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Kara retrocedió con pasos lentos, pero nunca dejando de ver a los hombres que se hallaban frente a sus ojos. Estos la apuntaban con varias linternas y pistola en mano. La rubia sentía sus manos temblar por el miedo, mientras se arrepentía en su cabeza de haberse ido de casa.

Sin pensarlo dos veces, dio media vuelta y comenzó a correr. Pero uno de los hombres la agarró del brazo, para luego tirarla al suelo e inmovilizarla.

—¡Alex! —gritó con todas sus fuerzas y el hombre que tenía en cima le cubrió la boca con una tela.

Kara cerró los ojos al sentir como su vista se volvía nublosa por las lágrimas que salían. Nadie la iba a ayudar. Estaba sola y ella tampoco estaba en oportunidades de escapar. Sintió un pinchazo en el cuello y, aunque intentó por ultima vez zafarse, el hombre que se hallaba encima suyo hizo más fuerza sobre ella. Un liquido espeso comenzó a correr por el cuello de la rubia, quien sintió sus fuerzas disminuir.

—Llama a la base e informa que terminamos la misión en el Oeste de Usa. Tenemos a la ultima de la lista.

Kara intentó abrir los ojos cuando la obligaron a levantarse, pero sus parpados le pesaban y no tenia la energía para esforzarse. Y, aunque sus piernas no estaban trabajando muy bien, la empujaron para que comience a caminar. Después de unos largos segundos, intentando mover las piernas por unos metros, un metal la golpeo en la espalda y Kara cayó de rodillas.

—Vamos, mírala, porque será la ultima vez—le susurró en el odio.

Con las ultimas fuerzas que le quedó, Kara abrió un poco los ojos y pudo ver a Alex llorando al lado de su polera completamente llena de lodo. No llores, Alex, por favor; todo menos eso, pidió Kara entre lagrimas.

Aunque peleen, aunque soltase palabras de la boca con molestia, nunca llegaba al punto donde Alex y Eliza llorasen. No, no lo merecían. Tal vez ella sí, porque actuó como una estúpida por muchos años. Se aisló mucho de su familia, con la escusa que debía estudiar para la universidad. Pasaba horas en el bosque hasta que la luna aparecía y Jeremiah estaba obligado a buscarla. Y cuando se padre murió, parecía como que si ella también se haya ido.

La tomaron de los hombros con fuerza y la levantaron bruscamente.

Lo siento, mamá. Alex, lo siento. Alex..., era lo único que pensaba Kara, mientras le vendaban los ojos y la imagen de su hermana desaparecía en la oscuridad. Lo siento por todo lo que les dije. Lo siento si les hice daño. Lo siento, por no ser la persona que esperaban que sea.

No debió pelear con ellas. Luchó tanto por la muerte de su padre y ni siquiera recordó sus palabras en el momento más necesitado: "Kara, entiendo que estés molesta, pero déjame decirte algo y que nunca se te olvide. No te vayas de casa sin haber arreglado los problemas con tu familia. Nunca sabes lo que puede suceder cuando cruces esa puerta".

. . .

La vista se volvió cada vez más nítida. Las manos y pies los tenía amarrados, pero en ese momento, Kara se hallaba más preocupada por no saber dónde estaba. El cuarto era oscuro y olía a putrefacción. No había ventanas o algún objeto que la ayude a escapar. Sólo una puerta de metal que le daba mínimas esperanzas para saber dónde diablos se encontraba.

Comenzó a arrastrarse en silencio hasta la puerta y miró por el pequeño hueco de la cerradura.

—Caminen más rápido —ordenó una persona con traje negro y la boca cubierta con una tela, mientras apuntaba con una pistola a dos jóvenes.
—¿Has escuchado lo que nos van a hacer? Están intentando crear una nueva generación de personas con poderes pero están habiendo error y las personas pierden sus recuerdos o emociones —susurró el chico a su compañera.
—No... —. Kara retrocedió con miedo. No puedo perder mis recuerdos. Mi familia; debo regresar con ellos. No puedo olvidarlos, no puedo olvidar a papá... dejar de quererlos, pensó con pánico.

Supercorp; Perdemos lo que amamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora