Dirty Hands »Yoonmin

Capítulo 25 [FINAL 3/3]

ANTES QUE NADA, HE PREPARADO UN PEQUEÑO TRAILER PARA EL FINAL DE LA HISTORIA. OS LO DEJO AQUÍ.

AÚN QUEDA EL EPÍLOGO Y LOS AGRADECIMIENTOS. SERÁ PUBLICADO EN POCO. MUCHAS GRACIAS POR TODO. NOS LEEMOS.

JiMin.

Mis piernas rugían piedad por cada centímetro que avanzaba en la húmeda calle. Mis pies chapoteaban contra el suelo, la lluvia empapando las puntas de mis zapatillas y el principio de mis calcetines. Solté un gruñido estruendoso que retumbó por toda mi garganta mientras que mis jadeos incesables inundaban mis tímpanos.

Seguí corriendo, con las palmas de mis manos rojas por la sangre seca y la herida en mi mejilla escociendo. El dolor agudo de mis extremidades me impedían avanzar con normalidad, estallando como explosiones por todas las articulaciones y nervios.

Observé la dirección borrosa detrás de la foto, apenas ya visible por la tinta corrida a causa de la lluvia. No obstante, ya la había memorizado, siguiendo con pasos decididos los lugares que me llevarían a aquel lugar. Solté un jadeo agotador, tropezando con un bordillo de la acera, cayendo de nuevo. La foto salió volando de mis manos, resbalándose de entre mis dedos y cayendo finalmente a un charco. Mis piernas fueron desgarradas de nuevo, mi ropa empapada y húmeda. Me levanté rápidamente, tembloroso, sintiendo un frío demoledor adentrarse en mi interior. Corrí a por la foto, observando como se estaba estropeando la propia tinta de esta.

La doblé como pude y decidí guardarla en el bolsillo de mi pantalón. Posteriormente, me senté en un banco no muy lejos de donde estaba. Me permití recuperar el aire y aclarar levemente mis ideas. Miré el cielo, nublado. La lluvia ya había cesado, pero había empapado todo a su al rededor.

Sólo en aquellos momentos, con los coches pasando rápidamente y el silencio de la calle, me permití llorar.

Lloré como un niño que se ha perdido en el supermercado; que le han robado una galleta o le han roto su juguete favorito.

Me liberé con mis lagrimas, soltando pequeños jadeos irregulares, hipando en cuanto decidí finalizar aquello. Pasé mis manos por mis mejillas, secando los restos húmedos que las lágrimas habían impregnado sobre mi piel.

Los tenía a todos.

Y yo debía ser quién los salvara.

¿Cómo iba yo a hacer semejante cosa?

Ahora también lo tenían a él. A YoonGi.

—Si tan sólo no me hubiera marchado... —me quejé.

Me sentía decepcionado conmigo mismo, atormentado por la situación en la que me encontraba envuelto.

Estaba aterrorizado.

Tragué saliva, duro, raspando las paredes de mi cuello. Me levanté del banco. Ya había recuperado un poco de aire, me había permitido llorar siquiera. Pero ahora debía continuar, pues el reloj no quería esperar más, insistía en que continuara o se iría sin mí.

Y mientras mis piernas se desgarraban una vez más mientras las hacía moverse de forma bruta y rápida, no podía parar de pensar en él.

En todos.

Los tenía a todos. Ahora sólo quedaba yo mismo.

Mis pulmones escocían y mis párpados habían contenido un cúmulo de lágrimas saldas, nublando mi vista casi al completo. Sentía que mi pecho estallaría, que mis piernas se derrumbarían en cualquier momento.