Capítulo 3: El puesto es tuyo.

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Sentía el movimiento del colchón y sabía que quien estaba a su lado se había despertado, pero él todavía estaba cansado. Apenas había podido dormir esa noche. Su hijo era como un terremoto, un tsunami en pleno apogeo, no paraba ni un segundo. Los profesores decían que tenía hiperactividad, pero su padre, un gran cirujano y cardiólogo, se reía diciéndole que era mentira, sólo era un niño movido pero no hacía falta diagnosticarle tan rápido como hiperactivo como solían hacer últimamente. Naruto no sabía muy bien qué pensar, pero teniendo en cuenta que su padre era experto en todo eso... en parte le creía.

- Para ya, Asahi – susurró Naruto dándose la vuelta.

- Vamos al parque – le insistía su hijo.

- Es sábado, déjame dormir un rato.

- Quiero ir al parque – gritó un poco más el niño.

- Y yo dormir – le dijo Naruto.

- ¡Quiero ir al parque! – gritó más fuerte aún el niño de apenas seis años, consiguiendo que Naruto se tapase los oídos.

- Deja de gritar, vas a despertar a todos los vecinos.

- ¡PARQUE! – gritaba cada vez más, sin parar hasta que Naruto se levantó medio enfadado y abriendo el cajón, cogió un calcetín limpio de allí metiéndoselo en la boca para callarle.

El niño lo sacó antes de empezar a escupir como si le hubiera metido la cosa más asquerosa del mundo, sin embargo, pese a que Naruto creyó que eso detendría a su hijo, éste se puso de pie en la cama y empezó a saltar, haciéndole algo de daño en alguna ocasión cuando su pie o su rodilla... o incluso algún codo, se escapaba y le daba sin querer.

- Basta ya – gritó Naruto cabreado, levantándose de golpe de la cama – déjame tomarme un café y te llevaré al maldito parque.

Caminó con rapidez hacia el aseo percatándose de la sonrisa traviesa de su hijo pero sin entender todavía el motivo tras ella. No fue hasta que llegó al espejo y se vio la cara, que entendió lo que ese monstruito había estado haciendo.

- Asahi, estás castigado sin salir – le gritó su padre desde el baño intentando quitarse el permanente del rostro.

El niño se deprimió un poco al principio por quedarse sin parque, aunque no le duró mucho, sabía de sobra que seguramente a su padre le saldría algo, una reunión, alguna entrevista de última hora o un contratiempo, así que tampoco habría ido al parque igualmente.

***

Sasuke acariciaba con sus dedos el rostro de su pequeño. Todavía tumbado en la cama y con la ropa puesta de la noche anterior, movía el flequillo de su hijo y le observaba dormir como todo un ángel, sonriendo como un tonto. Quizá en su vida había cometido muchos errores, pero ese niño no lo era, jamás sería un error o un fallo. Observó cómo Menma se desperezaba lentamente, uniendo sus manitas a sus ojos y restregándolas tratando de abrirlos, lo que hizo que la sonrisa de Sasuke se incrementase todavía más.

- Ey... buenos días, dormilón – sonrió Sasuke dejando que su hijo cogiera con su mano el dedo índice y lo agarrase con fuerza.

- Buenos días, papá. ¿Volviste tarde? – preguntó el niño al verle sin el pijama.

- Sí – comentó Sasuke – he vuelto hace unos minutos.

- ¿Puedo dormir contigo?

- ¡Si te acabas de despertar! – sonrió Sasuke dándole un beso en la frente al pequeño.

- Da igual, yo puedo dormir un poco más contigo.

Striper forzoso (Naruto, Naru-sasu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora