella bajó la vista hacia el cajón que descansaba sobre la falda de su vestido. La madera no tenía el mismo acabado de la estantería. Era áspera y de fresco aroma, como si la hubiesen cortado y trabajado apenas unas horas antes.

Llevó sus manos a la parte superior y trató de levantar la tapa, sin conseguirlo. Sus dedos le decían que carecía de juntas, que por ninguna parte la tapa podía separarse de la base. Cuando se puso el cajón a la altura de los ojos, se dio cuenta de por qué.

Usando sus pulgares, empujó la tapa hacia atrás. Esta se deslizó separándose de la base poco a poco, dejando al descubierto su contenido hasta que se abrió del todo y pudo ver todo lo que guardaba.

Lo primero que vio fueron los billetes. Había montones, y a los pocos instantes se fijó en los pequeños objetos que descansaban entre los billetes. En una esquina del cajón había un camafeo que había pertenecido a su abuela, y en la otra, un sobre. Nada más verlo reconoció la estilizada caligrafía de su padre. Había algo en la forma en la que había sido escrito su nombre -_______-, algo que la obligaba a enfrentarse a la realidad.

Levantó la vista hacia el rostro de Galizur.

-Mis padres están muertos, ¿verdad?

-Me temo que sí -dijo él, muy serio.

Ella volvió a posar la vista en el cajón. No comprendía cómo las cosas que contenía,

que obviamente eran para ella, habían ido a para a Galizur.

-¿De dónde ha salido todo esto? -le preguntó.

-De tus padres, hija. Ellos sabían lo que les esperaba. Todos lo sabíamos. Querían asegurar tu porvenir, lo mismo que hicieron los padres de otros Guardianes. Lo que siento de verdad es que haya tantas cajas sin reclamar.

Tentación de Ángeles (Harry y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora