Epílogo

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Agarraba las sábanas con toda su mano, la apretaba tanto que sus nudillos se volvían blancos. Gotas de sudor recorrían su cuerpo y caían a las mismas sábanas debajo de él. Sus gemidos se escuchaban en toda la habitación y poco le importaba la imagen que estaba dando en esos momentos.

Makoto se encontraba arriba de él, besando su nuca y sus omóplatos, mientras que con las manos sujetaba su cintura para mantener un ritmo estable. Debido al roce no era necesario que lo masturbara, además esa tarde habían acordado en que solo podían correrse gracias a las penetraciones del otro, nada más.

Sousuke sentía que perdía la cabeza a ratos. Su novio era extremadamente bueno y siempre se preocupaba de hacer que él estuviera más que dispuesto en recibirlo y luego de otorgarle un buen camino hacia el orgasmo, que debía reconocer que era potente e intenso.

—M-Mako... —gimoteó Sousuke, algo se arremolinaba en su interior, estaba cerca. —Ya... ya casi. —Confesó.

Sintió la risa de Tachibana en su oído, pero era una traviesa. Y lo comprobó cuando este bajó la intensidad de las embestidas.

—¿Mako? —preguntó ladeando la cabeza y concentrando su vista en él.

—¿Creíste que sería tan fácil? No, digamos que hoy... quiero jugar, Sou.

Había ocasiones en que era así, alguno de los dos quería "jugar" y no paraba hasta que el otro terminaba completamente agotado o suplicando para que parase. A Yamazaki no le molestaba jugar estando en esa posición, le gustaba hacer feliz a Makoto siguiéndole la corriente.

Makoto lo tomó por las piernas y con unos extraños y confusos movimientos, lo dio vuelta, dejándolo de frente a él, para acomodar una de sus piernas por sobre su hombro y adentrarse más en él. Estando frente a frente, sus rostros se acercaron y las bocas buscaron el refugio de la otra frente a sí, en un desenfrenado beso que no se comparaba al pausado ritmo de las embestidas del castaño.

Tortuosamente se separó de Sousuke y comenzó a besar y dejar leves marcas en su cuello y parte de su pecho, en donde tomó un pezón y jugueteó con él en el interior de su boca, lamiendo y mordiendo suave y luego fuerte, provocando escalofríos por todo el cuerpo moreno.

Yamazaki tenía la cabeza hacia atrás, jadeaba y se mordía el labio. Sus manos se deslizaban por la ancha espalda de su novio y delineaban cada músculo formado ahí. Su sistema nervioso estaba al límite y sentía que de nuevo un cúmulo de sensaciones se reunían en su interior, su liberación estaba cerca y tenía dos opciones: volver a decirle a Makoto que estaba próximo al orgasmo o simplemente dejarse llevar.

Claro que con ambas opciones era posible que Makoto se diera cuenta y le volviera a negar la deliciosa posibilidad. De todas formas, abrió los ojos y susurró en algo parecido a una súplica:

—Mako... yo...

—Lo sé. —Lo interrumpió Makoto. —Yo... igual.

Yamazaki posicionó una mano en la nuca de Tachibana y lo atrajo a sí, para darle un beso en que el sabor a sangre se hizo presente al morder su labio inferior y hacerlo sangrar. Sintió a Makoto gritar dentro de su boca y luego una presión que lo llenaba dentro de sí, lo que provocó su propia liberación.

Cuando abrió los ojos, se encontraba tapado y limpio. A su lado descansaba una cabellera castaña y sonrió. No se esperaba caer rendido luego de correrse, y mucho menos dejar que Makoto fuera el que se encargara de él post coito, pero se sentía bien ser mimado de esa forma.

Pasó su mano perezosamente por el rostro de su pareja y frunció el ceño al acariciar la cicatriz que había quedado en la mandíbula del chico de ojos verdes. Si hubiera tenido la oportunidad, hubiera destrozado la cara del hombre que le hizo eso a su preciado ángel.

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