Capítulo 25: Corazón roto

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Llevaba veinte minutos frente a esa desastrosa puerta. Odiaba el barrio en el que vivía Sasuke, le parecía peligroso, sucio y maloliente, pero no podía hacer nada pare evitar aquello. Seguramente Sasuke no había encontrado un lugar mejor para su nivel económico. Ahora se preguntaba qué había ocurrido en su familia.

Sabía de sobra que sus padres tenían dinero, había acudido a un instituto privado y pese a que se fue antes de terminar el último año, también creyó que se habría ido al extranjero o algo así. Jamás se habría imaginado que ese chico arrogante pero con la mejor voz que jamás había escuchado, acabaría bailando y desnudándose frente a unos babosos por unos cuantos yenes.

Su cabello estaba acumulando escarcha. Hacía frío y por mucho que intentase abrigarse cada vez más y subir el cuello de su chaqueta para tapar parte de su rostro, el frío seguía colándose en su cuerpo. No estaba allí abajo esperando por algo que Sasuke hubiera hecho. ¡No! Estaba allí, temeroso y dubitativo por lo que había dejado... ¡Un niño! Tenía un hijo y eso le aterraba. Él ni siquiera parecía saber tratar a su hijo. ¿Cómo iba a tratar al de Sasuke? Tenía miedo.

Todo su cuerpo temblaba como si fuera un flan. ¿Cómo sería ese niño? ¿Se parecería a Sasuke? ¿Tendría su carácter? ¿Sería inteligente como él? ¿Habría sacado esa forma tan graciosa que tenía Sasuke de mover su nariz cuando algo le molestaba? No pudo evitar sonreír al pensar en aquel detalle. Era una de las cosas que más le gustaba de Sasuke.

Los primeros rayos de luz empezaron a aparecer. Se reflejaban en el hielo que caía de las cornisas, creando un color único y especial. Hacía años que no se tomaba un poco de tiempo libre para contemplar las pequeñas cosas. Quizá ese barrio fuera espantoso a los ojos de Naruto, pero reconocía, que en aquel instante... tenía cierto encanto con los primeros rayos de sol.

- Vamos allá – intentó animarse a sí mismo.

Al llegar a la puerta, miró los timbres, descubriendo... que no tenía ni idea de cuál era el de Sasuke. No había nombres, tan sólo números y pese a que una vez subió a su casa, no recordaba el piso ni el lugar. Tan sólo recordaba su portal. Aquello sí que era un contratiempo.

Apoyó las manos sobre la puerta y ésta se abrió ante su sorpresa. ¡Estaba rota! Ni siquiera podía cerrarse. ¿Qué clase de seguridad era ésa en una vivienda? ¡Un mal barrio! Era lo único que podía pensar Naruto. Tan sólo quería recoger al niño y marcharse cuanto antes de allí.

Subió las escaleras con cuidado, esperando salir vivo de allí. Decir que estaban sucias era quedarse corto. Gente que dormía a pierna suelta, vagabundos llenos de roña dentro de sus sacos de dormir, telas de araña en las ventanas y grietas que hacían creer que el edificio se vendría abajo si se le ocurría soplar.

- Joder, Sasuke – susurró Naruto.

Una cosa tuvo clara en ese instante... Sasuke no iba a volver a ese apartamento y menos después del desmayo. Así tuviera que cogerlo de una oreja y arrastrarlo hasta su casa, lo sacaría de allí.

Una persona salió a recibirle cuando estaba a mitad de la escalera. Un portero con enormes manchas de grasa en su camiseta, que fumaba un puro maloliente y tosía con violencia llenando el ambiente con ese aroma a alcohol barato.

- ¿Quién eres tú? – preguntó con su voz grave y repulsiva.

- Un amigo de Sasuke Uchiha, he venido a buscar a su hijo.

- ¿Sasuke? No sabía ni que tenía amigos.

- Disculpe... pero... ¿Podría indicarme su puerta? Es la primera vez que cruzo el portal.

Striper forzoso (Naruto, Naru-sasu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora