Capitulo 26

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Pasé la mano por la cara de Anna y sentí que estaba pensando, después sonrió con alegría.

--Gracias Mateo y ese es el punto de este viaje, efectivamente a mi también me molesta eso, me molesta que me griten cuando les digo que soy ciega, me molesta que la gente sea invasiva con mi espacio personal y no me avise cuando se va a acercar a mi, me molesta sentirme tonta cuando todo el mundo sabe que esta pasando menos yo--

--Es feo verdad muñequita, si sientes todo eso ¿Por qué no te quitas los lentes?--

--Por que ese era el punto de este viaje, quiero vivirlo igual que tu, por que esta platica no la habíamos tenido antes, por que hoy yo soy la que me estoy quejando de la manera en la que me trataron a mi y tu sabes perfectamente a que me refiero, tu entiendes por lo que estoy pasando--

No entendía bien, estaba pasándola mal por mi.

--¿Estas haciendo esto por mi?--

--Si, pero no. Es por nosotros, es una manera de platicar, imagínate que tu no fueras ciego y que yo no estuviera usando los lentes, si hubiéramos estado acostados en la playa, seguramente ahorita podríamos estar criticando al señor mayor que no dejaba de ver a las niñas con ojos de lujuria o a lo mal educados que son los adolescentes con sus papas o estaríamos peleando por que Jorge el hijo de la señora Gladis estaba coqueteando conmigo hasta que se entero que era ciega y deje de parecerle atractiva--

--Tienes prohibido quitarte los lentes-- Le dije en son de broma --Y no vuelvo a dejarte sola-- Oí como se reía.

Entendía su punto, eran solo otras cosas que compartir, era raro nunca había hablado con nadie acerca de lo que no me gustaba de ser ciego, ella era la primer persona con la que compartía esas experiencias desagradables y no podía negar que era bueno saber que me entendía a la perfección por que las había vivido en carne propia, no me gustaba que las hubiera tenido que vivir pero me consolaba que solo eran temporales.

-¿Desde cuando surfeas?--

--Desde los once años--

--Al parecer lo que bien se aprende no se olvida, todos alabaron lo bien que lo haces--

--¿Quieres que te enseñe?--

--No gracias-- La oí suspirar con resignación

--Que pasa nena--

--La próximas vacaciones quiero verte hacerlo--

--Gracias--

--¿Por qué?-- Me preguntó

--Por querer verme--

--Siempre, aunque no son necesarios los ojos para hacerlo, mis manos están disfrutando tu bronceado-- Me dijo mientras empezaba a pasar sus manos por debajo de mi camisa de forma muy sugestiva.

Su piel se sentía caliente producto del bronceado, intentaba imaginarme a la chica del poster bronceada, se veía tan bien, ese poster en mi cuarto era mi salvación, pasaba mis manos a traves de su cuerpo, pero mi imaginación estaba en la chica de mis sueños y me hacía muy feliz poderla tocar, poderla amar.

A la mañana siguiente nos paramos temprano, el guía nos iba a llevar a conocer la ciudad.

Había rentado un coche para ir a visitar los diferentes lugares.

Empezamos por subirnos a una lancha, el capitán de la lancha me preguntó si queríamos pescar, descubrí que a Anna le gustaba mucho pescar, yo nunca había sido gran fan, pero con ayuda del guía y el capital soltamos los anzuelos. Mientras recorríamos parte de la costa el capitán nos iba platicando acerca del lugar su historia y sus hechos curiosos, de repente escuchamos que decía.

Tu Oscuridad Es Mi FelicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora