Capítulo IV

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Sus manos no dejaban de recorrer aquella piel que durante tanto tiempo había añorado. Subían y bajaban por aquellos aterciopelados muslos que se aferraban a sus caderas con fuerza y que le permitían la entrada en aquel lugar en dónde podía ser feliz y olvidar su alrededor. Unas manos se aferraban a su espalda, en un comienzo solo lo sujetaban y acariciaban, pero luego cuando la intensidad fue subiendo, estas comenzaron a arañar la tensa piel de su espalda y en algún momento se aferraban a esta, estaba seguro que le quedarían marcas luego.

Pero no le importaba, quería ser marcado y quería marcarlo. Había extrañado su piel, su calor y sus gemidos debajo suyo como nunca antes lo había hecho. Si bien siempre para su regreso tenían una noche llena de pasión en donde podían ponerse al día con las caricias, en esta ocasión se sentía diferente, mucho más necesitado que de costumbre.

Haruka apenas podía continuar, realmente lo había agotado con todas las sesiones de sexo que había tenido con él a lo largo de la noche y del día. Sabiendo que su novio volvería a la ciudad, pidió un día libre en el trabajo para poder estar con él.

Se tendió a su lado, aún con la respiración entrecortada y el cansancio apoderándose de su cuerpo, estiró un brazo hacia la mesa auxiliar y acercó el paquete de pañuelos a su pareja para que este limpiara el exceso de semen en sus cuerpos.

Con un suspiro, Makoto pensó que al día siguiente tendría que pedirle a Sousuke que lo llevara cargando de la estación al trabajo. ¡Sousuke! Se había olvidado de él completamente ese día, incluso se había olvidado de decirle que ese día tendría el día libre. Solo esperaba que no lo hubiese esperado mucho en la estación o haberle causado problemas.

Se regañó mentalmente por haberse olvidado del moreno, ahora se sentía mal consigo mismo, después de todo lo que había hecho por él y el castaño se olvidaba de decirle algo tan simple como que se tomaría el día libre para estar con su... novio. Pero es que esa había sido la cuestión, no había podido decirle en todo ese tiempo que Haruka era su novio.

Había temido de su reacción, lo reconocía; sabía por experiencia propia que no todas las personas reaccionaban bien a que fuera gay y si era sincero, sentía que había creado una fuerte amistad con Yamazaki y no quería perderla. Aunque claro, era más probable que ahora él estuviera enfadado por ocultarle las cosas que por haberle dicho en una primera instancia todo.

Pero en su defensa, Makoto recordaba que Sousuke y Haruka no se llevaban del todo bien cuando iban al instituto, incluso en todo ese tiempo que llevaban conversando y siendo amigos con el moreno, pocas veces habían hablado de su novio, era como si Yamazaki desviara siempre el tema.

Makoto suspiró cansado, pero ya no solo físicamente, sino que de tan solo pensar en el día siguiente, se creaba un nudo en lo más bajo del estómago, y eso no le gustaba para nada. Metido en sus cavilaciones, no captó el momento en que Haru se movió y le cubrió el torso con uno de sus brazos, bajó la mirada y se encontró con que los ojos azules le miraban seriamente.

—¿Qué sucede, Makoto?

—Nada, ¿por qué? —respondió.

—Porque no es usual de que después de haberlo hecho, tu no te pongas cariñoso e incluso meloso. Ahora, se te veía como distante, con la mente en otra parte, ¿sucede algo?

Haru era alguien que realmente lo conocía casi a la perfección, y no era para menos, teniendo en cuenta que ellos se habían conocido y habían estado juntos desde el instante en que nacieron, con unos pocos meses de diferencia, sus madres creyeron que era una buena idea que se criaran y crecieran juntos. Y juntos habían estado hasta el día presente. La amistad se había transformado en amor y habían comenzado su relación de noviazgo, con altibajos como todos.

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