JiCheol ♡ Amorterapia.

Capítulo especial ♡

Dos años después.

JiHoon estiró los brazos y acarició las frías sábanas de su lado, se sentó en la cama cuando notó que ya había amanecido y se frotó los ojos para luego mirar la habitación.

Cuando escuchó ruidos y voces en la primera planta decidió levantarse.

Se asomó en la cocina y SeungCheol estaba revolviendo unos huevos mientras que MinKi colocaba la mesa para tres personas.

MinKi ya era un jovencito de quince años, su cabello había crecido pero seguía utilizando gorros de lana en invierno y otoño.

Desde que controlaron su enfermedad comenzó a ir a la escuela pero seguía haciéndose exámenes cada seis meses.

No querían vivir una recidiva.

Pero hasta el momento, llevaba dos años sin cáncer en su cuerpo.

Era un buen estudiante y muy popular en su escuela, le gustaba jugar fútbol pero ya les había dicho a sus padres que cuando saliera de la escuela quería estudiar medicina.

—Papá aún no te has vestido —MinKi lo miró deteniendo sus movimientos.

—¿Hoy es miércoles?

—Sí, hay que ir al hospital y luego al trabajo.

—Sabes que no es necesario que vayas —Se acercó a SeungCheol besando sus labios —Buenos días Cheol.

—Buenos días mi amor.

—Anoche dejé todas las tareas listas para mañana —MinKi hizo un puchero, el cual había aprendido de SeungCheol —Quiero ir con ustedes, aprovechar que hoy no tengo clases.

—Por mí no hay problema —Dijo SeungCheol dejando los huevos sobre la mesa para después sentarse.

—Está bien —Aceptó JiHoon y MinKi comenzó a comer con una sonrisa.

Después de desayunar y alistarse, salieron de la casa en dirección al hospital donde el pequeño realizó sus exámenes correspondientes, luego se dirigieron a la fundación que crearon junto a otros médicos del área.

No tenían a muchos pequeños pero intentaban guiar a sus padres y apoyarlos en lo que venía, también consiguieron un convenio con el hospital donde trabajaba DoYoon y así facilitar los tratamientos en Japón.

Muchos doctores iban de visita a Corea para ayudar en lo necesario.

MinKi fue el primero en bajarse del automóvil y correr hacia la oficina de JiHoon, sacó la bata blanca de su papá y tomó la nariz roja del escritorio para comenzar a jugar con los pequeños porque si bien no tenía tantos conocimientos como sus padres, sabía que podía ayudar alegrándoles el día.

Y no había nadie mejor para hacerlo, él los entendía a la perfección.

JiHoon buscó su bata por la oficina y SeungCheol lo miró desde el marco de la puerta.

—Creo que tendremos que comprarle una —Comentó el pelinegro haciendo que JiHoon se volteara a verlo —O tendrás que acostumbrarte a trabajar sin ella.

Con una sonrisa traviesa, JiHoon se acercó a SeungCheol y arregló el cuello de la camisa —O podría robarte la tuya.

—Dependerá de cómo me la quieres robar —Posó sus manos en la cintura del castaño —¿Alguna idea?

—Sí —Pasó junto al mayor y salió corriendo hacia la oficina de SeungCheol. En mitad del camino unos brazos lo rodearon levantándolo del suelo.

—Papás —MinKi los miró abriendo sus ojos más de lo normal y junto a él habían dos adultos —Ellos necesitan información.

Lentamente SeungCheol bajó a JiHoon, tragó saliva sonoramente mientras el menor ordenó su camisa y con una sonrisa se acercó a la pareja.

—Bienvenidos —Los saludó cómo si nada hubiese pasado —Si quieren información pueden venir a mi oficina.

—Claro, muchas gracias —Siguieron el camino que les indicó JiHoon pero antes de que se fuera SeungCheol le golpeó el trasero suavemente.

MinKi soltó una risita y cuando SeungCheol lo miró negó con la cabeza, como si lo estuviese regañando.

—Lamento mi actitud Doctor Choi —Dijo SeungCheol apretando sus labios.

—Que no se vuelva a repetir —MinKi entrecerró los ojos mirando a su papá, se le escapó una sonrisa y SeungCheol lo abrazó por los hombros dejando caer su gorro así que aprovechó de desordenarle el cabello.

Caminaron por el pasillo y MinKi se giró hacia el mayor —Papá, Necesito chistes nuevos para hoy.

—¿Sabes por qué el tomate no toma café?

—Pero que no sean los de papá JiHoon —Hizo una mueca y SeungCheol apretó su mejilla.

Nadie les aseguraría que MinKi llegara a vivir veinte años más pero disfrutaban el presente y ahora eran inmensamente felices.