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Lena chequeaba todo el tiempo a Kara, viendola disimuladamente por el retrovisor. Esta se encontraba con los brazaletes puestos y miraba, sin ningún interés, los arboles que rodeaban la carretera.

—Estoy demasiado nerviosa. No le he he contado nada a mamá sobre Kara —comentó Alex, mientras observaba atenta la carretera para manejar bien.
—¿Eliza no sabe sobre mi? —preguntó Kara.
—Todo será una sorpresa.
—Que grata sorpresa... —susurró la rubia.
—Kara —le regañó Lena al ver su actitud tan pesimista —. Primero le contaremos a Eliza que perdiste la memoria. Debemos esperar que asimile todo. Será difícil para ella. Luego le diremos sobre tus sentimientos, y si las cosas van bien, podremos contarle que eres Erlik. Así que, por favor, cuanto te reencuentres con ella, muestra felicidad y dale cariño. Es una madre que perdió a su hija por dos años, esto no es fácil.

Todas se quedaron en silencio por unos minutos, escuchando música de Ed Sheeran (a petición... bueno, obligación y casi amenaza de Maggie).

Después del ataque al laboratorio, descidieron que lo mejor sería transferir temporalmente a los Metahumanos a otra instalación y cerrar el laboratorio para repararlo, colocarle más seguridad y prevenir por si hay otro acontecimiento.

Es ahí cuando aprovecharon para llevar a Kara. No iban a poder estar por muchos días. La policía necesitaba a Lena y la ciudad necesitaba saber que Erlik aún se encontraba tras las rejas.

—Lo intentaré, pero no esperen tanto de mi —dijo Kara y Lena mostró una sonrisa.

Finalmente llegaron. Eliza se hallaba en la puerta con una pequeña sonrisa. Era una mañana soleada y Midvale se veía hermoso. Alex estacionó el auto al lado de la antigua camioneta de su padre. La primera en bajar fue Maggie, que saludo a su suegra con mucho cariño.

—¿Cómo va todo con Alex? —preguntó Eliza.
—De maravilla —dijo Maggie con una gran sonrisa.
—Hola, mamá —saludó Alex y Eliza le dio un beso en la mejilla.
—¿Dónde está Lena? Creí que venía con ustedes —cuestionó confundida.
—Sí, verás...

Por otro lado, Kara bajaba del auto y Lena le quitaba los brazaletes, diciéndole lo mismo de siempre.

—Ni si te vaya a ocurrir mostrarle a alguien tus poderes —ordenó Lena con el ceño fruncido.
—Lo sé... —musitó Kara, girando los ojos.
—Y no vayas a escapar.
—Sí...

Los ojos de Kara ya no prestaban atención en Lena, sino en el grande bosque que se hallaba muy cerca a ella. No es que fuera... bonito o agradable el lugar. El bosque era oscuro y solo unos pocos rayos de sol lograban entrar, pero daba tanto misterio, que Kara ya estaba calculando en su cabeza cuándo podría darle un paseo a ese interesante lugar.

—Y muestrate un poco más empatica —dijo Lena con los brazos cruzados.
—De acuerdo, Lena, ya entendí... Solo, no debo ser Kara.
—Exactamente a eso no me refería.
—¿Entonces a qué, no es lo que han queri-

Kara se quedó en silencio cuando sus sentidos se alertaron; alguien la estaba viendo. Giró la cabeza y encontró unos ojos azules, casi iguales a los suyos, mirándola. Lena pudo notar por pocos segundos un pequeño brillo que apareció en los ojos de Kara.

—Ve, Kara —susurró Lena, con una pequeña sonrisa.

La rubia rodeó el auto con pasos lentos y se acercó a su madre hasta quedar a pocos centímetros de distancia. El cabello, los ojos, el rostro, muchos rasgos eran idénticos.

Eliza, aún sin creer lo que sucedía, acarició el brazo de su hija, para comprobar que era real, mientras Kara la veía directamente al rostro. Sin parpadear o hacer ningún movimiento, solo la veía, como si la estuviera estudiando, o tratando de buscar en su removida cabeza, algún indicio de quién era exactamente.

Supercorp; Perdemos lo que amamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora