Lunes (III)

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El receso se estaba volviendo abrumador y eterno. Los seis jóvenes a su alrededor empezaban a ser inquietantes, por lo que decidió excusarse mintiendo que iría al baño. Enseguida sus compañeros se ofrecieron a ir con él y previniendo aquella respuesta el rubio pidió que se quedaran y cuidaran de que nadie se comiera su comida.

Tweek hubiera apostado a que no funcionaba y hubiera perdido.

Salió corriendo al patio y buscó un escondite. La secundaria no era muy grande por lo que terminó por toparse con los góticos.

Algo aterrado por regresar al comedor, le pide a sus excéntricos compañeros dejarlo quedarse hasta que termine el receso. Para lo que faltaban no más de 10 minutos. El rubio necesitaba gente que no quisiera comérselo con la mirada.

– ¡No aceptamos confor...!– Pete balbuceó el final de la palabra después de ver los acuosos ojitos de borrego de Tweek. –...conformistas –completó su anterior frase–. Pero podemos hacer una excepción... –una ligera sonrisa apareció en su rostro.

Tweek le devolvió el gesto y agradeció la molestia. Los otros tres integrantes del grupo gótico se miraron entre sí confundidos por el cambio tan repentino de actitud de su amigo. Pero luego vieron como el intruso se limpiaba lo que parecían ser lágrimas. Rodaron los ojos y dejaron pasar la situación.

Sin embargo, escucharon lo que Tweak le comentaba a Thelman.

– No sé qué su-sucede ahg... –se despeinó los cabellos. –De pronto soy el cen-centro de atención de mis co-compañeros... –un ligero tic en el ojo izquierdo se presentó.

Pete y su grupo atendían a la preocupación del conformista. Entre palabras y recuerdos Tweek dejó caer una lágrima. Tenía miedo de que Craig se enterara y este le tachará de provocador –recordando que el pelinegro le había casi prohibido no ir con el pantalón blanco ajustado que llevaba puesto en esos momentos–.

El pelinegro con mechas rojas le limpió el rastro de la lágrima y negó con la cabeza. –Esos idiotas no merecen tus lágrimas y Tucker no tiene por qué recriminarte nada si no has hecho nada –frunció ligeramente el ceño. Ese chico nunca le dio buena espina. –Los inconformistas no peleamos ni nos rebajamos al nivel de acosadores, pero si te hace sentir mejor puedo, digo, podemos... –desvió su mirada. –...Podemos deshacernos de ellos... –concluyó.

Tweek sonrió agradecido pero rechazó la oferta. Lo mejor sería dejarlo pasar e ignorarlos. Quizás de esa manera ya no lo molestarían.

Pocos minutos después, el timbre de fin de receso se escuchó por toda la secundaria. Era hora de regresar a los salones. Tweek se sentía tenso y miedoso de regresar al aula pero Henrietta le susurró que debía ser más valiente y no tan conformista. El rubio agradeció el apoyo del grupo gótico y antes de irse abrazó a Pete en forma de un agradecimiento más intimó.

Segundos más tarde, después de haber perdido de vista al intruso, Michael le dice a Pete que excitarse por un abrazo es de conformistas y pervertidos.

Las clases se hicieron eternas. Sentía las miradas de sus compañeros penetrar su débil cuerpo. Se estremecía y pensaba en regresar pronto a casa. Tanta incomodidad empezaba a hacerle sudar.

Biología no era un tema que le apasionara pero deseaba prestar atención para no jalar las pruebas. Entendía que sus compañeros estuvieran enojados con él por dejarlos plantados y esperándolo pero tampoco era para que lo torturaran con las miradas.

Se dio un poco de valor para voltear a uno de sus compañeros.

Kyle le sonrió en cuánto se vio descubierto. El rubio arqueó una ceja y el tic marcado que tenía, desapareció.

El deseo de las asiáticasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora