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Las manos de Isabelle soltaron a su madre y bajó la cabeza temiendo lo peor. Adeleine Pierce tenía puesta su mirada en un punto fijo, la cama de Fred, ella jamás hubiese imaginado que el verdadero asesino de Fred era su propio esposo, la persona que había jurado hacerla feliz, recordaba haber sido advertida por varios sobre lo vil que podían llegar a ser los Bennett, pero ella necesitaba ver eso con sus propios ojos y Joseph le demostró que todo lo que decían era una mentira, pero la mentira había sido él. La mujer de cabellos oscuros quería llorar y destruir todo por haber defendido tanto a una persona que resultó ser peor que cualquier otro, pero no lo hizo, soltó una suspiro y agarro nuevamente la mano de Isabelle.
— ¿Quién te mostró eso?
— Las anclas comúnmente reciben a un protector o un compañero, este resulta ser un espíritu al azar... —guardó silencio— Mi compañero es Fred Weasley.
— ¿Qué?
— En quinto un espíritu comenzó a seguirme y molestar porque era la única capaz de verlo, él me contó varias cosas sobre ti y como era cuando estaban en Hogwarts, la verdad era que no entendía nada de lo que ocurría hasta después de ese extraño secuestro... Quería decírtelo pero... —la pelirroja guardó silencio y miró hacia la ventana, Adeleine observó a su hija con el ceño fruncido ante tal abrupto silencio, pero luego se preocupó cuando comenzó a susurrar cosas y a taparse los oídos para luego comenzar a gritar.
Isabelle podía sentir como sus huesos parecieran romperse, sentía fuego en su interior y su corazón parecía apretarse hasta el punto de dejarla sin aire, las lágrimas no tardaron en aparecer mientras suplicaba que se detuvieran, sangre comenzó a caer de su nariz y oídos, su cuerpo se retorcía de dolor y su madre por más que usará su don no podía detener lo que pasaba. La puerta se abrió y por ella apareció la cabellera pelirroja de George, este al ver la escena corrió hacia la chica y la tomó de las manos intentando detener el sufrimiento e Isabelle lo hubiese agradecido de no ser porque había caído desmayada.
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Una fuerte luz choco directo contra el rostro de la pelirroja, ella se removió incomoda ante la luz provocada, se levantó un poco y abrió los ojos, todo estaba cubierto de nieve, el viento soplaba con fuerza, estaba segura de que se congelaría hasta que comprobó que no sentía nada, no sentía el frío de la nieve bajo sus pies desnudos y mucho menos el frío del viento.
Se levantó con cuidado y vio gotas de sangre en el suelo, alzó su mano y las gotas cayeron sobre esta, parecía que en lugar de caer nieve caían gotas de sangre. Los ojos verdes de la chica volvieron a escanear todo el lugar hasta que a lo lejos vio una silueta femenina, con cuidado caminó hacia ella, ya había tenido malas experiencias con mujeres psicópatas en sueños y no quería que ahora fuera igual, siguió su camino hasta que se detuvo abruptamente, había pisado algo provocando un ruido, la mujer se quedó quieta y se dio la vuelta. Isabelle estuvo a punto de salir corriendo, pero una sonrisa en el rostro de la mujer le hizo quedarse quieta.
