Capítulo VIII

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Estuvo unos momentos sentado ahí, en el suelo del baño, conteniendo con sus manos los sollozos que trataban de salir por su boca. Pero sabía que no podía quedarse ahí para siempre, así que con gesto decidido se colocó de pie, se miró al espejo y ensayó su mejor sonrisa y gesto de sorpresa. Se mojó un poco el pelo para hacer pasar que estaba recién saliendo de la ducha y luego de limpiarse unas pelusas invisibles, salió con paso decidido.

Sousuke tenía a Kisumi encima suyo, con las piernas rodeándole las caderas y sus miembros rozándose a través de la ropa mientras era estrechado por aquellos brazos tonificados por el básquet. Era consciente de cada movimiento de sus manos, de cómo los dedos delineaban cada músculo de su espalda y de cómo su lengua se atrevía a entrar juguetonamente en su boca para recorrer cada centímetro de ella.

No era la primera vez que salía con Shigino y pasaban cosas por él, durante un tiempo tuvieron una relación cercana a amigos sexuales, y la verdad era que se daba bastante bien, eran compatibles con el otro, tenían claro el tipo de relación que tenían y ninguno pedía más de lo estrictamente necesario, pues no había sentimientos de por medio, solo atracción y deseo sexual.

Se estaba sumiendo en el calor del momento, su cuerpo estaba reaccionando a aquellas caricias y él se estaba dejando llevar, olvidando el lugar y el contexto en que se encontraba. Hasta que un tirón hacia su cabello, un tanto brusco lo sacó de la nebulosa.

—Con calma, Sousuke, no queremos arruinar la sorpresa. —Le susurró el chico de cabellos rosas a su oído mientras pasaba su lengua por el lóbulo de la misma.

Y ahí lo vio, solo unos segundos antes de escucharlo.

Makoto había salido por el pasillo que daba hacia su habitación, parecía que venía recién saliendo de la ducha, pero él sabía que no era cierto, en el momento en que entró con Kisumi al departamento escucharon el agua correr, también escucharon cuando se detuvo, y había pasado tiempo más que suficiente como para saber que lo más probable era que esa no era la primera vez que Makoto los veía ahí.

Habían entrado y de inmediato supieron que Tachibana se encontraba en el lugar, no solo por ver sus zapatos en el recibidor, sino porque habían encontrado adorable la especie de nido que había creado en el sofá. Era obvio que tarde o temprano tendría que aparecerse por ahí.

Ahora, con el jadeo de supuesta sorpresa cubriendo cada espacio de la habitación mientras viajaba por el aire, Kisumi y Sousuke se soltaron. Shigino se enderezó, sentándose al lado del moreno mientras se llevaba las manos a su rostro y mostrando una profunda vergüenza, mientras que Sousuke reprimía una sonrisa y mostraba un gesto de estupor, para luego, algo contrariado, ponerse de pie mientras acomodaba sus ropas, y cierto bulto dentro de sus pantalones.

—Makoto... no... no pensé que estarías aquí —dijo mientras se acercaba a él con las manos levantadas como en gesto de disculpa.

El castaño estaba completamente sonrosado, no solo su cara, sino que también cuello, orejas y sus manos se movían temblorosas. Ni siquiera podía mantenerle la mirada, sus ojos se deslizaban desde Sousuke, Kisumi, sus pies y viceversa.

—Lo... lo siento —logró pronunciar Tachibana mientras retrocedía un paso por el pasillo— no fue mi intención el molestarlos o interrumpirlos.

Kisumi no había pronunciado palabra alguna, solo se había quedado sentado en el sillón, arreglando sus ropas y su cabello mientras observaba todo, a la vez que el moreno se hallaba en mitad del cuarto pasando una de sus manos por su cabello hasta obtener una apariencia casual pero salvaje.

—Lo siento —repitió Makoto—, será mejor que me vaya y los deje solos.

—Oh no, Makoto, por favor no —fue el turno de Kisumi de hablar mientras se colocaba de pie en un solo movimiento—, para mi ya es tarde y mañana es un día laboral —le sonrió a ambos mientras comenzaba a caminar hacia la salida—, de todas formas ya me iba. Buenas noches Makoto —le sonrió al pasar por su lado—. Sousuke, ¿puedes ir a dejarme abajo?

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