NUEVAMENTE OCHO.

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Y aquí era donde las cosas comenzaban a tornarse desesperantes para ambos. Tenían la solución enfrente de sus ojos, pero como los buenos idiotas y orgullosos que eran no se iban a permitir admitir que les atraía el otro. sin embargo, las cosas ya se las estaban tomando enserio y el simple hecho de mirarse caminar era como un rito de apareamiento. 


Sin decir nada, sin mostrar nada, sin siquiera mirarse, se provocaban uno al otro. 


Para ellos no existía otra persona mas en el mundo que no fueran ellos mismos, nadie mas parecía darse cuenta de aquella relación tan excéntrica que estaban forjando a distancia. 


Yuri parecía una gata en celo, cada vez se ponía ropa mas provocativa y caminaba frente al muchacho moviendo de un lado a otro eso que le había otorgado Dios y que el se había encargado de moldear para darle a mostrar el paraíso a los mortales, le encantaba contonearse con aquellos shorts tan cortos que dejaban expuesta gran parte de esa pálida piel y de vez en vez le encantaba dedicarle una que otra mirada a Otabek para llamar su atención, que no era muy necesario el coqueteo directo, podía tener mil miradas sobre su cuerpo, pero el hecho de que Otabek lo mirara como solía hacerlo hacia que valiera la pena aquellos ejercicios en gimnasio para moldear su cuerpo, valía cada maldita sentadilla. 


Por otro lado el kazajo también se estaba encargando de su cuerpo matándose en sus entrenamientos por dos motivos, el primero era para despejar su mente de pensamientos sucios con el rubio, la falta de sexo lo estaba matando lentamente, le gustaba mantenerse ocupado por las tardes para dejar de pensar en aquellas piernas que a diario el ruso se encargaba de restregarle en la cara y que eran un deleite, pero mas que un deleite eran un pecado y en segundo por que el no seria el que caería en el juego, no el. 


Sabia perfectamente que el rubio quería hacerlo caer en sus encantos, pero estaba muy muy equivocada la gata rusa, porque según los planes que tenia en su mente el kazajo haría que el rubio le suplicara atención antes de que el cayera en su juego.


Eran jóvenes, eran guapos, estaban enamorados, pero también eran muy, muy   estúpidos.


Y creyendo que podían disfrazar el deseo y la atracción que emanaban el uno por el otro con su estúpido ego continuaron sus planes. 

La competencia estaba iniciada ¿Quien caería a los pies de quien?


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Me puse a escribir esto en el trabajo, si les gusta recomienden esta comedia pedorra 
Gracias, los amo ❤

AMARRAME *Otayuri*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora