Capítulo 3

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Gael.

¡¿Qué mierda me está pasando?! Siempre con las mismas estupideces de dejarme llevar por mis malditos impulsos ¿Cómo se me ocurre besar a Alissa? ¡Qué estupidez! ¿De dónde fue que tome valor para hacerlo? Ni yo mismo logro comprender qué carajo fue lo que me pasó. Golpeo el volante con fuerza. Me paso los dedos por el cabello, frustrado.

Tampoco sé cómo es que me atreví a volver a intentarlo, y amenazarla de esa manera. ¡Soy un hijo de puta! Por haber hecho eso. Pero, no sé, no sé, no pude controlarme al tenerla así de cerca. Todo dentro de mi comenzó a vibrar al momento de oler su exquisita fragancia. Mirar sus hermosos labios carnosos, era inevitable no robarle un beso como lo hice. Y lo peor de todo, es que no me arrepiento de haberlo hecho. Me siento mal, pero arrepentido no me siento.

Volver a sentir sus labios fue algo que no sé cómo explicarlo, me confunde. Lo único que sé, es que fue diferente. Una hermosa diferencia. Prometí alejarme de ella. Sin embargo, no puedo. Ella hace todo y a la vez nada para que yo siga estando detrás de ella. ¿Qué es lo que me estás haciendo, Alissa?

Me detengo en un semáforo a unas calles de llegar al aeropuerto. Isabella acaba de llegar de San Francisco. Después de aquella vez que se fue, no nos hemos visto. He tenido mucho trabajo y ella igual. Me he encargado de los asuntos de San Francisco desde aquí.

Miro mi reflejo en el espejo retrovisor y me doy cuenta que tengo la jodida mordida. ¡Maldita sea! Toco mi labio. Hago un gesto de dolor. De seguro Isabella me hará preguntas al respecto. Tengo que buscar una buena excusa para decirle.

El semáforo da la luz verde y sigo avanzando hasta llegar al aeropuerto. Observo como Isabella viene caminando dirigiéndose al auto. Bajo rápidamente para ayudarle con las maletas.

—Hola, amor —saluda al verme. Se acerca a mi rostro para darme un beso en los labios, pero me adelanto a dárselo en la mejilla. Tomo la maleta de sus manos, luego camino hacia mi auto para luego subirlas a la cajuela. Ella camina hacia a mi observándome con expresión confundida— ¿Entonces qué? ¿No me vas a dar un beso? ¿No me vas a saludar? —ruedo los ojos.

—Hola, Isabella —cierro la cajuela del auto, luego me acerco y le doy un rápido beso en sus labios. Le abro la puerta del auto, ella sube, luego rodeo el auto para subir. Comienzo a conducir en un silencio incómodo.

—Si no querías que viniera, me hubieras dicho, Gael —¡Maldición! Va a comenzar a discutir. Me quedo en silencio, ignorando lo que dice— ¿Por qué no querías darme un beso? Tenemos más de un mes sin vernos.

—Lo sé —fue lo único que mencione. No me siento con ánimos de discutir en este momento.

Llegamos al departamento de Axel. Ayude a Isabella a bajar sus maletas y a subirlas al departamento. He pensado en comprar un departamento en este mismo edificio, no quiero seguir molestando a Axel con las visitas de Isabella, y más porque ellos no se llevan muy bien.

—Descansa un poco. En la noche pasaré por ti para ir a cenar —digo. Quiero salir del departamento, pero ella me detiene.

—¿Qué te paso en el labio, Gael? —toma mi rostro fijando su mirada en mis labios ¡Puta mierda! Ahora si estoy perdido. Trago saliva. Busco una excusa rápidamente antes de que vuelva a preguntar.

—Fue culpa de Axel —comienzo a revelar otra de mis mentiras— Estaba ayudando a Axel a entrenar. Yo sostenía el cojín de boxeo para que él lo golpeara, pero en un segundo que me descuide, el idiota me dio un tremendo golpe en la boca —suelto el aire que tenía reteniendo. Aunque, no estoy seguro de que me haya creído. Sigue observando la herida en el labio.

La Venganza ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora