Clyde y Token voltearon sus miradas para evitar que el rubio viera sus sonrojos. El blondo se sintió algo incómodo por la situación. ¿Había hecho algo malo?
Rápidamente sus compañeros se dieron cuenta de la preocupación del más bajito y trataron de amenizar las cosas.
– ¡Cl-Clyde! ¿Qué haces por aquí tan temprano? –preguntó casi gritando, el moreno.
– ¡Vengo a comer tacos! –respondió gritando. Sonriente al recordar su comida favorita.
Los chicos siguieron avanzando hacia el colegio. Los dos mejores amigos, miraron de reojo al rubio quien permaneció en sus pensamientos. Se miraron algo culpables por hacer sentir raro al menor y esperaron a que se nivele a su ritmo.
– Hey, Tweekers... –pasó un brazo por los hombros del mencionado. – ¿Crees que sea malo que coma tacos de desayuno? –sonrió, queriendo recibir el mismo gesto de su compañero.
– ¿Cómo puedes preguntar tal cosa? Es obvio que sí –el morocho rodó los ojos.
– Yo... creo que sería genial... Digo, no siempre... De vez en cuando, quizás... –tragó en seco. Nunca se había sentido tan extraño hablando con ese par. Seguro era porque no estaba Craig con ellos. Casi nunca iban si el otro no iba. Era como una regla. Pero, el pelinegro había insistido y no había tenido de otra.
–Entonces, está decidido... –el castaño y el moreno hablaron al mismo tiempo. –Mañana iremos por tacos para desayunar –sonrieron, logrando contagiar al más bajito.
Los dos amigos se sonrojaron, pero no dejaron de sonreír ni de mirar la radiante sonrisa de su compañero. Siguieron caminando hasta la secundaria en silencio. Un silencio cómodo y para nada forzado. Como no tuvieron contratiempos, llegaron 10 minutos antes de que tocara el timbre. Se sintieron aliviados de no llegar tarde y juntos se dirigieron hacia los casilleros.
De pronto, Bebe apareció y abrazó a un confundido Clyde.
– ¡Amor! ¡¿Cómo estuvo tu fin de semana?! –sonrió, alegra de ver a su novio.
Llevaban saliendo casi nueve meses. Si no fuera porque el castaño era medio infiel y la rubia siempre terminaba con él –después de destrozar a las chicas que se acercaban a su hombre, por supuesto–.
Donovan palmeó la espalda de su chica para que lo soltara. Queriendo evitar que Tweek se ponga celoso. Y, en efecto, lo estaba. Pero no porque tuviera algún interés por su amigo. Si no que tanto amor le recordaba a Craig.
– ¿Les importa si me lo robo? –abrazó de nuevo al castaño, ignorando que esté la estuviera tratando de alejar.
Tweak negó con la cabeza y se despidió con un gesto con la mano. Mientras avanzaba a los casilleros con un Token feliz por lo sucedido. Pero, el destino es cruel para algunos.
Nicole apareció en frente de ellos, pidiéndole a Tweek lo mismo que Bebe le pidió hace unos segundos. De nuevo, el rubio no se negó en absoluto. Sentía que estaría mejor solo que viendo como sus amigos sí tenían a sus parejas cerca.
El moreno trataba de convencer a su enamorada para que lo dejase estar con su paranoico amigo, hablándole de la promesa que le hizo a Craig. Nicole se enojó por unos segundos, recordándole a su chico que habían acordado en verse antes de iniciar las clases para coordinar la salida por su aniversario, que sería mañana. Black suspiró y miró con pena como el rubio se alejaba hacia los casilleros. Esperaba que nadie se le acerque en el tiempo que no estuviera cerca o Tucker lo mataría, porque sea como sea él terminaría por enterarse.
ESTÁS LEYENDO
El deseo de las asiáticas
HumorLas jóvenes asiáticas están en un gran dilema: Tweek es demasiado shipeable. Por ende, buscarán la manera de hacer que algunos chicos de la secundaria se fijen en él para conseguir fanservice. Por otro lado, Craig Tucker ha sido suspendido por una s...