El destino

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JOE P. O. V.

La observaba mientras desayunábamos, parecía tan tranquila, como si no la hubiera escuchado llorar hace solo un rato

-¿Todo bien?- preguntó al notar que no le quitaba la mirada de encima

-Si- contesté volviendo en sí mientras le daba otra mordida a mi pan tostado

-¿Tienes algo que hacer hoy?- pregunté viendo la hora y a ella tan despreocupada por el tiempo

-No realmente, Joseph me reclamó que no lo dejo hacer nada cuando estoy ahí- contestó divertida

-Le estás dejando el taller estos días entonces- asintió en respuesta

Alguien entró por la puerta sin siquiera anunciarse, y el mejor amigo de Liesel se presentó ante nosotros

-Lo siento Bicho, no sabía que tenías compañía- se disculpó apenado mirándome, -soy Aren- dijo saludando con su mano

-Él es Joe, de quien te hablé- presentó Liesel sonriendo, su amigo solo asintió en mi dirección, -su taller es el que está a la vuelta del mío, tiene buenas referencias-

-Bien, a veces requiero un mecánico de emergencia- dijo el tipo

-Y sobre tu visita inesperada, no hay problema, la llave es para que entres cuando lo necesites- dijo Liesel sonriendo

-Si, sobre eso- se aclaró la garganta, -te la regreso- siguió dejando el llavero sobre la mesa, -no creo volver a necesitarla- agregó suspirando; Liesel sonrió, y lo hizo como alguien cuando confirma sus sospechas de algo que llevaba tiempo circulando en su cabeza

-Me parece bien- dijo solamente sin cambiar el gesto de su cara

-Bien yo, tengo que irme, Edith me pidió que la acompañara a ver al florista- anunció apresurándose a caminar a la puerta

-Ok- dijo Liesel mirando como salía del departamento

-Curioso tipo- comenté

-Está ocupado con lo de su boda- dijo Liesel ahora con una expresión extraña

-Creo que será mejor que me vaya- dije poniéndome de pie

-Está bien- concordó levantando todo de la mesa para llevarlo a la cocina

-Liesel- volteó a verme con gesto amable, -anota mi número- solté provocándole una sonrisa

...

LIESEL P. O. V.

Había decidido darme una vuelta por el taller, para ver como habían andado las cosas, pero al dar la vuelta en la esquina, encontré como una señora mayor tratando de hablarle a la gente con señas, pero nadie le entendía ni se detenía

Su rostro mostraba desesperación y se le veía perdida, reconocía ese sentimiento; me acerqué a ella y comencé a mover mis manos para comunicarme con ella

-¿Se encuentra bien?- pregunté cuando estuve frente a ella, sus ojos se veían vidriosos, como si estuviera a punto de llorar

-No encuentro a mi nieta- agitó sus manos con desesperación, -no puedo recordar donde vive, no sé donde estoy- comunicó asustada

-Recuerda el nombre de su nieta- pregunté, lo pensó y negó con la cabeza angustiada

-Siempre venía a visitarme, y ya no lo hace, quiero verla- suspiré tomando su brazo con delicadeza y llevándola hasta una parada de autobús para que tomara asiento en la banca, no sabía que hacer o a quien llamar, -policia- agitó mirandome, asentí sonriendo e hice la parada a un taxi para llevarla a la estación más cercana

BrokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora