Capítulo 6

734 58 23
                                    

Alissa.

Todo está en silencio, escucho como las manecillas del reloj de la pared hacen tic, tac. A mi lado esta una señora con un bebé en brazos. Todo es tranquilidad, hasta que el bebé comienza a soltar el llanto fuerte. Mi cabeza está a punto de estallar. El dolor es cada vez más fuerte. Esa estúpida vieja sí que jalo con ganas mi cabello, pero a fin de cuentas no me quejo, esto no es nada a comparación a como ella se fue. Pobrecita, estaba destrozada. Se fue literalmente, hecha pedazos, yo se lo advertí pero ella se lo busco. Traté de decirle las cosas lo más amable posible para que se retirará de mi oficina, sin embargo, omitió todo lo que venía de mi boca. Lo único que escuchaba eran las voces de su cabeza al parecer porque lo que quería era desgreñarme como lo hizo. Creo que no pensó que fuera a reaccionar de la manera en que lo hice.

Estoy esperando mi turno con el doctor donde Chelssey hizo la cita. No entiendo por qué accedí venir aquí si yo no quería, pero sabía bien que si no lo hacía no me la iba a quitar de encima hasta que lo hiciera porque cuando algo se le mete a la cabeza a Chelssey Ross, no hay poder humano que le haga cambiar de opinión. Siempre ha sido así de terca y de insistente, pero no importa como aun así es mi mejor amiga, mi casi hermana.

Antes de venir con el doctor le mande un mensaje a Max avisándole que estaría aquí y no fuera al bufete. Él vendrá por mi cuando salga de la cita. Y como era de esperarse, me pregunto que, si a que había venido al médico, pero no le quise dar mucha explicación hasta que hablemos esta noche.

El bebé no ha parado de llorar, y el ruido hace que el dolor sea más intenso. La señora comienza a moverse de un lado a otro sin saber cómo callar a su pequeño. Intenta de todo, pero él sigue llorando. Me pongo a pensar en estos momentos que eso de ser madre es una gran responsabilidad por lo que estoy viendo. El bebé llora y no sabes que hacer, no sabes que es lo que tendrá. Si tiene hambre, si tiene frío o sueño. O talvez le duele algo. Es algo muy complicado, pero creo que dentro de lo que cabe, tiene su lado lindo ser madre. Jamás había pensado en la estabilidad de una familia, mucho menos en estos momentos. Solamente las veces que mi madre me decía que quería que me casará con Ray, que ya era tiempo de formar una familia con él y que dejará mis planes de querer buscar a las personas que metieron a la cárcel a mi padre. Hoy me alegra bastante en no haberle puesto atención a lo que me decía y que mi mente tuviera otras prioridades, sino fuera ese caso, de seguro en estos momentos sería una mujer llena de problemas, con hijos y por supuesto una esposa cornuda con un hombre que no vale la pena.

—Señorita Beckett —dice la enfermera, dándome un pequeño susto e interrumpiendo mis pensamientos

—Si, soy yo —respondo de inmediato.

—Pase por favor —rápidamente me pongo de pie. No me di cuenta cuando el bebé dejo de llorar y se ha quedado dormido. Sin entretenerme más, me dirijo hasta donde está la joven enfermera esperando que entre al consultorio.

Al entrar, miro que el doctor está sentado en su silla con los dedos cruzados encima del escritorio. Dirige su mirada a mí y me da una enorme sonrisa con unos perfectos dientes blancos. Bastante guapo, por cierto.

—Señorita Beckett ¿cierto? —asiento con mi cabeza. No tengo muchos ánimos de nada, espero mi educación no quede por los suelos— tome asiento, por favor —hago lo que me dice, sentándome en una de las sillas que tiene enfrente.

Me quedo viendo en algún punto fijo de este consultorio. El dolor que tengo en mi cabeza es cada vez más intenso, me punza la cabeza como si en cualquier momento fuera a estallar en mil pedazos, sólo quisiera poder dormir toda una noche sin ninguna estúpida pesadilla que me interrumpe mi sueño...

—¿Señorita Beckett? —pregunta el médico sacándome de mis pensamientos. Sacudo mi cabeza y le sonrío— dígame ¿Qué es lo que la trajo aquí?

La Venganza ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora