Soledad

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LIESEL P. O. V.

-Destino- repetí la palabra acariciándola con mi lengua, era su palabra favorita

No quiero verlo, no quiero que me vea; ¿por qué volver después de tanto tiempo?, ¿por qué?

FLASHBACK

Sentía su mirada sobre mí, todo el tiempo con esa tonta cámara en sus manos

-Basta con las fotos- advertí sin despegar la mirada del horizonte

-Solo deseo inmortalizarte- reí volteando a verlo

-¿Por qué?- pregunté sin dejar de sonreír

-Porque no todo el mundo puede retratar a su destino-

FIN DEL FLASHBACK

-Estúpido destino- murmuré para mí misma

Sus padres habían recibido una invitación a la boda de mi hermana gracias a nuestra madre, y ahora solo faltaba que su hijo se apareciera para asistir al evento también

El problema aquí es que fué su hijo quien se burló de mí y jugó con los sentimientos de una niña tonta

JOE P. O. V.

Estaba aparcando frente al edificio cuando ví bajar a dos personas conocidas de un auto, parecían preocupados y tras de ellos bajaban la enfermera ayudando a la señora mayor

Sabía que algo había pasado, y tenía bastante curiosidad por saber qué había sido, pero no tenía permitido acercarme a ellos, yo ya no era parte de esa familia, y a decir verdad, creo que nunca lo fuí

Sin preeverlo me encontré a mí mismo aparcando frente a el edificio de Liesel, como si mi subconsciente hubiera creído que aquí debía de regresar, suspiré quitándome el casco y dudando en subir y tocar a su puerta sin saber si se encontraba allí, pero nuevamente y sin previo aviso me ví subiendo los escalones a pasos pausados y llegando a esa puerta

LIESEL P. O. V.

De nuevo las tenía en mis manos, acariciando los hermosos paisajes que me mostraban y sintiendo en mis yemas el relieve que había creado la frase escrita detrás

Era masoquista, me torturaba yo misma mientras leía una y otra vez sus cartas de disculpa, pero mil cartas nunca serían suficientes; unos leves toques en la puerta se escucharon e inmediatamente regresé todo a su caja mientras limpiaba la gota salada que había rodado por mi mejilla

Cuando limpié mi rostro y respiré profundo abrí, encontrándome a un Joe a punto de irse

-Hola- dijo simplemente mientras se giraba tras escuchar el ruido de la puerta abrirse, se veía distinto, serio como todo el maldito tiempo pero con una mirada indescifrable; suspiré mientras abría más la puerta y me hacía a un lado invitándolo a pasar, simplemente con ese gesto, sin palabras

Suspiró y lo pensó un momento hasta que caminó hasta mí pasándome de largo, cuando estuvo dentro cerré la puerta y lo seguí hasta el sofá olvidando la caja que aún se encontraba en la mesa de centro

-Esas son muchas cartas- mencionó suspirando mientras tomaba asiento

-Son cosas viejas- dije apresurándome a cerrarla y devolverla a su sitio, -¿quieres algo de beber?- pregunté volteando a verlo

-Podría molestarte con un café- contestó pensativo

-Claro- acepté sonriendo y caminando a la cocina

JOE       P. O. V.

Las había estado leyendo de nuevo, y su mirada demostraba que no representaban más que tristeza, esas cartas eran realmente algo más que cosas viejas

Me paré suspirando y seguí el camino que ella había tomado, estaba colocando la cafetera en su sitio para después prenderla; se veía diferente, decaída, incluso su cabello parecía no tener un buen día y solo estaba recogido en un chongo alto

-Lavé la cafetera y olvidé ponerla de nuevo- dijo al sentirme en el mismo espacio

LIESEL        P. O. V.

No era mi mejor momento ni mi mejor día, era uno de esos días en los que me sentía decaída y todo mi cuerpo lo reflejaba, Joe había llegado en un mal momento para mí, pero eso no significaba que su presencia me molestara, tampoco quería estar sola

Estaba preparando las tazas cuando sentí sus brazos rodearme por atrás e inconscientemente recargué mi peso en su espalda soltando un profundo suspiro como si hubieran pasado años sin tener contacto humano

-Tampoco tuve un buen día- murmuró recargando su barbilla en mi cabeza, sus manos se entrelazaron sobre la boca de mi estómago y nos quedamos así por largo rato incluso seguíamos así cuando el café estuvo listo

-Cómo pueden hundirte simples pensamientos- murmuré colocando mis manos sobre las de él

-La mente humana es más poderosa de lo que crees- y sentí un suave beso en mi coronilla y como me abrazaba más fuerte

-Gracias por venir de la nada- reí levemente

-Yo tampoco sé que hago aquí- sonreí y sentí vibrar su pecho levemente pegado a mi espalda

Tomamos nuestro café en silencio sentados en el sofá uno junto al otro, solo mirabamos el televisor apagado frente a nosotros

-¿Cómo pasó tu día?- pregunté sorbiendo de mi taza

-Pesado- contestó seco, suspiré

Anhelaba lo que los demás personas en pareja tenían, lo que mi hermana y Aren tendrían ahora, alguien con quien compartir sus tardes después de regresar del trabajo, alguien con quien quejarse de porqué su jefe es un dolor en el trasero, de cómo un imbécil se le atravesó en el camino regreso a casa, y todas esas cosas que las parejas compartían; un dedo rozó mi mejilla limpiando una lágrima que se había deslizado por ella sin haberla sentido

-Lo siento- me disculpé limpiando mi otra mejilla y sonriendo para restarle importancia, -creo que tengo una fuga- reí

-Será mejor que me vaya- murmuró serio dejando la taza sobre la mesa, se puso de pie y se dirigió a la puerta sin voltear a verme, había sido extraño

JOE          P. O. V.

Me detuve en medio del pasillo, ¿realmente quería irme? Hoy tampoco quería volver a mi casa para sentirme miserable, y Liesel no se veía muy bien tampoco, y por supuesto que todo era debido a esas curiosas cartas, al final solo me ví tocando la puerta de nuevo

Me brindó una sonrisa triste, -si me aseguras no haber dormido con alguien anoche, podemos dormir juntos- dijo divertida dejándome pasar mientras se hacía a un lado

BrokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora