NUEVAMENTE SEIS.

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Sin haberlo notado Altin estaba comenzando a pasar por una crisis existencial.

Y simplemente no era que no se diera cuenta que Yuri Plisetsky era un hombre sobre todo hermoso, con esa piel tan pálida que tenia que lograba hacer que cualquier color que se pusiera le hiciera resaltar, ese cabello rubio que brillaba cuando le daban los rayos del sol y la hermosa forma de su cuerpo que poseía y unas piernas largas que se veían tan flexibles y un buen,  muy buen trasero, pero él se había prometido algo.


¡Jamás caería en el estúpido juego del rubio!


Él quería una relación seria con una persona que lo valorara, no que lo utilizara una semana y lo botara sin más, estaba seguro que si ya estaba loco por el rubio sin siquiera haber cruzado palabras ni miradas cuando se hablaran caería a sus pies, así que se entreno lo suficiente como para no caer en su trampa.


La primera prueba la había pasado exitosamente cuando revisaba la lista de grupos y el rubio le había pedido permiso para que pudiera verla, pero el no cedió, se mantuvo en su papel e incluso cuando lo había mirado ni se inmuto, la cara que había puesto el rubio le había dado tanta satisfacción, al menos sabía que existía y que el no era como los demás estúpidos. 


La segunda prueba había sido ese momento donde Yuri se le había quedado viendo desde su asiento, Altin supo mantener la cordura y darle una probadita de su propia medicina. Estaba disfrutando de todos y cada uno de los sucesos y pequeñas rabietas que hacia el rubio, el creía que fingía muy bien, pero no era así. Sin embargo, las cosas dieron un giro de 360 grados cuando llego el candidato número un millón a hablar con la rusa y para su estúpida y mala suerte él estaba ahí a un lado notando uno a uno los coqueteos que se daban y las miradas que compartían. Por supuesto que no, por supuesto que no estaba interesado en ese niño berrinchudo.


No le interesaba tanto, no le importaba porque lo había visto mil veces con mil personas distintas... pero por alguna razón aquello le estaba calando mas de lo que creyó.


Y lógicamente no porque tuviera al rubio a su lado durante las clases y le dedicara algunas miradas significaba que tenían algo. 


Después de una escena innecesaria el kazajo se retiró del su salón.


Al salir se encontró a Mila, ella se deshacía por el moreno y como buen hombre herido decidió sacar su frustración con un par de piernas perfectas, una pequeña cintura y enormes pechos. Jamás le había llamado la atención el tipo de cuerpos voluptuosos, ahora que lo pensaba nunca le había llamado la atención otro cuerpo que no fuera el de Yuri Plisetsky.


Y sin querer se habia confesado en su mente, no habia mas remedio el rubio debia tener un hechizo que hacia que todas las personas se enamoraran perdidamente de el, estaba cayendo lentamente, pero no iba a rendirse tan rapido. 


"Mátame, mátame Dios... Pero no me dejes caer en el juego de ese ruso endemoniado" pensaba mientras besaba a Mila e intentaba sacar de su cabeza a Yuri.


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Ahora sí... Se va a poner pedo el chido :v

Lari ❤

AMARRAME *Otayuri*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora