Capítulo X

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—Makoto, solo será una semana la que estaré fuera. Tal vez debas decirle a Yamazaki o tomar un taxi directo del trabajo a casa, por cualquier cosa, tu sabes.

—Haru, no soy un niño, y no es necesario que Sousuke-kun también me siga acompañando en las tardes, él ya memorizó el camino del trabajo a la estación de trenes y solo me acompaña en las mañanas porque se hizo costumbre, no voy a seguir molestándolo más.

Haruka se le quedó mirando unos breves momentos, sabía que el castaño trataba de mantenerse lo más alejado y distante de Sousuke por él, y también por sí mismo. Él lo sabía, no era ningún imbécil, y aunque no fuera de expresar sus pensamientos, se daba cuenta de grandes y pequeñas cosas que la gente pensaba que no.

Y aquello por supuesto que no le pasaba por desapercibido, a su novio le gustaba el moreno y viceversa. Era consciente de que tampoco las cosas entre ellos estaban del todo bien, aunque realmente no había cambiado nada en su relación, seguía siendo la misma desde un punto de vista lógico, pero era como si todo y nada a la vez hubiese cambiado. De todas formas, agradecía a Makoto el cambio que había tenido con Yamazaki, él era demasiado egoísta como para dejarlo ir.

Pero también, durante todos esos días en que iba a buscarlo y lo acompañaba a casa se daba cuenta de que él no podía proteger de la misma forma a Makoto que como lo hacía el tiburón ballena. Notaba cuando tocaban a su novio o lo acosaban solo cuando este hacía algún gesto incómodo o lo expresaba en su rostro, solo ahí era capaz de darse cuenta de la situación en la que se encontraba, a pesar de estar pendiente de todo a su alrededor.

Sabía que eso no ocurría cuando Yamazaki se hallaba cerca de Makoto, era como si el irradiara un aura que le advertía a todo el mundo que quien se atreviera a ponerle una mano encima al castaño, perdería la extremidad, y de una manera dolorosa. Además, al igual que él, tenía un mal presentimiento con el padre que iba al trabajo de ellos, inclusive cuando su hijo no se encontraba dentro. Lo había visto mirar a Makoto con no muy buenos ojos en repetidas ocasiones.

Yamazaki había tragado parte de su orgullo al advertirle de él, y lo más lógico era que él hiciera lo mismo, pero desde ese día apenas lo había visto pasar saliendo del trabajo y no le dedicaba siquiera una breve mirada. Ese día no lo había visto como para decirle algo, y mucho menos contaba con su número telefónico para llamarlo o mandarle un mensaje. Solo le quedaba convencer a Makoto, pero este seguía terco con aquel tema.

—Makoto... —intentó una vez más.

—Haru, estoy un poco cansado el día de hoy, iré a dormir más temprano. Buenas noches.

Haruka suspiró mientras se sentaba en una banca de la cocina, cuando Makoto era testarudo con algo, nadie podía hacerle cambiar de opinión o actitud.

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Mientras Sousuke se cambiaba de ropa para volver a su departamento, comenzó a pensar en la actitud extraña de Makoto durante la mañana y a lo largo del día, era como si quisiera decirle algo, pero a la vez no. Él mismo era consciente de aquello, de la extraña atmósfera que los rodeaba ahora. De un día a otro todo había cambiado, Makoto apenas le saludaba y casi no intercambiaba comentarios con él, se comportaba más frío de lo habitual.

Pero Sousuke también solía pillarlo observándolo, en algún momento en que ambos miraban al frente en el tren, sentía su mirada de soslayo; en la piscina cuando estaba con algún paciente; cuando entraba antes a los camerinos para cambiarse e irse... durante todo el día sentía su presencia y mirada puesta en él. Tal vez era demasiado consciente de él.

Desechando todos aquellos pensamientos y colocándolos al rincón de su cabeza, salió del lugar. Le pareció algo raro no volver a ver a Harada-san, el tipo desde hace unos días que no se había aparecido por el lugar, y muy por el contrario de darle seguridad, le traía más desconfianza en su ausencia. Bueno, en caso de cualquier cosa se encontraba Nanase acompañando a Makoto por las tardes, varias veces lo había visto, aunque tampoco era como si le importara.

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