Capítulo XVII

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—Aaaaagh... S-Sousuke —Gimió Makoto mientras se revolvía bajo de él.

—M-Makoto... si no te quedas quieto... —gruñó el moreno.

—Pero... duele —más gemidos, cercanos al dolor se escaparon de la boca de Tachibana, mientras cerraba los ojos y se mordía el labio inferior para evitar gritar más fuerte.

—Esto te pasa por... quieto... te pasa por dejar que otros hombres te golpeen de esta forma.

Sousuke se separó de la espalda de Makoto y guardó las cosas en el botiquín. Era la segunda semana en que el castaño llegaba a su departamento con moretones y heridas por golpes hechos o caídas mal recibidas, por lo que todas las noches al llegar, él era el encargado de desinfectarlas.

Y siempre, siempre el castaño ponía resistencia, parecía que le tenía otro tipo de terror al desinfectante, o al dolor en sí. Sousuke no entendía el por qué Makoto estaba haciendo todo aquello, o sea, lo entendía desde un punto de vista de superación personal y lo apoyaba enormemente con eso, sabía que Tachibana quería dejar de ser el chico débil que era intimidado y acosado en cualquier lugar al que fuera y lo admiraba por eso.

Aunque, por otra parte, creía que no era necesario, él estaría allí para protegerlo siempre, sin importar qué. Quería que el castaño confiara en él, que se apoyara, casi que dependiera por completo de su ayuda. Egoísta y patético, pero sentía que aquello era lo único en que podía ayudarle y lo único que lo mantenía a su lado.

Sousuke se sentía más inseguro que nunca, lo cual le molestaba y comenzaba a carcomerle el interior. Si fuera por él, mantendría a Makoto a resguardo del mundo, encerrado en su habitación, con las manos y pies amarrados en cada esquina de la cama y siempre dispuesto para él. Se estaba convirtiendo en un maldito pervertido y lo peor, era que no lo diferenciaba de los otros depravados que solían acosar al castaño.

Aun así, quería seguir sintiéndose importante para Tachibana, pero ¿qué sucedería en su relación si Makoto aprendía a defenderse por sí mismo? Ya no lo necesitaría más, de eso estaba seguro. Y seguramente se daría cuenta que Sousuke no era para nada el hombre que pensaba que era, que ahora podía volver a estar con Nanase y que todo aquello fue una equivocación. Un gran error.

—S-Sousuke —la voz del castaño lo sacó de la ensoñación en que se había sumergido. —¿Qué ocurre?

—Makoto, ¿qué pasará con nosotros cuando dejes de necesitarme? —El moreno prefirió preguntar sin más preámbulos, de lo contrario toda la situación se complicaría más a largo plazo.

—¿A qué te refieres?

—Estás tomando clases de defensa personal, te volverás alguien más seguro y capaz de lo que eres ahora. Ante cualquier dificultad, podrás defenderte, ya no necesitarás que sea yo quien esté siempre a tu lado para espantar a los acosadores, ya no....

Sus labios fueron sellados con otros, una mirada del más bello color jade se posó en sus atormentados ojos turquesa, logrando calmar en algo su estado de ánimo. Los labios de Makoto eran un bálsamo para su alma y adormecían a esos pequeños demonios que le susurraban tales negatividades en su oído. Cuando un dedo recorrió la cicatriz, se separó del beso.

—Idiota, ¿cómo siquiera puedes pensar en esas cosas? ¿No te he dicho ya que te amo? Lo que siento por ti no puede desvanecerse de la noche a la mañana, solo va en aumento con cada acción y palabra tuya. Siempre serás el encargado de protegerme, aunque sea de ti mismo.

—¿Cómo demonios puedes ser tan lindo, Makoto? —le preguntó Sousuke a la vez que trataba de dispersar el ambiente romántico que se había creado entre ellos. A pesar de que llevaban viviendo juntos alrededor de una semana, solo unos cuantos besos habían sucedido entre ellos y nada más.

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