Capítulo XII

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El cansancio lo había llevado a que contra su fuerza de voluntad se rindiera al sueño, y le había sido mucho más fácil hacerlo al estar entre unos fuertes y protectores brazos que no le habían soltado en ningún momento desde que se habían recostado en la cama.

Durante toda la noche se habían estado tocando y acariciando, cuando sus cuerpos se rendían ante los placeres producidos por los constantes orgasmos, sus manos buscaban seguir en contacto. No, su piel, todo su ser buscaba aquello, desde los dedos de los pies, que se enroscaban en las piernas del otro, como las orejas que buscaban el sentir de los latidos del corazón ajeno.

Ya había sido entrada la madrugada cuando finalmente ambos se rindieron a los deseos de Morfeo y cerraron los ojos para entrar en las profundidades del mundo onírico. Solo, ambos deseaban que lo que habían vivido no fuera parte de este.

Makoto se removió inquieto, un brazo suyo le estaba causando problemas, no podía moverlo y sentía que se le estaba entumeciendo por eso. Volvió a hacer el intento de moverlo, pero era imposible. Abrió un ojo y descubrió de inmediato el porqué.

Sousuke se encontraba durmiendo arriba del brazo. Claramente no con malas intenciones, sino que parecía que en algún momento las posiciones se habían invertido y de empezar con el castaño durmiendo entre los brazos del moreno, había terminado con que fuera ahora Makoto quién le abrazaba. Debía de ser la costumbre, pensó.

La imagen delante de sí le parecía completamente tierna y curiosa también, jamás hubiera pensado que Sousuke se podía ver así, tan relajado y vulnerable. Pero claro, estaba acostumbrado a verlo siempre en estado de alerta, molesto o concentrado con sus pacientes, realmente lo poco que lo conocía de manera personal era por las veces que había salido a tomar o comer algo, aunque aun así, en esas ocasiones también estaba preocupado de la seguridad de Makoto.

Este mismo se regañó mentalmente por siempre estar causándole problemas a Yamazaki. Él también quería verlo sonreír a menudo, con gesto despreocupado y sin importarle lo que pudiera pasarle a él. Pero claro, cuando trató de cuidarse a sí mismo, terminó en el resultado del día anterior y le había provocado incluso más problemas a Sousuke. Idiota...

Al menos, había podido pagarle de alguna forma su siempre continua amabilidad con él. No. No era un pago. Él también había querido entregarse a los deseos y pensamientos lujuriosos que Sousuke siempre le provocaba, y no se arrepentía de nada. Solo tal vez de no haberlo hecho antes.

Y es que Yamazaki le gustaba, le gustaba mucho. Causaba en él estragos emocionales que nunca pensó que sentiría y que creía que eran una exageración en las descripciones de las novelas románticas. Sentía que él sería capaz de otorgarle todo lo que Haru no, y lo que hasta ese momento no sabía que necesita. Suspiro por el tumulto de pensamientos que lo invadían.

Pero en ese momento, lo más importante era recuperar su brazo que se encontraba debajo del cuerpo de Sousuke, sino lo hacía pronto, de seguro que lo perdería. Trató de removerlo de allí de una forma delicada, pero en cuanto lo hubo movido lo suficiente, despertó a Sousuke.

—Makoto, hola —le saludó con una sonrisa dulce y el castaño dejó de respirar.

—Sousuke... quítate.

El moreno se le quedó mirando con los ojos abiertos, no esperaba esa reacción de su parte, sintió como si todos sus huesos hubieran sido arrebatados de su cuerpo y se desmoronaba. ¿Acaso todo lo de la noche anterior había sido un sueño o un malentendido y ahora Makoto se arrepentía de ello?

—Mi brazo... —se quejó el castaño ya con una mueca de dolor instalada en su rostro—. ¡Muévete, Sousuke!

Solo entonces el moreno comprendió que debido a la pose y al peso debió de habérsele entumecido el brazo a Makoto y que era casi instinto de preservación el que le había hablado y hecho que se moviera tan rápido.

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