Capítulo XVI

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Luego de haber llegado al departamento, Sousuke se dirigió a la cocina para preparar algo de comer. Sabía por experiencia que Makoto no era bueno en esa área, por lo que prefería no arriesgarse.

—Makoto, mientras cocino, puedes llevar tus cosas a mi habitación.

—¡¿A tu habitación?! —exclamó algo alarmado el castaño.

—No te preocupes, tu dormirás ahí, y yo prepararé el sofá para mí.

—Pero Sousuke —Makoto se acercó por su espalda y se quedó a escasos centímetros de él —. No puedo dejar que duermas en el sofá, es tu casa, por lo que debes dormir en tu cama.

—Makoto —el moreno se dio vuelta y se le quedó mirando—. Eres mi invitado, tampoco puedo hacer que seas tu quién duerma en el sillón.

—Pero...

—Pero nada, si quieres ayudar, coloca las cosas en la mesa y ve pensando en menús diarios para que vaya cocinando, haz una lista con los días en que nos iremos turnando para limpiar y ordenar, la lista de compras que debemos hacer y esas cosas.

—Sousuke... ¿no te estás precipitando un poco?

—No, seremos dos amigos que vivan juntos, y por lo tanto debemos organizar esas cosas. De la misma forma... —le dio la espalda y volvió a centrarse en la preparación de la comida.

—¿De la misma forma, que?

—Tienes que pensar si te molesta que nos vean llegar a los dos al mismo tiempo al trabajo. Juntos.

El castaño se sorprendió un poco por ello, pero luego lanzó una carcajada. De espaldas podía darse cuenta de que las orejas y cuello de Yamazaki se había coloreado un poco, de seguro que decir aquello le daba vergüenza, aunque carecía de sentido después de todo.

—Sousuke, nos han visto llegar e irnos juntos todos los días, no veo la diferencia de ahora.

—Bueno, para mí es diferente.

Makoto entendió a lo que se refería y se alejó para hacer aquello que le pedía. Como el silencio era tan incómodo, prendió la televisión como ruido de fondo. Comieron en completo silencio, con la excepción de algunas cosas que iban estableciendo, como el horario para usar el baño en la mañana.

En el momento de terminar, fue el turno del castaño de ocuparse de la loza sucia, mientras Sousuke se iba a sentar en el sillón y veía la tv. Cuando Tachibana terminó, fue a sentarse con él, a su lado en vez de elegir el otro sillón. Sousuke se separó un poco de él, para luego caer y apoyar su cabeza en las piernas de Makoto, este un poco nervioso por aquello, sabía que no podía quedarse sin hacer o decir algo, así que comenzó a pasar una de sus manos por la ancha espalda del moreno.

Se sentía raro, todo aquello. Pero no era un sentimiento ominoso, muy por el contrario, era algo que sentía bien y correcto. Estar entre sus brazos, sin decir palabra alguna, con la televisión prendida como ruido de fondo y situada en algún programa de variedades, una mano deslizándose perezosamente por su espalda y la luz de la lámpara encendida detrás de ellos como único testigo.

Makoto comenzó a acariciar el rostro de Sousuke, dejando completamente de lado el programa en la tv. La yema de su dedo se encontró con la costra que estaba comenzando a cicatrizar en el rostro de Sousuke

Estaba más que seguro de que dejaría alguna marca en el rostro del moreno y el pecho se apretó un poco al pensar en ello. Si no fuera por él, Sousuke no tendría su bello y varonil rostro marcado; aunque si debía reconocer algo, era que aquella cicatriz le daría un toque de peligrosidad a Yamazaki y bueno, él acababa de descubrir que le gustaban los chicos malos.

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