Capítulo III

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Ahora se encontraba inquieto, paseando en los camerinos del personal, flexionando sus músculos mientras trataba de sacar de alguna forma la tensión que sentía acumulada en su cuerpo. Sólo habían sido unas cuantas estaciones en metro y Makoto lo había pasado realmente mal, y la culpa era suya.

Aunque no dejaba de preguntarse cómo era que hubiese podido sobrevivir todo ese tiempo sin ayuda alguna, a pesar de que el castaño ya le había contado toda su situación antes de la llegada de él. Volvió a suspirar, enojado con él mismo por lo sucedido esa mañana.

Estresado como estaba, se apresuró hasta la piscina de nado y le pidió permiso al encargado para meterse allí; no podría hacer bien su trabajo si es que no lograba bajar su estado de ánimo, si seguía así le regañaría a la señora Futakuchi por tocarle de más, y claramente eso no sería bueno.

En el momento en que entró y sintió el agua por todo el cuerpo, parte de la tensión se liberó. A pesar de que ya no podía nadar profesionalmente, su tratamiento para la lesión del hombro le permitía nadar de vez en cuando, siempre y cuando no se presionara y exigiera más de la cuenta. Ese día nadaba con total normalidad, llevaba unos 500 metros estilo libre como si nada, ni siquiera le costaba respirar. Levantó la vista y vio que todavía tenía tiempo antes de que su próximo paciente llegara, así que decidió dar unas vueltas más, pero ahora estilo mariposa.

No iba a mentir, realmente extrañaba nadar de esa forma. Cada vez que lo hacía, podía sentir esa libertad que solo el agua y ese estilo le permitía, sentir la velocidad, la adrenalina y el placer de desplazarse más allá que cualquier otro; porque si lo quería, seguía siendo el más rápido en ese estilo, al menos de su círculo cercano. Y era algo de lo que seguía orgulloso.

Luego de sumar 900 metros, su cuerpo ya se sentía libre de toda tensión y su mente se había aclarado lo suficiente como para seguir trabajando con una sonrisa en su rostro. Al sacar la cara del agua y prepararse para salir, vio que alguien le ofrecía una mano, levantó su vista y se encontró con un par de ojos verdes, que brillaban de emoción.

-Sousuke, realmente nadaste muy bien y enérgico hoy día.

El moreno dudó unos segundos, pero finalmente aceptó la mano y se dejó tirar para salir de la piscina.

-No ha sido nada, solo aproveché que tenía algo de tiempo, se siente bien volver a nadar, Makoto.

-Sí, te comprendo, a veces yo también extraño volver a nadar de esa forma, pero mi trabajo me hace muy feliz -le sonrió sincero. -Aunque no te negaré que verte nada me ha motivado para volver a hacerlo.

-Tal vez un día podríamos hacer alguna carrera, ¿no crees, Makoto?

La mirada del castaño se iluminó aún más y asintió mientras ambos iban caminando hacia la recepción para recibir al próximo paciente o a los alumnos, en el caso de Makoto. Cuando llegaron a la recepción, la señora Fukatuchi ya estaba preparada y cuando vio llegar al moreno, sus ojos se iluminaron y casi se saboreó al verlo solo con el bañador de medio cuerpo y recién salido de la piscina.

-Ten cuidado, de que no le dé un ataque al corazón al tocarte -le murmuró Makoto en voz baja a su lado, lo que hizo que Yamazaki suspirara.

Como si el diablo fuera por su alma, la señora de tercera edad caminó a una velocidad mucho mayor de la que solía hacerlo y se le acercó para tomarlo por el brazo y caminar juntos a la zona temperada. Por un breve segundo, Sousuke se sintió como Makoto siendo acosado.

En el momento en que se iba a volver para hacerle un gesto de que por favor lo rescatara, se percató de que el mismo hombre del día anterior ya se había acercado a Tachibana y le hablaba más cerca de lo socialmente permitido, entrecerró los ojos y vio que Makoto seguía sonriendo despreocupado. A pesar de todo, este parecía nunca aprender y dejar de ser amable con todo el mundo.

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