CAPÍTULO 28

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La piel de Nina vibró ante los recuerdos que tenía de la noche anterior, demasiado dominada por sus emociones como para quitarse al hombre de la cabeza.

Era sorprendente como, después de horas de aquel primer beso, aún sintiese el sabor de su boca y la calidez de su lengua saboreándola. En su cintura, el estremecimiento que conoció al tenerlo sujetándola, demostrándole que ya no se podía escapar.

Sus palmas se sentían resecas, recordando con claridad la suavidad de la tela de la camiseta que Derek utilizaba anoche y también como debajo de ésta se erguía su musculoso cuerpo, respirando erráticamente.

Podía enloquecer cada vez que sus dedos le contorneaban la boca, donde el escozor posterior a sus besos todavía la alteraba. Y sin poderlo evitar, una vez más lo recordaba a él.

Evocaba como Derek le había marcado a fuego su necesidad por ella, así como su cara al frenarlo.

«Pese a haber disfrutado de ese anhelado beso, cometí un error. Eso no debió ocurrir».

Tuvo que ser honesta consigo misma y convencerse sobre que ese beso era sólo para quitarse la curiosidad de cómo se sentía Derek, pero más allá de ese minuto de debilidad, debía cerrar las posibilidades con él.

Con Derek no iba a ser distinto a los otros sujetos que antes habían entibiado su cama, sin realmente estar ahí con ella. Y aunque en dichas ocasiones jamás fue un problema que desaparecieran al día siguiente, esta situación no era así.

Ya había confirmado que tenía un sentimiento por el lobo, y mientras éste no fuese correspondido, no podía dejar que se intensificara más. Debía convencerse de que eran aliados por lo que duraba la cacería del Alfa, y luego nada más.

Sin embargo, su cabeza estaba lejos de cooperar con eso.

Su agarre y el beso volvían a su memoria, obligándola a creer que tal vez él la necesitaba también. Por alguna razón Derek debió disfrutarlo tanto como ella, ¿no?

¡No! No tenía que pensar.

Se negaba a dejar que la transformase en un helado derretido al sol. 

Se negaba a dejarlo colarse bajo su piel, vibrando en cada célula de su cuerpo hasta que las llamas del infierno la consumieran en su...

¡No! No se equivocaría de la misma forma en que lo hizo ayer, y se prometió que si algo llegaba a pasar con Derek, sería bajo sus términos. El hombre debía mostrarse interesado en ella, y no sólo eso, sino también capaz de hacer algo para conquistarla.

A partir de ahora, se prometía que si volvían a besarse o tocarse, sería luego de estar con los dos pies dentro del bote o simplemente no. Ya no toleraría más cosas a medias, ni conformismo por lo que él le pudiese dar.

«¡No, porque ese hombre va a ser mío, cueste lo que cueste!».

Entonces, la adolescente llevaba horas planificando sobre qué hacer con Derek, si seducirlo hasta que cayese redondo en su juego y luego se enamorase, o secuestrarlo y simplemente dejar que el síndrome de Estocolmo hiciese lo suyo.

Apenas terminó el presupuesto para construir el sótano insonorizado, alguien cerró su casillero con fuerza, asustándola.

―Jackson ya lo sabe ―le notificó Scott con evidente angustia.

Ella le frunció el ceño, desconcertada por sus dos amigos que la miraban con espanto, casi esperando a que les solucionara la vida, pues solos no habían podido.

―No entiendo qué les pasa.

―Jackson lo sabe ―repitió, recibiendo como única respuesta los parpadeos de su amiga.

➀𝐂𝐨𝐥𝐝 𝐚𝐬 𝐦𝐞╊𝐃𝐞𝐫𝐞𝐤 𝐇𝐚𝐥𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora