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Do not let go my hand.

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James se removió incómodo en la camilla, le dolía todo el cuerpo, estaba casi seguro que podía comparar aquel dolor con el que sintió la primera vez que práctico Quidditch; extremidades entumecidas, dolor de cabeza, se sentía fatal, pero ninguno de estos malestares se comparaba con la presión que sentía en su pecho.

Un gemido de dolor alertó a la mujer pelirroja que rápidamente se acercó al azabache, James sentía las manos de su madre tocar todo su rostro, comprobando que todo esté en orden, hasta que finalmente lo abrazó y sintió un sollozo.

— Estoy bien, mamá. —susurró, Ginny se separó de su hijo y lo vio demacrado, pálido y ojeroso, había estado inconsciente varios días y este lucía cada vez peor, ningún médico entendía que es lo que pasaba y eso solo lograba que Ginny se molestara aún más.

La puerta de aquel lugar se abría y por esta una cabellera platinada entraba, James supo que estaba en San Mungo cuando vio esa cabellera, Draco Malfoy era de los mejores medimagos con el que contaba este lugar y para suerte de James, este estuvo aquí cuando en Hogwarts no encontraron una mejor manera de tratarlo.

Desafortunadamente, ni Malfoy podía decir con certeza que pasaba con James.

Por otro lado, los grupos de búsqueda para encontrar a Isabelle Bennett se habían incrementado, el mago que se la llevó no había dejado ningún rastro, los aurores encargados de esta búsqueda estaban perdiendo la cabeza y Harry Potter comenzaba a ponerse cada vez más nervioso por no encontrar a la pelirroja, para este momento él ya se esperaba lo peor.

Isabelle por su parte se veía cada vez peor, el hombre que se la llevó aseguraba que la querían mantener viva, pero todas las torturas por las que había pasado decían lo contrario. Aquel hombre se aferraba a la idea de que debían activar su parte sobrenatural, llevarla al límite era todo lo que hacían con el fin de sacarlo, la pelirroja había visto como mataban a más de una persona por hacer que aquel lado saliera a la luz. Ahora mismo está se encontraba recostada en el mullido suelo de aquella sala de estar, escuchaba a lo lejos hablar a varias personas, aunque en aquel entonces ya no sabía distinguir entre los murmullos de las figuras que se le acercaban y el hablar de las personas.

Sintió una mano en la cabeza, alzó la mirada, una persona con una capucha se encontraba frente a ella, solo podía ver su sonrisa, una sonrisa que a cualquiera le daría miedo, pero ella no estaba asustada por dicho individuo, la sombra que cargaba detrás era lo que más le atemorizaba, intento alejarse de aquella persona, pero esta sostuvo de su cabello.

— Si debo llevarte al borde de la locura lo haré —sentenció, la mirada de la chica se centró en otro lado para evitar mirar a la mujer, su voz la había delatado—, así que no me hagas perder más el tiempo y dame lo que quiero.

Isabelle siguió mirando a la nada, la mujer al no recibir respuesta la alejo, segundos después la pelirroja sintió como la cargaban y la encerraban otra vez, con las pocas fuerzas que le quedaban se sentó y observó a Fred, quien había desaparecido por varios días.

Anchor ➳ James Sirius PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora