15

1.2K 129 10
                                    

Nadie volvió a despertarse hasta que salió el sol. Las primeras en levantarse fueron Alex y Kara, que decidieron hacer el desayuno para los demás. Era el último día en Midvale y en unas horas debían regresar a National City para seguir con sus responsabilidades.

Alex se hallaba en silencio cocinando tocinos, mientras Kara sacaba un par de huevos del refrigerador. Cada una metida en su rollo, pero sin ninguna incomodidad. Habían logrado crear una relación donde cada una sabía que temas no debía tocar, para vivir en armonía.

—Gracias por haberme traído —rompió el silencio Kara —. No se que hubiera pasado si no me obligaban a venir.
—Debo admitir que al principio todo era idea de Lena. Tenia miedo de saber que iba a suceder si venias, que le dijeras algo a mamá que la vaya a herir o que simplemente lo rechaces todo, pero me equivoqué—admitió Alex, dejando de lado que estaba cocinando—. Lo tomaste muy bien y veo que tienes una buena relación con mamá. Aunque me siento un poco mal por no decirle toda la verdad.
—Y no lo haremos, no serpa necesario que Eliza sepa que soy Erlik. Lo siento por ser tan arrogante al principio. Te herí y no me importó lo que te sucedía. Dios, habías encontrado a tu hermana después de dos años y actué de la manera más estúpida que pude —. Kara continuo revolviendo los huevos, pero Alex solo se quedó mirando a la rubia—. Rayos, en unos minutos ya despertaran Lena y Maggie y aún no me he bañado—. Kara estaba por irse, pero la mayor la tomó de la mano—Alex, debo ir a...
—Kara, espera—le interrumpió Alex.
—Alex...
—¡Kara!
— ¡¿Qué?!

Kara al fin volteó y miró a Alex con la cabeza agachada. Se relajó un poco y esperó a lo que va a hablar. Quería que su hermandad mejore. Ya no quería ignorarla, dejarla de lado y solo concentrarse en su vida.

—Yo... solo quería decirte que estoy orgullosa de ti, por todo lo que has cambiado y te prometo que te ayudaré en todo lo que necesites. Porque... eres increíble. Si fuera tú, tal vez ya habria perdido la cordura, habría mandado todo a la mierda, pero mírate; sigues aquí en pie.

La rubia sonrió y se zafó del agarré de Alex. Las dos se quedaron en silencio por un segundo. Kara dio un paso hacia Alex y la rodeo en sus brazos.

Te quiero mucho, hermana.

Al escuchar eso, la piel de Alex se erizó y apretó con fuerza el abrazo. Kara sentía el corazón de su hermana latir extremadamente rápido y no pudo evitar sacar una sonrisa.

—Tambien te quiero, Kara. Pase lo que pase, estaré a tu lado. Siempre.
—Lo sé...Alex, se te está quemando el tocino.

Alex se separó entre risas y las dos se miraron. Kara señaló la sartén y la mayor siguió cocinando.

. . .

—Regresa cuando quieras, cariño —dijo Eliza, abrazando a su hija.
—Lo haré —prometió Kara.
Realmente no quería irse. Aún habían tantos misterios por encontrar en esa casa, que sentía que el tiempo le había quedado corto. Dormir en su cama, poder caminar por el bosque, le hacía sentir un aire acogedor. Algo que nunca había hayado aunque se haya mudado decenas de veces a apartamentos medicamente mediocres.

Alex terminó de meter todo el equipaje en el auto, cuando recién Maggie y Lena se dignaron a salir de la casa. El radiante sal cayó en sus rostros y como vampiros, regresaron hasta la puerta.

—¿Todo bien, amor? —preguntó Alex divertida.
—Cuando me sienta mejor, juro que no podrás caminar por una semana —susurró Maggie entre dientes y Lena casi se atora con el café que tomaba —. Te dolerá tanto el culo que no podrás ni sentarte y tendrás que pedirle a Lena unos días de reposo.
—Yo también te amo —bromeó Alex, dándole un beso en la mejilla, mientras la latina gruñía —¿Cómo vas Lena? —. La morena solo le dio un rápido vistazo a su amiga y siguió tomando su café —. Supe que dormiste bien acom-
—Si dices una palabra más, te despido.

Supercorp; Perdemos lo que amamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora