Capítulo XVIII (Final)

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El sonido hizo eco en las paredes del callejón a pesar del ruido externo que había generado el camión al pasar por fuera. Las tres personas ahí dejaron de respirar por unos segundos, el humo del arma ya se había desvanecido, dando paso a la sangre.

Haruka fue el primero en romper el silencio, soltando un jadeo de dolor y llevándose la mano hacia la herida de bala. Sus dedos tocaban el cálido líquido y su mente empezaba a nublarse, todo su cuerpo estaba como adormecido, excepto por la zona en donde la bala había impactado. El proyectil había entrado, pero no había salido, eso reducía el daño, pero no le aseguraba sobrevivir.

—¡HARU! —la voz de Makoto se escuchaba lejos, apenas podía distinguirla de entre el pitido dentro de sus oídos, volvía a abrirse paso entre su abarrotada mente, pero no lograba enfocarla, como tampoco a su vista. Una mano le levantó la cabeza y por fin el castaño apareció en su campo de visión. —¡Haru! Resiste, no morirás, vamos, ¡concéntrate y no te duermas!

Tachibana sabía que el área en que la bala había dado no tenía riesgo vital, excepto si le hubiera dado en una arteria, pero por la cantidad de sangre que salía del muslo de Haruka... ¡NO! No iba a pensar en eso, ahora tenía que concentrarse y tratar de que siguiera consciente y tratar de salvarlo.

—Haru, un torniquete, eso detendrá el sangrado y luego... —le hablaba con la voz más calmada que podía, pero se escuchaba el nerviosismo en ella y el movimiento de sus manos buscando algo para ajustar alrededor de la pierna era caótico. Claramente trataba de mantener al margen sus lágrimas y sentimientos, en esos momentos debía llevar a cabo todo lo que había aprendido en primeros auxilios de la universidad.

—Tachibana-sensei, no pierda el tiempo con esa basura y déjelo morir —habló el desagradable hombre a su espalda.

Makoto había actuado por inercia cuando lo vio apuntar al pecho de Haru, directo al corazón, y lo único de lo que fue capaz de hacer para evitar el asesinato frente a sus ojos fue tratar de tomar el arma. Pero había fallado y solo había desviado la trayectoria de esta, hiriendo a Haruka en el muslo.

Ahora sentía el cañón apoyado en su nuca. Toda la adrenalina que había liberado su cuerpo ante la situación y emergencia de atender a Haru se había disipado al sentir el frío toque del metal por su cabello.

Iba a morir. Allí en un callejón repleto de basura, sin poder salvar a Haruka quien también moriría. No podría volver a ver a Sousuke nunca más, no le diría lo que sentía ni cuanto lo amaba.

No. No podía permitirse eso, de seguro que Yamazaki lloraría al enterarse de lo sucedido, se culparía a sí mismo por no haberlo sabido proteger y no se perdonaría a sí mismo en lo que le quedaba de vida. Cargaría con toda la culpa y responsabilidad, y Makoto también sabía que él no podría descansar en paz sabiendo eso.

Cerró los ojos y pensó en las opciones. Estaba arrodillado frente a Haru que tenía una herida de bala en su pierna, perdía sangre de forma preocupante y en cualquier momento perdería la consciencia, por lo que debía hacer algo rápido y que no comprometiera más a su... amigo. Por otra parte, detrás suyo estaba Harada-san sosteniendo un arma en su nuca, dispuesto a disparar a la más mínima provocación y con intenciones de matar.

Si no tuviera el arma de fuego Makoto podría tratar de someterlo, era más alto que él, y contaba con más fuerza. Tenía que pensar en algo pronto... tal vez si lo distraía lo suficiente...

—Ha-Harada-san —trató de hablar normalmente—, ¿no... no cree que...? —¡¿qué se supone que le diría?!— Tiene razón.

Levantó las manos por sobre sus hombros, dándole a entender al sujeto de que no tenía intenciones ocultas, y lentamente fue girando su cabeza y parte del tronco, para al menos verlo de lado.

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