Dirty Hands »Yoonmin

Capitulo 15

—¡JiMin! —un grito débil a mis oídos. Un eco lejano.

La puerta fue abierta de una patada. No lo vi, pero sí lo sentí.

Mi cuerpo fue tirado bruscamente hacia atrás por la dureza con la que había sido abierta, tambaleándose en suelo.

Pero mis ojos no veían, se fundían en un universo de negro y mi cuerpo ya no respondía a mis órdenes, ni siquiera tenía fuerzas para ordenar nada.

Sentí que me tocaban unas manos frías y finas, removiéndome en el suelo y agarrando mi cabeza entre sus manos.

—¡JiMin, vuelve!

No sabía con certeza cuánto tiempo había estado encerrado allí, ni siquiera recordaba bien cómo había ocurrido. Sólo podía concentrarme en la oscuridad que me envolvía y en la lejanía de aquella voz que me gritaba, hipnotizado por las palabras que rebotaban en las paredes de mi conciencia.

—¡JiMin!

Aquel reclamo hizo eco en mi cabeza, como si se tratase de un túnel y la voz estuviera al final de éste, con los sonidos rebotando de un lado a otro y repitiéndose levemente después de ser pronunciados.

Un túnel oscuro.

La inconsciencia comenzaba a insistir y a insistir, queriéndose hacer con cada segmento de mi ser mientras sentía mi cuerpo siendo sacudido, no obstante; no podía responder.

Por el tono de voz y el tacto de su piel, los cuales eran lejanos a mi presencia y cercanos a la vez, supe al instante que se trataba de Min YoonGi.

Aquello era por lo que había seguido escuchando, para saber quién sería el que me libraría de aquella pesadilla.

Y antes de dejar que la inconsciencia se apoderase de mí, sentí como me agarraba del suelo y me levantaba.

Estaba a salvo en sus brazos, ya nada más me podría pasar.

Así que dejé que la oscuridad se apoderase de mí como tanto había estado reclamando.

En cuanto abrí los ojos lentamente la luz blanca e inmaculada de la sala casi me dejó ciego. Apreté mis ojos levemente, sintiendo un dolor agudo invadirlos a causa de la fuerte iluminación.

Parpadee lentamente, adaptando mi débil vista al ambiente.

Cuando pude ver con claridad, la cabeza me estalló con fuerza, provocando un dolor fuerte y estruendoso.

Los recuerdos borrosos me invadieron de pronto, haciéndome memoria del por qué estaba donde estaba; por el olor a jabón, el color de las paredes y la máquina que resonaba a mi costado, supe al instante que me encontraba en un hospital.

Tosí varias veces, reincorporándome en mi cama mullida.

En ese justo instante, lo recordé todo: el quedarme encerrado, la sensación de ahogarme por aquel humo que salió de la ducha y la debilidad que manó de mí tan pronto intenté moverme.