TREINTA

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-Es un anagrama -dijo _______ en voz baja, asomándose a la calle por un resquicio de las cortinas del salón.

-¿El qué? -preguntó Edward a su espalda.

-Alsorta. -Se dio la vuelta para mirarlo, evitando los ojos de Harry-. Es un anagrama de Alastor.

Lo había descubierto repentinamente, mientras regresaban a la casa.

Edward respiró hondo, se pasó la mano por la barba incipiente de su mandíbula, y de repente, dio un manotazo sobre la mesa de té. Una fuente de plata y una palmatoria de cristal tallado repiquetearon como respuesta a su arrebato.

-Tenía que haberlo comprobado. -Su voz estaba cargada de reproche hacia sí mismo.

-Seguramente no tenías forma de saberlo. -A la propia _______ le sorprendió mostrarse tan comprensiva. Sentir hacia Edward algo que no fuera enfado le resultaba nuevo-. Pensabas que era un hombre. Como todos.

Notó lo furioso que estaba en el silencio que siguió. Y entonces habló Harry, e hizo la pregunta que ella había estado esperando, aunque hubiese preferido que no la hiciese.

-Hay una cosa que no entiendo, ________. -Dio unos pasos lentos por la sala. Se le veía tenso-. ¿Cómo sabías lo de los perros?

Habían corrido por los túneles siguiendo a Edward y sin atreverse a pararse o mirar atrás. _______ estuvo alerta a cualquier sonido detrás de ellos que pudiera indicar que los hombres de Alsorta les estaban dando alcance. Pero los túneles eran laberínticos, incluso si aquellos hombres los habían perseguido hasta el subsuelo, era improbable que hubiesen tomado exactamente los mismos giros y ramales que ellos tres.

Además, por precaución, la salida que había elegido Edward para volver a la superficie estaba bastante alejada del hogar de los Styles. El resto del camino tuvieron que hacerlo a base de saltos, hasta que pudieron atrincherarse en el interior de la casa, con las hoces preparadas, y atisbando entre las cortinas.

Hasta ese momento, horas después, no habían bajado la guardia lo bastante como para hablar acerca de lo sucedido.

_______ estaba de pie junto a la ventana, contemplando cómo el sol salía sobre Londres. Había estado buscando una respuesta a la inevitable cuestión desde el momento en que llegaron a casa.

Ya no podía eludir la verdad.

-Me lo dijo Raum -dijo en voz baja.

-¿Qué ha dicho? -Era Edward, hablando desde el sofá en el que se había tumbado

cuando estuvo seguro de que de momento estaban a salvo-. Me ha parecido entender que Raum se lo dijo.

-Eso ha dicho. -Harry se encontraba más cerca, detrás de ella-. Dime que no es verdad, _______. Dime que no has estado colaborando con el hombre que mató a nuestros padres.

-No he estado colaborando. Y él no los mató. -Sabía que no debía decir aquello, aunque no estaba preparada tampoco para el estrépito que se oyó a continuación.

Al oírlo, se apartó de un salto de la ventana. Harry había dado un puñetazo contra la pared, y un gran cuadro se había estrellado contra el suelo.

-Eso... no... importa. -La cólera bullía bajo sus palabras-. Ya lo hemos

discutido antes.

-Bueno, puede que a mí sí que me importe -dijo ella, con vehemencia-. Para ti

es fácil. Tú no lo conocías de antes. Tú no tienes que reconciliar al niño que fue con el hombre que es ahora.

Harry se quedó completamente inmóvil.

Tentación de Ángeles (Harry y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora