Capítulo XIII

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Los días habían pasado a una velocidad frenética para su gusto. Ese día llegaba Haruka de su viaje y Makoto tendría que enfrentarlo y hablar con él. No podía seguir huyendo, apenas respondía sus mensajes y cuando contestaba sus llamadas le hablaba con monosílabos. Era obvio que Haru se había dado cuenta de que algo pasaba.

En el trabajo las cosas no habían ido mucho mejor. Además de todo el papeleo y la reunión que había tenido con su jefe debido al incidente del acosador, se había concentrado a full en sus clases, tanto que ni siquiera elevaba la vista hacia el apuesto moreno que tenía el mismo horario que él.

Maldición. No podía mirarlo a la cara, no después de todo lo que había pasado entre y mucho menos luego de que se "despidieran" de esa forma. Makoto no podía mirarlo porque de inmediato se le venían a la mente todas aquellas cosas que hicieron, los flashbacks hacían que se avergonzara solo. Y el recuerdo amargo de lo idiota que habían sido, o que él había sido, le impedía acercarse y hablarle

Y así habían pasado los días, sin hablarse y corriendo la mirada uno del otro. El castaño trataba de pasar la menor cantidad de tiempo posible en su departamento, cada minuto que pasaba ahí le recordaba esos días de pasión con Sousuke y el engaño hacia Haru. Era la peor criatura en el mundo, ¿por qué? Porque luego de que el moreno se marchara de su casa, había corrido de vuelta a la habitación para sacar y lavar la ropa de cama, testigo de su infidelidad. Pero en el momento en que estaba arrancando las sábanas del colchón, aspiró el aroma suave de Sousuke que se había impregnado en la tela y había sido incapaz de botarlas o siquiera lavarlas. Por el contrario, se había quedado acurrucado allí mientras lloraba.

Porque había llorado, mucho. Tanto que había tenido que recurrir a una vieja receta de su abuela, poniéndose bolsitas de té por sobre las que ya tenía en los ojos y tratando de disimular las ojeras en ellos.

Pero ese día... se había estado preparando psicológica como mentalmente para hablar con Haru. Y tendría que asumir las consecuencias de sus actos. Claro, que estaba tan distraído por aquello que incluso su supervisor lo notó y pensando que tenía relación con el tema del acosador, lo dejó ir más temprano a casa.

El castaño llegó a su departamento y al momento de abrir la puerta, se encontró con la maleta tan conocida para él. Había llegado el momento, mucho antes de lo que esperaba.

—¿Haru? —preguntó mientras se adentraba. Según lo que le había dicho el azabache, no llegaría hasta pasada la noche.

—¡Makoto! —apareció por el borde de la cocina. En su rostro había una brillante sonrisa y de inmediato fue a saludarlo.

—¿Haru? ¿No llegabas más tarde hoy? —Makoto si bien había estado preparándose para el reencuentro, no esperaba que sucediera tan pronto y sus nervios aumentaron.

—Tuve la oportunidad de tomar otro avión que salía antes.

Como era habitual en sus reencuentros, Haruka se acercó a Makoto y le pasó los brazos por el cuello, para acercarlo y darle un tierno beso. A pesar de que amaba la carrera profesional que había optado, y que la natación era su vida, para Haru cada vez que se tenía que distanciar de Makoto era doloroso. Y si bien nunca se lo había dicho o demostrado pues sabía que esto sería problemático para el castaño, siempre trataba de expresarle cuánto lo había extrañado durante sus ausencias.

Y tenía la dicha de sentir cómo su novio también le había extrañado mediante aquellos besos inicial. Pero en esta ocasión fue diferente.

Los labios de Makoto no se abrieron para darle más profundidad, sus manos se colocaron en su espalda, como era habitual, pero en vez de acercarlo, lo alejaron. Algo andaba mal.

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