Capítulo V

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A pesar de que se suponía que había arreglado las cosas con Makoto, había estado evitándolo durante todo el día, al parecer, el castaño había vuelto a recuperar su energía y ánimo habitual en él, regalándole sonrisas a todas las personas alrededor, irradiaba un brillo que Sousuke solo recordaba haber visto cuando iban en el instituto. Y eso se debía a la presencia de Nanase en la ciudad.

Saber aquello y ser consciente de la situación en la que se encontraba hacía que se sintiera enojado consigo mismo. Una completa estupidez, no podía haber desarrollado sentimientos en tan poco tiempo por Makoto. Solo estaba confundido, estaba seguro de ello, quizás si salía con otra persona se olvidaría del castaño.

Por primera vez desde que estaba trabajando en aquel lugar, no espero a Makoto para irse a casa, se sintió raro al caminar por el pasillo en solitaria compañía, pero tenía que acostumbrarse a eso. Al llegar al recibidor vio a dos personas que solo sus presencias le provocaban arcadas. Uno de ellos era Harada-san, el acosador número 1 de Tachibana, y el otro, Nanase, el novio de ese Tachibana. Bueno, ahora nada de eso era su problema.

Pasó al lado de los dos sin siquiera dirigirles una mirada, quería salir lo más rápido de ahí de ser posible. Haruka lo ignoró, eso era bueno, pero el otro hombre osó en ponerle una mano por el brazo para detener su andar.

—¿Dónde está Tachibana-sensei? —le preguntó en cuanto Sousuke detuvo sus pasos para mirarlo. El moreno enarcó una ceja y bajó la mirada hasta esa mano, el hombre se percató del gesto y le soltó.

—Tachibana-sensei al parecer aún no ha salido, de todas formas, ¿por qué me pregunta a mi y no a Shibata-san? —le hizo un gesto hacia recepción.

—Le pregunto a usted porque es el que siempre anda a su lado, ¿acaso tienen algo más? —En la pregunta del hombre había claras muestras de malicia, si se llegaba a esparcir el rumor de que entre ellos dos había algo más que simple amistad, podría traerles grandes y graves consecuencias en el trabajo y con los clientes del lugar.

—No sé a qué se refiere —se hizo el desentendido Sousuke—. Pero, de todas formas, como las veces anteriores, Tachibana-sensei se irá acompañado —miró de reojo a Nanase, que había estado escuchando todo desde el lugar en el que se encontraba.

Antes de que Harada-san pudiese contestarle algo más, Yamazaki salió con paso apresurado. De verdad sentía que, si el hombre seguía molestándolo, estamparía su puño en su desagradable cara, al parecer, la frustración no había disminuido a lo largo del día. Solo había ido en aumento.

Y es que a lo largo de ese día, luego de aquel abrazo en el sector de la piscina, su mente no había dejado de decirle que no podía hacer nada en contra de lo que sentía, que debía reconocer que le gustaba Makoto, y de una forma romántica o erótica, con lo que mejor se sintiera. Tal vez era simple curiosidad por el castaño. Aunque dudaba que eso fuera cierto.

Pero, por otra parte, su consciencia le decía que era imposible, Tachibana tenía -al parecer- una relación sólida con Nanase y él no se podía entrometer en ella. ¿O sí podía?

Una sonrisa apreció en su rostro mientras entraba al vagón del metro camino a su departamento.

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En cuanto Makoto se asomó por el vestíbulo sus ojos se dirigieron desde su novio, al hombre que últimamente lo había estado esperando sin descanso. Tomó aire y caminó decidido hacia el nadador profesional.

—¡Haru! Lamento haberte hecho esperar —le dedicó una gran sonrisa y tomó de su mano para salir cuanto antes de allí.

—¡Oh, Makoto-sensei! —le llamó Harada-san.

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