Sábado (II)

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La poca luz que entraba en la habitación hizo a Craig gruñir. No podía distinguir a los causantes de esto del todo bien.

– Craig Tucker –Yon se posicionó delante de él. – Lamentamos los inconvenientes que te hicimos pasar, pero era necesario hablar contigo cuanto antes –hizo una ligera reverencia.

– ¿Quiénes son ustedes? –gruñó.

La líder asiática pidió prender la luz, dejando a todas al descubierto. Las extranjeras se presentaron.

Yon se presentó como la representante del grupo asiático conformado por las chicas que dibujan y escriben sobre el amor entre chicos.

Yuga fue la siguiente. Presentándose como la mano derecha y mejor amiga de Yon.

Utau, quien había sido llamada de emergencia, se presentó como la fan número 1 del creek. Aunque admitió en voz baja tener cierta empatía con otra ship.

Las demás asiáticas solo se inclinaron hacia adelante como un saludo.

No hizo falta presentar a Wendy, Bebe y Nicole.

Al pelinegro, las introducciones de cada chica le valieron nada. Él solo pensaba en su honey.

– Sé que no entiendes el porqué de tu presencia aquí, pero... hay algo que debes saber –comentó Wendy. Dándole pase a las orientales para hablar y resolver las dudas inexistentes de Tucker.

– Sólo quiero irme de aquí... –frunció el ceño. – Debo ir por Tweek... me debe una explicación creíble de su estupidez –escupió con cólera.

– Después de lo que escuches... tu molestia hacia Tweek, cambiará –insistió, Testaburger.

La líder, llamada a ser la que cuente todos los sucesos ocurridos, se relamió los labios y trató de concentrar todo el valor que pudiera tener para enfrentarse a un, ya muy enojado, Tucker.

Cada palabra pronunciada por Yon hacía que Craig quisiera matarlas a todas y de maneras muy específicas y sangrientas. Sinceramente, ni él sabía que podía ser tan agresivo y sádico.

Los insultos no se hicieron esperar, tantos que Bebe y Nicole le pidieron calma para que la asiática pudiera terminar el relato.

– Después de verlos pelear... decidimos acabar con todo destruyendo el fan art –tragó saliva y cerró fuertemente los ojos. – Pero alguien se lo robó... –rehuyó de la mirada despectiva del pelinegro.

Craig no terminó de creer todo lo que le han dicho. Por la culpa de ellas, casi golpeó a su babe. Reflexionó ante ese detalle. Él podría golpear a quien sea, pero jamás a su cariñito. La ira lo consumía por dentro, pero ahora estaba centrada en otras personas.

Bárbara, al verlo concentrado en sus pensamientos, creyó conveniente comentarle que tienen un plan B.

– ¿Y qué mierda tengo que ver en todo eso? –preguntó, enojado después de escuchar el plan.

– Los chicos quieren a Tweek por culpa del ritual, pero también es porque creen que tú no eres digno de Tweek... –respondió Nicole.

El pelinegro rodó los ojos y se alzó de hombros. Eso no era verdad. Él siempre ayudaba a su chico con sus nervios y tics. ¿Eso lo hacía un mal novio? Pfff. Idioteces.

Nicole pudo adivinar el pensamiento de su amigo y le recriminó que todo eso era antes. De un tiempo para acá, Craig se había vuelto agresivo y celoso. No dejaba que ni ellas salieran a pasear con el rubio, lo cual era tonto. No dejaba que saliera con polos manga cero o shorts en verano, controlaba sus redes sociales e, incluso, trataba de estar todo el día en la cafetería para vigilar a Tweek mientras atendía a las personas.

El deseo de las asiáticasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora