Yuri Plisetsky es el chico mas popular de su escuela, es el mas cortejado por hombres y mujeres por su extrema belleza tan exótica.
Cada vez que alguien comienza una relación con el rubio lo único que le provocaba aquel ángel ruso era darle todo lo...
Algo había cambiado radicalmente. Yuri seguía siendo la reina del colegio, la persona más popular, bella, inalcanzable... Para aquellos que querían conquistarlo, claro.
Pero la imagen de diva había cambiado desde que lo vieron llegar aquel lunes de la mano del kazajo más sexy, para algunos fue dolor en su corazón, otros sintieron impotencia de haber tenido esa piel solo efímeramente, porque se veía distinto desde la luz que daban sus ojos, su piel brillaba más y la sonrisa cínica que siempre tenía en la boca ahora era bella, radiante y sincera. Algo que nadie jamás había visto, ni nadie había logrado, el kazajo solo había estado con el un mes y Yuri era totalmente otro.
Yuri parecía un niño feliz y sin miedo a esconderlo.
La felicidad probablemente era el único sentimiento que no se podía ocultar en el rostro de cualquier persona, eso no exentaba a la diva rusa.
Y es que eran tal para cual y el destino se había encargado de juntarlos y para siempre.
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Era San Valentín y era el primero que Yuri y Otabek pasaban con pareja, a pesar de tener citas a diario esa era una ocasión especial y aunque todos pensaran que Yuri era frívolo (Que realmente muy dentro de su corazón de diva si lo era) él quería que la primera vez que saliera en San Valentín fuera especial, no con cualquiera y ya tenía a su persona especial.
Estaba emocionado, estaba nervioso, estaba ansioso, maldito kazajo, seguramente lo había embrujado, para esa ocasión se había comprado un overol de mezclilla muy corto con unas botas negras que le encantaban e incluso se había puesto una chamarra de piel que se había comprado en internet, la más parecida a la que usaba Otabek por su puesto para hacer juego.
Se estaba arreglando su cabello cuando comenzó a sonar su celular, miro el identificador y claro que era su kazajo, antes de contestar sonrió como loco leyendo su nombre en el identificador y tomo la llamada.
- ¿Si?
- Estoy afuera de tu casa, no me hagas esperar gatito - Le dijo de una forma tan sensual que sintió que sus piernas le temblaban.
- Ya estoy listo, voy bajando - Colgó el teléfono.
Se miro por última vez al espejo y salió corriendo, bajo las escaleras a la velocidad de la luz y justo al abrir la puerta estaba Beka parado con un ramo de rosas rojas
